Puede mostrarse útil identificar las diferentes formas de fuentes de información posibles que están a nuestra disposición para que podamos servirnos de ellas y elegirlas cuando estamos ayudando a los demás. Empiezo con la observación.
La observación enfoca los detalles con precisión, pero ya que es precisa, es a la vez limitada, no tiene en cuenta el contexto que sea inmediato o más amplio. Ya que es tan precisa, actúa en la proximidad. Capta, penetra y en cierto sentido no tiene piedad y es agresiva. Es la condición necesaria para las ciencias exactas y para la técnica moderna que se funda sobre ella.
La percepción necesita distancia. Percibe varias cosas a la vez, mira más lejos. Tiene una vista de conjunto, ve los detalles en su contexto y en el lugar que es el suyo. En lo que se refiere a los detalles en sí, es imprecisa. Aquí está el primer aspecto de la percepción.
El otro aspecto es el siguiente, comprende lo que observa, lo que percibe. Ella comprende el significado de una cosa o de un proceso significado y percibido. Se puede decir que ve el lado oculto de lo que es observado y percibido y comprende su significado. Se añade pues una toma de consciencia a lo que es observado / percibido desde fuera.
La toma de consciencia tiene como condición necesaria la observación y la percepción.
Sin observación y sin percepción no hay toma de consciencia. El inverso es también cierto, sin toma de consciencia lo que ha sido observado y percibido no tiene referencia. Las tres forman un todo y sólo cuando cooperan puede nuestra percepción llevarnos a actos que tienen sentido, sobretodo cuando se trata de actos en la relación de ayuda.
La intuición es la cuarta cosa importante con respecto a la ejecución y a la acción. Es próxima a la toma de consciencia, se le parece, pero no es lo mismo. La intuición es una toma de consciencia súbita con respecto a la próxima acción que realizar. La toma de consciencia suele tener un carácter general, comprende el contexto y el proceso en su totalidad mientras que la intuición percibe el próximo paso y es por lo tanto más precisa. La intuición y la toma de consciencia están en una relación comparable a la que hay entre observación y percepción.
El acuerdo es una percepción que viene desde dentro, en un sentido muy global. El acuerdo también tiende hacia la acción, en eso es comparable a la intuición, sobretodo allí donde se trata de una acción de ayuda. El acuerdo exige que yo me ponga en resonancia con el otro, que yo esté en la misma longitud de onda que el otro, que oscile con él y que tenga comprensión para él de este modo. Para comprenderle realmente debo estar también en acuerdo con sus orígenes, sobretodo con sus padres, pero igualmente con su destino, con sus potencialidades, con sus límites y también con las consecuencias de su comportamiento, con su culpabilidad y a fin de cuentas con su muerte.
Cuando estoy en acuerdo abandono mis propias intenciones, mi propio juicio, mi propio
superego con todo lo que quiere imponerme. Eso significa que yo voy hacia el mismo acuerdo conmigo mismo que con los demás. De este modo el otro también puede entrar en acuerdo conmigo sin perderse, sin tener que temerme. De la misma manera yo puedo estar en acuerdo con él y a la vez estar en contacto conmigo mismo, no me entrego a él. A la vez que estoy en acuerdo con él mantengo una cierta distancia y es precisamente gracias a esa distancia que yo puedo percibir claramente lo que tengo que hacer si quiero ayudarle realmente.
Es por ese motivo que el acuerdo es un fenómeno pasajero, no dura más que el tiempo de la acción de ayuda, después cada uno está en su oscilación propia.
Es por ese motivo también que en el acuerdo no hay transferencia ni contra transferencia, no hay relación terapéutica y el que ayuda no llevará la responsabilidad para la vida del otro. Cada uno de los dos permanece libre con respecto al otro.
Bert Hellinger