Ayudar a los niños con cuentos


El grifo pierde agua

A veces los padres tienen problemas cuando sus hijos se hacen pis en la cama aunque ya sean mayores. Se puede ayudar a éstos niños contándoles historias que conocen y a las que se introduce un acontecimiento nuevo. Por ejemplo, la historia de un grifo que pierde agua y se cierra o la historia de una gotera que se arregla.

Tomemos Caperucita Roja: llega delante de la casa de su abuela y a punto de cruzar el umbral de la puerta se da cuenta de que la gotera pierde agua, entonces se dice a sí misma: “Lo voy a arreglar”. Va a por una escalera, herramientas y un poco de resina. Se sube a la escalera, repara la gotera para que ya no caiga agua y después entra en casa para ir a saludar a su abuela.

O también la historia de Blancanieves. Un día, uno de los siete enanitos vino a quejarse de que había un agujero en el tejado y entonces se despertaba con la cama mojada. Blancanieves le dijo: “Ahora mismo lo voy a arreglar” y mientras los siete enanitos están trabajando ella se sube al tejado. Se da cuenta que sólo se trata de una teja mal puesta y la vuelve a colocar en su sitio.

Por la noche, cuando el enanito vuelve de su trabajo, está tan cansado que se olvida de preguntar por el agujero del tejado. Al día siguiente se olvida también de hablar de ello, ya que todo estaba de nuevo en orden, arreglado.

Un padre tenía una hija que se hacía pis en la cama y le contaba historias como éstas por la noche cuando se acostaba. En seguida esas historias dieron sus frutos. Al día siguiente la cama de la niña estaba seca. Pero se había dado cuenta de otra cosa que le pareció sorprendente, cuando antes le contaba a la niña algún cuento de hadas cuando estaba en la cama, ella se preocupaba de que el padre le contara siempre la historia de la misma manera, sin añadir nada y sin quitar nada. Pero las variantes terapéuticas que él había añadido fueron aceptadas sin ninguna protesta, como si fuera de común acuerdo.

Eso nos muestra cuanta lucidez tiene el alma de la niña cuando está aliada con el padre. El alma, el inconsciente, desea ir hacia la solución sin que se le haya dicho abiertamente, y de éste modo, por esa toma de consciencia tácita y animada por el padre, el hijo puede acceder a algo nuevo. Por supuesto, el hijo se había dado cuenta de lo que el padre había dicho sino el resultado no se habría producido. Pero como el padre había renunciado a nombrar el problema, había mostrado respeto con el problema y con el pudor del hijo. La dignidad del hijo se siente respetada y la hija puede entonces reaccionar libremente. La hija sabe bien que se hace pis en la cama, no necesita que se lo recuerden.

Ella sabe que no está bien hacerse pis en la cama, nadie tiene que decírselo otra vez. Si le damos un consejo o si insistimos en su problema ella se siente herida o inferior. Si sigue el consejo de sus padres,éstos se confirmarán en su importancia mientras que la niña habrá perdido entonces toda su dignidad.

Se protege contra esa pérdida de dignidad rechazando el consejo. Precisamente el hecho de darle un consejo es lo que hace que ella actúe en contra del consejo para preservar su dignidad.

Lo más importante para cada ser humano es la dignidad, y también para los niños. Sólo cuando un hijo siente un amor profundo en nuestro consejo lo puede seguir a gusto.

¿Qué hace felices a los niños?

– ¿Qué es lo que hace felices a los hijos?

Que los dos padres se alegren de ellos.

– ¿Y cual es la condición para que ambos padres se alegren de sus hijos?

Que respeten y quieran en el hijo a su cónyuge.

Hablamos mucho de amor pero, ¿Cuál es la manifestación más bella del amor?

El alegrarse del otro exactamente tal y como es; y alegrarse del hijo exactamente tal y como es.

En ese momento los padres que de un modo natural tienen un poder sobre sus hijos, sobretodo las madres son las que realizan esa experiencia, ya que viven un momento muy profundo en simbiosis con el hijo durante un largo periodo. Empiezan a vivir ese poder como una misión, pero no como un poder personal, sino como un poder temporal al servicio del hijo. Hace un tiempo una mujer participaba en un seminario con su hijo deficiente de cinco meses y lo llevaba en brazos. Estaba sentada a mi lado y le dije: “Mira más hacia allá de tu hijo, hacia algo que está detrás de él”.

Lo hizo y de repente el hijo tuvo una larga respiración, me miró y sonrió. Empezó a tener una apariencia feliz.

Cuando se ponen en relación con algo que está más allá de ellos, padres e hijos son más libres. Es más fácil para ellos estar en acuerdo con su destino, alegrarse de su destino, y se hacen capaces de dejar al otro libre en la medida en la que necesite.

¿Qué era esa lejanía hacia la que la mujer había mirado? Era el destino de cada uno de ellos, el suyo y el del hijo. Existe incluso algo más allá del destino pero eso es algo que permanece escondido a nuestros ojos y frente a esa realidad permanecemos humildes.

Bert Hellinger

La claridad


La claridad es amplia. Discierne un contexto mas vasto de las cosas, de las razones secretas, de las posibilidades y consecuencias. Siempre para bien.

No necesita demostrar nada, pues, es a la vez clara y sin punto de vista definido.

Y precisamente es porque es clara por lo que no tiene punto de vista. Sólo lo estrecho

necesita un punto de vista, pues así éste le permite diferenciarse. Al ser clara, la claridad puede a la vez ser amplia.

¿Cómo podemos acceder a la claridad?

Primero, tomando distancia. Para que haya un espacio entre nosotros y la situación que queremos entender mejor. Sólo así accedemos a una visión de conjunto.

Luego, renunciando a formalizar la situación sobre la base de nuestro saber adquirido y de nuestros deseos personales.

En su lugar, entregados a la confianza, dejamos actuar sobre nosotros El Todo, en toda su complejidad, incluso con lo que nos parecen ser contradicciones, hasta que, ante nuestro ojo interno, El Todo, en su diversidad, se organice en un orden dinámico. Y emerge lo esencial, el próximo paso a dar, la toma de consciencia decisiva.

Por lo que la claridad no es algo que se consigue a fuerza de trabajo, sino que es un regalo dado al que sabe esperar con presencia activa y a la vez distancia.

Tal un relámpago, la claridad emerge a veces de lo que se presenta a nuestra mirada como un conjunto caótico y durante un instante ilumina el contexto en el que evolucionamos y en el que debemos probarnos.

Es nuestra mientras actuamos en acuerdo con ella y evoluciona conforme actuamos. Sólo en la acción se vuelve totalmente clara.

Por ese motivo no es posible enseñarla o demostrarla fuera de la acción. Para los que actúan, sobre todo para los que actúan junto con ella, en acuerdo con ella, es clara.

Es a través de la acción cómo evoluciona y se profundiza.

Bert Hellinger

Diferencia entre observación, percepción, toma de consciencia, intuición y acuerdo.


Puede mostrarse útil identificar las diferentes formas de fuentes de información posibles que están a nuestra disposición para que podamos servirnos de ellas y elegirlas cuando estamos ayudando a los demás. Empiezo con la observación.

La observación enfoca los detalles con precisión, pero ya que es precisa, es a la vez limitada, no tiene en cuenta el contexto que sea inmediato o más amplio. Ya que es tan precisa, actúa en la proximidad. Capta, penetra y en cierto sentido no tiene piedad y es agresiva. Es la condición necesaria para las ciencias exactas y para la técnica moderna que se funda sobre ella.

La percepción necesita distancia. Percibe varias cosas a la vez, mira más lejos. Tiene una vista de conjunto, ve los detalles en su contexto y en el lugar que es el suyo. En lo que se refiere a los detalles en sí, es imprecisa. Aquí está el primer aspecto de la percepción.

El otro aspecto es el siguiente, comprende lo que observa, lo que percibe. Ella comprende el significado de una cosa o de un proceso significado y percibido. Se puede decir que ve el lado oculto de lo que es observado y percibido y comprende su significado. Se añade pues una toma de consciencia a lo que es observado / percibido desde fuera.

La toma de consciencia tiene como condición necesaria la observación y la percepción.

Sin observación y sin percepción no hay toma de consciencia. El inverso es también cierto, sin toma de consciencia lo que ha sido observado y percibido no tiene referencia. Las tres forman un todo y sólo cuando cooperan puede nuestra percepción llevarnos a actos que tienen sentido, sobretodo cuando se trata de actos en la relación de ayuda.

La intuición es la cuarta cosa importante con respecto a la ejecución y a la acción. Es próxima a la toma de consciencia, se le parece, pero no es lo mismo. La intuición es una toma de consciencia súbita con respecto a la próxima acción que realizar. La toma de consciencia suele tener un carácter general, comprende el contexto y el proceso en su totalidad mientras que la intuición percibe el próximo paso y es por lo tanto más precisa. La intuición y la toma de consciencia están en una relación comparable a la que hay entre observación y percepción.

El acuerdo es una percepción que viene desde dentro, en un sentido muy global. El acuerdo también tiende hacia la acción, en eso es comparable a la intuición, sobretodo allí donde se trata de una acción de ayuda. El acuerdo exige que yo me ponga en resonancia con el otro, que yo esté en la misma longitud de onda que el otro, que oscile con él y que tenga comprensión para él de este modo. Para comprenderle realmente debo estar también en acuerdo con sus orígenes, sobretodo con sus padres, pero igualmente con su destino, con sus potencialidades, con sus límites y también con las consecuencias de su comportamiento, con su culpabilidad y a fin de cuentas con su muerte.

Cuando estoy en acuerdo abandono mis propias intenciones, mi propio juicio, mi propio

superego con todo lo que quiere imponerme. Eso significa que yo voy hacia el mismo acuerdo conmigo mismo que con los demás. De este modo el otro también puede entrar en acuerdo conmigo sin perderse, sin tener que temerme. De la misma manera yo puedo estar en acuerdo con él y a la vez estar en contacto conmigo mismo, no me entrego a él. A la vez que estoy en acuerdo con él mantengo una cierta distancia y es precisamente gracias a esa distancia que yo puedo percibir claramente lo que tengo que hacer si quiero ayudarle realmente.

Es por ese motivo que el acuerdo es un fenómeno pasajero, no dura más que el tiempo de la acción de ayuda, después cada uno está en su oscilación propia.

Es por ese motivo también que en el acuerdo no hay transferencia ni contra transferencia, no hay relación terapéutica y el que ayuda no llevará la responsabilidad para la vida del otro. Cada uno de los dos permanece libre con respecto al otro.

Bert Hellinger

Más sobre la Felicidad

La felicidad es sencilla

Ir y venir

La felicidad nunca llega tarde. Algunos esperan que la felicidad les llegue. Ella, entonces, se hace esperar. Es mucho más sencillo que nosotros vayamos hacia ella. Entonces siempre la alcanzamos. Marchamos hacia la felicidad y damos el primer paso. El primer paso hacia la felicidad es el primer paso hacia nuestra madre. Algunos esperan que la madre venga. Ella no necesita venir, ella ya está aquí, todo el tiempo ella ha estado aquí. Damos entonces el primer paso hacia nuestra madre y alcanzamos la felicidad.

La felicidad está cerca

Quiero agregar algo importante sobre la felicidad. Primero, la felicidad está cerca. Algunos buscan la felicidad en la lejanía. Sueñan con ella y todo el tiempo pasan por alto que la felicidad se encuentra directamente a sus pies o inmediatamente frente a ellos. Sí, la felicidad está cerca. Vamos hacia la felicidad cuando miramos al otro a los ojos, así de simple. Delante nuestro hay alguien. Lo miramos a los ojos y seremos felices, inmediatamente seremos felices. Sí, la felicidad está cerca.

La felicidad es sencilla

Segundo, la felicidad es sencilla porque es profunda. La vida simple, la vida cotidiana es la vida feliz. Muchos esperan un gran acontecimiento. ¿Y si viene, qué harán? Sentarse a la mesa y comer con los demás. Eso también lo pueden hacer cualquier otro día. Eso está cerca y es posible, no hay porque esperar ese movimiento simple que nos une a los demás.

La felicidad sirve

¿Qué otra cosa hace feliz? Yo no sé si debo decirlo. Pero es tan simple. Seremos felices cuando servimos. Cuando alguien sirve, cuando está a disposición de otro y le da algo, será feliz. Y sobre todo feliz será el que sirve. Cuando se acaba el servicio, se acaba el amor.

Esto vale también para la relación de pareja. Allí donde disminuye el servicio, disminuye el amor y disminuye la felicidad.

¿Qué hacemos entonces? Hacemos algo, algo muy sencillo que alegrará al otro y a nosotros mismos. También la alegría es sencilla. Toda gran alegría es sencilla. ¿Cuál es la alegría más grande que yo vi en mis 82 años? Cuando los padres miran a un niño pequeño. La alegría en los ojos de los padres ¿hay algo más hermoso? ¿Y más sencillo? Eso es la alegría de vivir.

Yo lo resumí en una historia: la felicidad más grande y la felicidad más sencilla. Les contaré ahora esa historia que tiene el curioso título:

La felicidad dual

Una vez hace mucho tiempo, cuando los dioses parecían todavía estar muy cerca de las personas, vivían en una pequeña ciudad dos cantantes llamados Orfeo. Uno de los dos era el más grande. Había inventado la cítara, una antecesora de la guitarra, y cuando él rasgaba sus cuerdas y cantaba todo el mundo a su alrededor quedaba cautivado. Los animales salvajes se tumbaban mansos a sus pies, los altos árboles se inclinaban hacia él: nada podía resistirse al embrujo de sus canciones. Como él era tan grande quiso conquistar a la mujer más hermosa. Luego comenzó el descenso. La bella Eurídice murió durante la boda y la copa que Orfeo mantenía en alto se rompió. Sin embargo, para el gran Orfeo la muerte no significó el final. Con la ayuda de sus grandes artes encontró la entrada al mundo subterráneo, bajó al reino de las sombras, cruzó el río del olvido, pasó frente al cancerbero, alcanzó vivo el trono del rey de los muertos y lo conmovió con sus cantos.

La muerte dejó a Eurídice en libertad, pero bajo una condición, y Orfeo que estaba tan feliz no se percató de la malicia que se escondía detrás del favor.

Orfeo inició el camino de regreso y escuchó detrás de sí los pasos de la mujer amada. Ambos pasaron frente al cancerbero, cruzaron el río del olvido, comenzaron la subida hacia la luz a la que veían en la lejanía. Entonces Orfeo oyó un grito –Eurídice había tropezado- aterrorizado Orfeo se dio la vuelta y vio todavía cómo las sombras caían en la noche. Estaba solo. Consternado de dolor cantó la canción de la despedida: “¡Ah, la he perdido, toda mi felicidad acabó!”. Orfeo pudo encontrar el camino de regreso pero su vida luego de su paso por el reino de los muertos se le había vuelto ajena. Algunas mujeres borrachas quisieron atraerlo a la fiesta del vino nuevo, Orfeo se resistió y entonces las arpías lo despedazaron vivo. Tan grande era su desgracia, tan efímero su arte. Pero: ¡Todo el mundo lo conoce! El otro Orfeo era el pequeño. El sólo era un cantante popular, actuaba en pequeñas fiestas, tocaba para la gente común, brindaba pequeñas alegrías y él mismo se divertía. Como él no podía vivir de su arte aprendió otro oficio, un oficio común y corriente, se casó con una mujer común y corriente, tuvo hijos comunes y corrientes, pecaba de vez en cuando, vivió una felicidad común y corriente y murió viejo pleno de vida.

Pero: ¡nadie lo conoce, salvo yo!

Bert Hellinger

La felicidad total

¿Por qué puedo decirle a mi compañero: “Te amo como tú eres, exactamente como tú eres”? Porque primeramente se lo dije a mi madre -recién entonces- y a mi padre. Ahora regresemos una vez más a la madre y el padre. Miramos a la madre y decimos: “Te quiero como tú eres, exactamente como tú eres. Así como eres, eres la adecuada para mí. La mayor gracia que Dios me ha concedido son ustedes. El mayor amor que Dios me ha concedido son ustedes. Los amo así como ustedes son, incluso con todo lo que eso le ha exigido a mi vida. Allí he crecido, allí he crecido en mi amor”. Vuelvo a mirar a mi pareja. Con la madre y el padre en el corazón miramos a nuestro compañero y le decimos: “Sí. Así como eres, eres perfecto para mí”. Gracias a que de esa manera entramos en contacto con nuestra madre y nuestro padre, podemos también decirle a nuestra pareja: “Quiero a tu madre tal como ella es, exactamente como ella es. Y quiero a tu padre tal como él es, exactamente como él es”. ¿Cómo se siente entonces nuestro compañero? Él se siente en casa, realmente en casa. Y cuando él nos lo dice, somos nosotros quienes junto a él nos sentimos en casa. ¿Qué es entonces lo que se opone a la felicidad? Nada. Esa felicidad continúa su marcha. Cada día estará más llena y será más.

Un poco más

A veces me lo imagino. Hay una pareja y ellos están juntos en la cama. Él se despierta primero, mira a su mujer y se alegra, simplemente eso. Luego se despierta ella y ve como él se alegra y entonces ella comienza a alegrarse de él. Así se inicia un día feliz. Una y otra vez él le echa un vistazo, ve lo que ella hace ¡ah, otra vez ella ha hecho algo bello! y vuelve a alegrarse. Ella vuelve ocasionalmente la vista hacia él, se pregunta que ha hecho él ahora y se alegra. Así crece la felicidad de la mañana a la noche. Por la noche ellos caen cansados en la cama y a la mañana siguiente todo recomenzará. No de la misma manera, sino cada vez un poco más, un poco más, un poco más. Este es el secreto de la relación de pareja: siempre un poco más. Cierren otra vez los ojos. Miramos a nuestro compañero y detrás de nosotros sentimos a nuestra madre. La honramos como nuestra madre, con su destino, con aquello que ella ha vivido, con aquello por lo que ella tal vez se sintió culpable y le decimos: “Tú siempre serás mi madre”. Entonces nos volvemos hacia nuestra pareja sabiendo que nuestra madre está detrás de nosotros tal como ella es, y que el amor que nosotros recibimos de ella ahora fluye hacia nuestro compañero, fluye y trasciende.

Bert Hellinger

La Felicidad: así como tú eres

Pueden volver a cerrar los ojos. No sólo voy a decir algo sobre la felicidad, los voy a conducir a la felicidad. Solamente necesitan acompañarme. Cierren entonces los ojos. Ahora miramos a nuestro compañero tal como él es y le decimos: “Yo te amo así como eres, exactamente como eres. Me alegro de ti así como eres, exactamente como eres. Mi felicidad es que tú seas como eres”. ¿Cómo se siente ahora nuestro compañero? Luego él nos dice lo mismo: “Te amo como tú eres, exactamente como tú eres. Tú eres mi felicidad así como eres”. Lo que acabo de describir no es solamente un amor humano. Es el amor divino, pues la fuerza que todo ha creado y que todo mantiene en movimiento como es, está dedicada a todo tal como es, exactamente como es. Cuando de esa manera le damos el consentimiento a nuestra pareja, hemos alcanzado el amor de Dios.

Me imagino cuando ahora ustedes lleguen a casa y miren a vuestra pareja, lo contenta que ella se pondrá. Ustedes han cambiado y el compañero tiene ahora el derecho a ser como él es, así como es.

¿Pueden seguirme? Nunca recibimos suficiente felicidad. Nadie obtiene suficiente felicidad.

Bert Hellinger

La pareja ideal

Hace rato que esperan que yo diga algo sobre las relaciones de pareja. La relación de pareja es nuestro anhelo más profundo. En la relación de pareja ansiamos nuestra felicidad más profunda. La felicidad en la relación de pareja se logra cuando hemos logrado la relación con nuestra madre. Por supuesto, escucho muchas voces interiores que dicen: “Sí. pero mi madre tiene…” Es cierto, ella lo tiene. ¿Y por eso ella es menos vuestra madre? ¿O ella es igualmente vuestra madre? En relación con esto ¿qué importancia tiene como ella se comportó en su vida?

Pero una madre no tiene derecho de ser una persona normal, como nosotros. Nosotros nos equivocamos, somos culpables, les hacemos cosas a los demás. Pero nuestra madre no tiene el derecho a ser una persona como nosotros. Ella tiene que ser como Dios. Pero no como el Dios verdadero, sino como el que nosotros nos imaginamos: Siempre a nuestra disposición, todo el tiempo. Sólo hace falta que chistemos y él ya está allí. A él lo llamamos Dios querido, nuestro señor. Y así tiene que ser nuestra madre. Una vez tomé conciencia de lo que yo había hecho con mi madre elevándola al cielo y esperando de ella que fuese como Dios. Entonces mentalmente le escribí una carta. Al final de esa carta yo le decía: “Querida mamá, yo te libero de mis expectativas que te pusieron al lado de Dios. Yo te quiero tal como tú eres. Entonces también yo puedo ser como soy”. Es decir, la aprobación de la madre tal como ella es, al margen de todo lo que pudiese haber sucedido, es la verdadera respuesta a su amor y su grandeza. Ahora vuelvo atrás a la relación de pareja. Efectivamente yo quería decir algo sobre las relaciones de pareja.

Obviamente todos buscamos al compañero ideal. ¿Han tenido alguna vez el deseo de encontrar la pareja ideal?

Imagínense una pareja ideal. ¿Qué chance tienen ellos de encontrar la felicidad? ¿Qué quiere decir ideal en este contexto? Tú eres igual que yo, eso significa ideal. ¿Qué sucede en el interior de una relación de pareja cuando ambos son iguales, cuando no existe la confrontación entre hombre y la mujer y no existen diferencias? ¿Qué aporta esa relación de pareja?

Crecemos en la relación de pareja porque cada uno es distinto del otro. Recién entonces alcanzamos ese amor que da su consentimiento al otro tal como él es.

Bert Hellinger

El comienzo de la felicidad

Me gustaría hablar sobre la felicidad. ¿Dónde comienza la felicidad? Cuando comprendemos lo que significa que nuestro padre y nuestra madre hayan sido uno en el amor y dijesen: “Así será”. ¿Existe algo más grande, existen consecuencias de mayor alcance que mi padre y mi madre con su amor me hayan querido y concebido?

Yo miro a muchas personas y naturalmente también me miré a mí mismo. ¿He realmente comprendido lo que significa que mi madre y mi padre estaban al servicio de una fuerza creativa cuando ellos con su amor me concibieron?

Yo también era un niño que se hacía preguntas sobre estos temas. Entonces mi padre me dio una vez una bofetada –merecida, por cierto- y yo me enojé con él. Después durante 30 años pensé en esa bofetada. Esa era la imagen que yo tenía de mi padre.

Ahora miren dentro de ustedes: ¿Qué imagen tienen ustedes de su madre? ¿Y qué sentimientos se concentran alrededor de esa imagen interior? ¿Cuántas imágenes tienen ustedes en total de su madre? Yo tenía tres imágenes de mi madre. Ninguna de ellas era buena. Con esas imágenes yo me arrogué el derecho de hacerle un reproche, inclusive de sentirme mejor que ella. ¡Pero qué clase de enano soy yo en comparación con mi madre que me dio la vida!

De esa manera muchas personas llevan en su alma tres imágenes de su madre. Mayormente imágenes negativas. ¿Pueden ellos estar plenamente en la vida? ¿Hasta qué punto? ¿Y dónde está su felicidad? ¿Tiene la felicidad una oportunidad?

Meditación: Ver a nuestros padres con otros ojos

Cierren nuevamente los ojos. Voy a hacer una pequeña meditación con ustedes. Comparemos las imágenes interiores que tenemos de nuestra madre con nuestra madre como ella fue en realidad. ¡Todo lo que ella soportó para que nosotros vivamos! El embarazo, nueve meses, siendo consciente de los riesgos que ese embarazo traía consigo. Por supuesto que ella tenía miedo de si todo iba a salir bien. Por ejemplo, en el nacimiento la preocupación de que el niño fuese sano. O tal vez la preocupación de haber tenido que cuidar durante toda la vida a un niño minusválido. Todo esto atravesaba sus pensamientos y a todo con amor le dio su consentimiento en sintonía con un movimiento del espíritu.

Luego entre dolores nacimos nosotros y fuimos su hijo. Junto con nuestro padre nos miró. Ambos se sorprendieron de esa criatura de Dios. Todo estaba allí, nosotros estábamos completos y ellos estaban al servicio de esa vida.

De esa manera, como recién nacidos, miramos a nuestra madre a los ojos y vemos a su lado a nuestro padre. Ambos se miran y dicen: “Nuestro hijo”. En el fondo de su alma ellos saben lo que les ha costado que yo sea su hijo. Cuántos años de preocupaciones, de pensar siempre en lo que nosotros necesitábamos. Cuando teníamos hambre, ellos estaban allí. Cuando teníamos miedo, ellos estaban allí. Cuando estábamos enfermos, ellos estaban allí. Siempre estuvieron allí, durante muchos años.

Ahora comparémoslo con las tres imágenes que tenemos de nuestra madre. ¡Qué ridículo! ¡Qué mezquino! Apartemos entonces todas esas imágenes y miremos a nuestra madre y a nuestro padre con recogimiento, como si estuviésemos frente al mismísimo Dios. Es que él está en ellos, con todo su poder y su amor. Así los tomamos en nuestro corazón, a nuestra madre y nuestro padre, y somos felices.

Con ese amor en el corazón nosotros crecemos, somos competentes, aprendemos a amar -igual que nuestra madre, igual que nuestro padre- y hacemos felices a otros.

Ahora ¿cómo se sienten? ¿Son más felices que antes? O sea, todo amor comienza con los padres. Solamente si se logra el amor a los padres, sobre todo el amor a la madre, se lograrán más tarde todas las otras relaciones.

Bert Hellinger

Sobre el Perdón

A veces el enfrentamiento también se sustituye por el perdón, cuando este tan solo encubre y aplaza el conflicto en vez de solucionarlo.

Especialmente grave es el perdón cuando la victima le perdona al culpable como si tuviera el derecho de hacerlo.
Para lograr una reconciliación verdadera, el inocente no solo tiene el derecho de exigir la reparación y expiación, sino incluso tiene la obligación de hacerlo. Y el culpable no solo tiene la obligación de llevar las consecuencias de sus actos, sino también el derecho de hacerlo.
También existe el perdón bueno que respeta la dignidad del culpable guardando al mismo tiempo, la propia. Este perdón exige que la victima no lleve sus exigencias hasta el ultimo extremo y que también acepte la recompensa y la expiación que el perpetrador le ofrezca. Sin este perdón bueno no hay reconciliación posible.

Bert Hellinger

Amor y vida

La felicidad tiene que ver con el amor y con la vida. Ambos van unidos. Toda vida surge del amor. Se despliega con amor y será transmitida con amor.

¿Dónde comienza la felicidad? ¿Dónde comienza nuestra vida? Comienza con el amor de nuestros padres como hombre y mujer. Ese es el comienzo del amor, el comienzo de nuestro amor y nuestra vida. ¿Estamos abiertos a las consecuencias de este razonamiento de que toda vida comienza con el amor de nuestros padres? ¿Y que la vida continúa en nosotros porque nuestros padres se amaron tanto?

¿Al servicio de quién estaban nuestros padres cuando como hombre y mujer se amaron? En la Biblia se dice algo sobre la creación del mundo. Después de haber trabajado mucho Dios dijo: “Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza”.

¿Cuál era la imagen que Dios tenía de los hombres? Él los creó como hombre y mujer. Esta es la imagen que Dios tiene de los hombres. ¿Qué significa esto? Dios los creó como hombre y mujer porque a través de ellos hace progresar la vida en el mundo. La creación no terminó el séptimo día. Cada día avanza un poco más. ¿Cómo avanza la vida? A través del amor del hombre y la mujer. Toda vida humana surge del amor del hombre y la mujer. Cuando nuestros padres se amaron como hombre y mujer, con ellos Dios hizo avanzar su creación. Es lo mismo que sucedió con la creación del mundo. Cuando el hombre y la mujer se aman como hombre y mujer ellos dicen, al igual que Dios durante la creación: “Así será”. ¿Existe una sintonía más profunda con Dios que ese movimiento del amor del cual surge algo nuevo? ¿Puede Dios en su grandeza manifestarse de una forma más maravillosa que en nuestra madre y en nuestro padre?

Bert Hellinger