La medida del amor

 

No es cosa rara que se den dificultades con el amor. Una de ellas es que existe la idea que el amor tiene poder. Que, por ejemplo, gracias al amor se puede alterar un destino. Esta idea es presuntuosa. En lugar de servir la vida, con frecuencia se opone a ella.
Lo apoyaré con un ejemplo sencillo. ¿Cómo les va a niños cuyos padres se preocupan por ellos? ¿A estos niños, les va mejor o peor? ¿Tienen más o menos fuerza para vivir? Muchos padres piensan que se preocupan por sus hijos porque los aman. Pero si los padres renuncian al poder del amor con el cual se sienten el derecho de interferir en la vida de sus hijos, los niños pueden al fin respirar. Por lo tanto, miramos al amor que sirve la vida en vez de poner la mirada en lo que está cerca y que nos preocupa, y miramos hacia algo más grande.
Una vez estuvo conmigo una madre con su hijo de 5 meses. Se sentó al lado mío, apretando el niño en sus brazos. Le dije: “mira una vez por encima del hijo, a lo lejos”. Eso hizo, miró a lo lejos. Y de repente el niño de 5 meses, suspiró profundamente. Se giró hacia mí y me sonrió.
Quiere decir que el amor tiene una medida. No sólo los padres pierden a veces la medida del amor. Los niños sobre todo la pierden. No la conocen. Entonces se hacen cargo de algo en lugar de sus padres, porque piensan de esta manera salvar a sus padres. Esto es una idea increíble. Pero así son los niños.
Y tiene que ver con que el niño no conoce un orden esencial del amor, o sea que los que están antes tienen la precedencia sobre los que vienen después. Quiere decir que los padres preceden a los niños, el primogénito precede al segundo etc. Existe también un orden de origen. Este orden de origen prohíbe que un niño se preocupe por sus padres o los quiera salvar.
Existen dos dinámicas de fondo en el amor, el amor ciego, que en los niños se opone a la vida. La primera es que un niño que ha perdido muy pronto a uno de sus padres o de sus hermanos, le dice:”yo te sigo”. A menudo por ejemplo, un mellizo quiere seguir a su hermano o hermana en la muerte. Eso es amor, pero un amor que hace peligrar la vida. No es un amor que permite lograr la vida.
Luego se da una prolongación de esta dinámica, cuando el niño percibe que uno de sus padres se quiere ir o morir. Este mismo padre frecuentemente se encuentra en la dinámica de “yo te sigo” y quiere irse o morir. Entonces en su interior el niño dice:” yo en tu lugar”. Esto también es amor, pero un amor que lleva a la muerte.
Aquí corresponde que honremos el destino de cada cual tal y como es, sin interferir, incluso sin tener el deseo de interferir. Esto es otro amor completamente distinto. Es un amor sabio y tiene fuerza. Sabe respetar cierta distancia y dejar que el otro viva su destino así como le viene. También deja que nuestro propio destino de desarrolle sin la presión de preocupaciones exageradas para cambiarlo.
Así vemos que el amor grande, el que sirve la vida, nos exige algo. Nos exige más que todo renunciar al poder.

Relación entre la madre y el dinero

Mother giving money for her daughter as financial support.

¿Cuál de los ordenes del Amor secreto, hemos visto aquí? Un orden del Amor que no fue tenido en cuenta, ni respetado. Había alguien que había quedado excluido del lado de la madre.

¿Quién?, no lo sabemos, quizá una pareja anterior de su marido, también puede ser otra persona, no lo sabemos, ni tampoco necesitamos saberlo. Ella en la empresa ocupaba el rol de la persona excluida. La persona excluida era la más importante, ella ocupaba el primer lugar pero no se lo daban. La empleada también se comportaba como si ocupara el primer lugar, así te comportabas. Lo dejamos aquí.

Lo que hemos visto hoy por ahora, se trata solo de unas pocas leyes. No es nada complicado, es algo fundamental y eso va en consonancia con la Hellinger Sciencia. Es decir, que esas comprensiones que yo he tenido, son una ciencia, una ciencia exacta, universal, que siempre vale y que no es posible no tener en cuenta, parecido a la fuerza de gravedad que siempre está vigente; aquel que piense que podría no tenerla en cuenta se cae de bruces. Y de manera parecida con las empresas. Si no se respetan estas leyes hay un efecto inmediato.

Hay una ley importante. El fundador de una empresa nunca puede ser reemplazado. Si uno intenta hacerlo, la empresa está en riesgo. Tampoco puede estar nadie al mismo nivel que él.

Un ejemplo generalizado: Digamos que cuatro médicos fundaron juntos un consultorio. Ellos son los fundadores. Y ahora quiere agregarse un quinto médico. ¿Puede agregarse?, si se agrega pone en riesgo el consultorio. Solo puede ser empleado en una posición inferior, nunca puede estar al mismo nivel. Ustedes fíjense cómo funciona esto así en conjunto, cuando alguien se agrega y es colocado al mismo nivel. Cuando uno sabe esto es mucho el esfuerzo y el dinero que uno se ahorra. Y así uno garantiza su propio éxito.

La primera vez que comprendí esto, fue cuando vino un asesor a verme a mi consulta, eran dos hombres y una mujer y tenían problemas, le pregunté ¿quién fundó la empresa? Nosotros la creamos y la fundamos, la mujer era colaboradora y porque era muy capaz le ofrecimos parte de la sociedad. Yo le llamé la atención sobre eso. La mujer solo puede ser empleada, jamás puede colocarse en el mismo nivel. Después de cuatro semanas me llamaron por teléfono para verme de nuevo ya que seguían con dificultades. Les dije no. Ya dije todo.

Esas leyes hay que tenerlas en cuenta, eso es el orden jerárquico. Al transgredir esos órdenes en la jerarquía hay efectos muy grandes, consecuencias importantes.

Bert Hellinger

El trabajo, los padres y el éxito

Los órdenes del amor en la profesión y en el éxito en realidad son evidentes, solo que los olvidamos con mucha facilidad.

¿Qué es el trabajo? El trabajo es llevar a la práctica la vida. Vivir significa trabajar. Sin trabajo no hay vida. A través de nuestro trabajo la vida continúa, pero olvidamos de dónde provienen estas leyes y las leyes del amor.

Cuando nuestros padres nos dieron la vida a través de su amor, eso era trabajo, trabajo duro, exigió lo máximo, sobre todo de nuestra madre cuando nos dio la vida. Nosotros recibimos la vida a través del trabajo con amor de nuestros padres. Y por eso se manifiesta un orden. Los padres a través de su trabajo nos dan y nosotros tomamos el fruto de su trabajo. No solamente nos dieron la vida, durante muchos años trabajaron duramente para mantenernos con vida, para capacitarnos para la vida independiente.

Y si tomamos así lo que ellos trabajaron, más adelante lo transmitiremos trabajando nosotros también. Entonces ahora hay un orden. Únicamente podemos transmitir aquello que antes tomamos y así comienza también el éxito en el trabajo. Comenzamos tomando en primer lugar de nuestra madre y junto con ella de nuestro padre.

Hemos hecho una observación muy sencilla, aquel que tiene éxito en su trabajo, que hace su trabajo con alegría, está unido a su madre con amor; con amor tomó aquello que la madre regaló y de la misma manera lo tomó de su padre.

Y a la inversa hemos observado, el que no tiene éxito en su trabajo, al que no le gusta su trabajo y que solo hace lo necesario, no tiene éxito en su trabajo y se vuelve pobre porque no tomó y tampoco puede dar.

En realidad ya lo dije todo. Pero quisiera poner esto en un contexto mayor.

Aquel que a través de su trabajo adquiere algo y lo transmite, se comporta como una madre. Aquel que tiene una empresa, una empresa exitosa, ¿cómo se comporta? Como una madre, posibilita que muchos tengan vida; aquellos que están empleados en su empresa, a través de esa firma ganan el dinero que necesitan para alimentar a su familia. Y un gran empresario que sabe esto, se siente responsable por muchas personas como una madre por sus hijos.

Y aquellos que reciben todo eso de él, a través de su trabajo, en su alma ven en él a la madre y al padre. Por eso ellos frente al empresario se comportan también como los hijos frente a la madre, no con sensación como hijos, porque son adultos, pero desde el respeto; ellos respetan que él los mantenga vivos y dan lo mejor que pueden en esa empresa, para que muchos puedan recibir el éxito y mantenerse en vida. Lo vemos en muchas empresas que muchos colaboradores se sienten unidos con la dirección de la empresa, solidarios con ella y entonces están en orden.

Pero si alguien rechaza a empresa, o a su jefe ¿cómo trabaja él? Y ¿qué ocurre con él? Después de un tiempo pierde su puesto de trabajo. Porque no tiene respeto. Pero si lo miramos más detalladamente y aquí en este curso lo vamos a ver, aquel que se comporta de esa manera está separado de su madre, se demuestra que de la misma manera también rechaza a su madre y a su padre.

Entonces, ¿dónde comienza el éxito? Con el respeto y el amor hacia nuestra madre y nuestro padre. Y el que está vinculado así, tiene alegría cuando trabaja.

Y hay algo más que observamos. Allí donde el amor está en orden hacia nuestros padres, cuando somos agradecidos y tomamos aquello que nos regalan, eso se puede notar en el rostro, se ve de inmediato. Aquel que está en sintonía con su madre tiene un rostro radiante; y algo más: muchas personas lo aman, y cuando él da algo en su trabajo los demás lo toman con ganas. Es decir, el orden comienza muy tempranamente.

Bert Hellinger

Biografía de Bert Hellinger

Bert Hellinger nace en Leimen, Baden-Württemberg, en Alemania el 16 de diciembre de 1925, en el seno de una familia católica muy ilustrada. Tenía un hermano mayor. Él considera a sus padres y a sus primeros años en casa como la primera y principal influencia en todo su trabajo. Una fe muy personal y una gran cultura alejaron a su familia de las creencias del Nacional Socialismo. Debido a sus repetidas ausencias a las reuniones de la organización de Hitler para la juventud y su participación en una organización ilegal católica, Bert Hellinger estaba vigilado por la Gestapo y fue clasificado como «Sospechoso de ser un enemigo del pueblo”. No fue arrestado gracias a que muy pronto, a los 17 años, fue reclutado por las fuerzas armadas. Vivió la realidad del combate durante un año, luego fue prisionero de guerra en un campo americano de prisioneros en Bélgica. Experimentó la dureza de la venganza ejercida sobre los presos. Al año se escapó y consiguió volver clandestinamente a su casa al cabo de meses de huida. Su madre, que estaba esperando al otro hermano,  al abrirle la puerta le dijo: ¡Ah, eres tú! Su hermano había desaparecido para siempre, engullido por la guerra en la terrible batalla de Stalingrado.

La segunda influencia importante es que, ya en su niñez, con certeza, deseaba ser sacerdote. Sus padres accedieron a que, con diez años, ingresará en un seminario para jóvenes.  A los 20 años, en 1945, inmediatamente después de escapar del campo de prisionero, entró en una orden religiosa católica y empezó un nuevo y largo proceso de purificación silenciosa de cuerpo, mente y espíritu; estudiando, contemplando y meditando.

Estudió Filosofía y Teología en la Universidad de Würzburg en Alemania (1947-1951) y Pedagogía. Decide terminar sus estudios en Sudáfrica para empezar a ejercer su vocación como misionero entre los Zulúes. Obtiene el grado de B.A. en la Facultad de Artes de la Universidad Natal de Sudáfrica (1953-1954). Estudió un año más en la Universidad de Sudáfrica donde obtuvo un grado académico en Educación Universitaria.

Sus 16 años de convivencia con la cultura Zulú también dejaron huellas profundas en su trabajo de Constelaciones Familiares. Allí dirigió un gran internado donde era profesor al mismo tiempo que cura de una parroquia. Comenta con satisfacción que el 13% de todos los negros sudafricanos que eran universitarios en Sudáfrica en esa época, habían sido estudiantes de su escuela misionera. Aprendió la lengua Zulú lo suficiente como para dar clases y dirigir el internado.

El respeto a los mayores que había aprendido en su familia se vio confirmado por la cultura Zulú. Gracias a su convivencia con varias culturas, la suya, la del poder “blanco” de Sudáfrica y la de sus alumnos Zulúes aprende a relativizar los valores culturales y extraer lo esencial para las relaciones humanas y su dignidad.

Observó que muchos de los rituales Zulú y sus costumbres tenían una estructura y una función similar a los elementos de la misa católica, que honraban las experiencias humanas más significativas. De esos años quedó la comprensión de ideas fundamentales: “Hay diferentes maneras equivalentes de hacer las cosas”, y “Lo Sagrado es omnipresente”. Por ejemplo, consiguió integrar la música Zulú y su ritual dentro de la misa.  Podemos resaltar su actitud constante de insumisión a los dogmas y reglas que no respetaran la dignidad de los estudiantes y sus familias y su práctica de los Órdenes del Amor, más de treinta años antes de darles nombre. Ahí también, aprendió la necesidad fundamental de los seres humanos de alinearse con las fuerzas de la naturaleza.

Otra influencia importante fue su participación en un curso inter-racial y ecuménico de dinámica de grupo, dirigido por Clérigos Anglicanos. Ellos trajeron de América una nueva forma de trabajar en grupos, la Dinámica de Grupo, que valoraba el dialogo, la fenomenología y las experiencias individuales humanas. Bert Hellinger experimentó por primera vez la grandeza de la fenomenología aplicada a una nueva dimensión de cómo cuidar de las almas.

Otro hito en la orientación de su misión se debió precisamente a una de las sesiones de dinámica de grupos. Uno de los instructores le preguntó en el grupo, «¿Qué es más importante para ti, tus ideales o la gente? ¿Cuál sacrificarías?» Este ponente les pidió que se hiciesen todos esta pregunta y esperasen al día siguiente para dar su respuesta. Bert  se pasó la noche sin dormir. Hoy dice: «Le fui muy agradecido por haberme hecho esa pregunta. De alguna forma esta pregunta cambió mi vida. Pues esa orientación fundamental hacia los hombres ha dirigido todo mi trabajo desde entonces. Una excelente pregunta digna de todo.»

En una estancia en Alemania, descubre la Gestalt y es el primer cliente de la “Silla caliente”. Explica que gracias a este ejercicio descubrió que el sacerdocio para él había terminado. Entonces decidió esperar, sin prisa, que fuese el momento oportuno de dejar la orden religiosa. Describe cómo gradualmente se dio cuenta de que ser sacerdote no era la expresión más apropiada para su crecimiento interno. Así, en 1970, a los 45 años, consiguió despedirse de 25 años  de compromiso, en paz y de común y amistoso acuerdo.

Volvió a Alemania y empezó su formación psicoanalítica en Viena, Austria.

Conoció a su primera esposa, Herta, psicóloga y ex monja como él. No tuvieron hijos.

El Psicoanálisis fue entonces una influencia importante. Así como lo hacía con todo, se metió de lleno en su estudio psicoanalítico, leyendo la obra completa de Freud y mucha literatura relevante. Pero cuando su instructor le dio una copia del “Grito primal” de Janov que le descubre el trabajo terapéutico a través del cuerpo, se dio cuenta de que un libro no era suficiente y que necesitaba conocer personalmente a Janov y experimentar su terapia del grito primal.

Visitó a Janov en los Estados Unidos, en Los Ángeles, California, y en Denver, Colorado. Se quedó nueve meses para terminar un entrenamiento completo. Cuando volvió a Alemania, la comunidad psicoanalítica de Viena no vio con buenos ojos su praxis de incluir una terapia con enfoque corporal “el grito primal” al psicoanálisis de sus clientes. Y de nuevo se preguntó: “¿Qué es más importante, lealtad a un grupo o el amor a la verdad o a la pregunta?”  El amor a preguntar con libertad ganó, y una separación del Psicoanálisis se hizo inevitable, aun así recibió el título de Psicoanalista, aunque no del instituto de Viena.

La eficacia que consiguió con la psicoterapia con enfoque corporal le orientó profundamente y lo corporal se transformó en un elemento decisivo  de sus terapias fenomenológicas.

Entonces, él y su mujer decidieron ir a vivir a Estados Unidos, donde el mundo terapéutico estaba en plena efervescencia.

Muchas escuelas terapéuticas tuvieron una gran influencia en el trabajo de la pareja.

Se habían especializado en Gestalt con Ruth Cohn e Hilarion Petzold.

Conoció a Fanita English durante este periodo, y a través de ella y con el trabajo de Eric Berne, se introdujeron en el Análisis Transaccional. Su trabajo con el análisis de « guiones » le permitió descubrir que algunos de esos guiones pasan de generación en generación y se manifiestan en las familias. Entonces les dio un enfoque sistémico, viendo que los guiones que actúan en las personas se disuelven junto con la identificación que los promueven.

Junto con su esposa Herta, integró lo que él ya había aprendido de la Dinámica de Grupo y el Psicoanálisis con la Terapia Gestalt, Terapia Primal y Análisis Transaccional.

La pareja se formó a las diferentes terapias breves del momento y sus intervenciones eran cada vez más certeras y breves.

Se acercaron a las formaciones en terapias sistémicas familiares. El libro de Ivan Boszormenyi-Nagy – Invisible Bonds (Vínculos Invisibles), su reconocimiento de las lealtades ocultas y su necesidad de mantener un equilibrio entre dar y tomar en familias, les impàctó.

Se capacitaron en Terapia Familiar con Ruth McClendon y Leslie Kadis. Ahí fue donde por primera vez conocieron las constelaciones familiares. «Yo estaba muy impresionado por su trabajo, pero no podía entenderlo. Sin embargo, decidí que yo quería trabajar sistémicamente. Después empecé a pensar en el trabajo que había estado haciendo y me dije, también es bueno. No voy a renunciar a eso antes de que realmente haya entendido la Terapia Sistémica Familiar. Así que seguí haciendo lo que había hecho. Un año después pensé de nuevo en eso, y me sorprendí al descubrir que estaba trabajando ya de una manera sistémica.»

El leer el artículo de Jay Haley acerca de “El triangulo perverso” les permitió descubrir la importancia de la jerarquía y el orden en las familias. Continuaron el trabajo en la Terapia Familiar con Thea Schönfelder  y en Hipnoterapia y Programación Neurolingüística (PNL) con Milton Erickson, del que Bert tomó el uso de las historias en sus terapias. También se acercaron, con mucho provecho, a la Terapia Provocativa de Frank Farelly y  a la Terapia de Contención de Jirina Prekop.

Bert tiene la fuerza de lanzarse a situaciones totalmente nuevas y de sumergirse en ellas. Cuando ya domina algo, tiene que abrirse a otras cosas. Duda de todo y no acepta nada sin una verificación empírica previa del fenómeno.  Su insistencia en ver lo que realmente es, combinada con la constante lealtad y confianza en su sensación interna, el dolor físico que le provoca lo “falso” y la fuerza que le da lo real, le guían con seguridad.

Su compañero filosófico en este “largo camino” ha sido Martin Heidegger: la búsqueda profunda de Heidegger por las verdaderas palabras que resuenan en el alma, tiene su correspondencia cuando los clientes tienen que decir frases en las constelaciones que anuncian el cambio para algo mejor, señalando el flujo renovado del amor. Otros compañeros son la poesía y la música. Es importante reseñar su vibración con Rilke y su devoción por la ópera de Wagner.

Sus comprensiones y su libertad de pensamiento le permiten descubrir la riqueza de la formula de representar al sistema familiar por otras personas, técnica que estaba ya en uso cuando la empezó a practicar (Jodorowski padre ya utilizaba la representación desde los años 1930) pero que sólo él fue entendiendo el significado profundo de esta representación.

Gracias a su percepción fenomenológica, va tomando conciencia de lo que hay detrás de la realidad aparente, detrás de los conflictos y del sufrimiento, detrás de la paz y de la felicidad. Trabaja en y con los campos morfogenéticos, descubriendo las leyes sistémicas del amor, «los órdenes del amor», el papel de la conciencia moral, la dinámica profunda del movimiento sanador.

Su método está en continua evolución.

A partir de 1999, gracias a su observación fenomenológica descubrió el movimiento del alma o movimiento inherente al campo en busca de su homeostasis, movimiento que se manifiesta a través del inconsciente, del lenguaje corporal y de los efectos que tiene en nuestras vidas. También descubre que los representantes son movidos por una fuerza de reconciliación al servicio de la sanación del cliente.

De vuelta a Alemania con su primera mujer donde trabajan juntos durante varios años, conoce a Marie Sophie, con quien se casa unos años mas tarde. La vida y la visión de Bert toman entonces un nuevo vuelo: acepta escribir, empieza a viajar, inicia formaciones, tiene la comprensión del movimiento del alma, del significado de la conciencia moral y del orden del amor de la Pertenencia (hasta entonces, él pensaba que todos pertenecían menos los asesinos y los que habían abandonado a sus hijos, a partir de ahora, 2002-2003, todos sin excepción pertenecen, la conciencia moral y sus juicios son la manifestación de nuestra energía asesina), y paralelamente del movimiento del espíritu, sus constelaciones dejan de ser psicoterapias y devienen en una herramienta al servicio de la vida, reflejo de su filosofía.

Uno de sus mayores descubrimientos ha sido entender el rol de la conciencia moral.

Este descubrimiento es tan desestabilizador que estuvo varios años estudiándolo, para obtener la seguridad de su comprensión, observando una y otra vez la presencia de la buena conciencia detrás de los conflictos y agresiones, tanto entre individuos como entre grupos y países, antes de sacar a la luz sus conclusiones. Descubrió que la buena conciencia es un órgano fisiológico que sirve de cemento social, evitando las singularidades, separaciones y tomas de autonomía. Uno tiene mala conciencia cada vez que actúa de forma independiente de alguien o de un grupo, por lo contrario siente buena conciencia siempre que refuerza su pertenencia, un vínculo, bien sea de amistad, amor o solidaridad.

De hecho, observó que usamos la justificación moral «estoy en mi derecho» «es mi deber» «eso es bueno, lo otro es malo» cada vez que estamos actuando sin amor con alguien, o sea cada vez que hacemos daño a alguien…

Hacia 2003, Bert distingue entre movimiento del alma y movimiento del espíritu. Los movimientos del alma serían los movimientos de la conciencia, de lo que crea las intrincaciones y compensaciones arcaicas. Mientras que el movimiento del espíritu es la conexión con una energía en movimiento, una energía de amor que procede de fuera, de más allá de lo sistémico y que hace fluir la fuerza sanadora en la Constelación. De ahí nacen las Constelaciones del Espíritu o Nuevas Constelaciones, como le gusta a Bert llamarlas. Son constelaciones en las que el constelador conecta con algo más grande y deja hacer. La eficacia es cada vez mayor y más global.

En 2005 elabora un nuevo corpus científico «la Hellinger Sciencia».

Es la ciencia de la organización de la vida humana, fruto de complejas intrincaciones, solapamientos y fidelidades, siempre movidas por el amor, resultado de las fuerzas sistémicas del Campo. Al Campo pertenecemos todos por igual, vivos y muertos, conocidos y desconocidos. Tal como lo explica la física cuántica, todos estamos interconectados.

La Hellinger Sciencia descubre y describe los principios sistémicos, que tienen prioridad sobre el amor, para que fluya el éxito en todos los campos de la vida.

«La Hellinger Sciencia lleva consigo una dimensión suplementaria, la dimensión espiritual que nos empuja más allá de los conocimientos directamente comprensibles respecto a los órdenes y desórdenes en nuestras relaciones. Únicamente a través de aquella dimensión se puede percibir su sentido universal y los efectos que de ella emanan en todos los ámbitos de la existencia.

¿Qué es este conocimiento del espíritu y cuáles son sus dimensiones? La observación es la herramienta para descubrirlo y detectar sus efectos: nada de lo que existe se mueve por sí solo. Todo es movido por algo que viene de más lejos. Aún si aparentemente algo se mueve por iniciativa propia, al igual de todo lo que vive, su movimiento no puede originarse en sí mismo. Cada movimiento, tratándose de todos los seres vivos, se inicia en un movimiento de afuera y sigue movido por él ininterrumpidamente a lo largo de lo que dure su vida.

Algo más pide un instante de reflexión.

Cada movimiento, sobre todo cada movimiento vivo, es un movimiento consciente. Esto presupone una conciencia presente dentro de aquella fuerza que lo mueve todo. En otros términos: cada movimiento es un movimiento intencional. El movimiento se mueve por ser así la intención de aquella fuerza, obedeciendo a cómo esta fuerza lo requiere.

¿Entonces, qué hay en el origen de todo movimiento?

Un pensar, que lo piensa todo tal como es

Revista Hellinger marzo 2007

En ese pensar está el origen de toda sanación.

Y reconocer las cosas como son, asentir a todo como es,  permiten sintonizar con ese pensar y su fuerza sanadora.

Sus observaciones fenomenológicas, por ejemplo sobre la relación terapéutica y la contra transferencia, aportan mucha luz y eficacia a la psicoterapia, a la vez que desestabilizan y levantan polémica: pronto le echan de la Asociación Internacional de la Gestalt, los psicoterapeutas y psicoanalistas  le temen, es excluido de la intelligentsia europea…

Las Constelaciones Familiares se han extendido por el mundo entero, a la vez que Hellinger siguió evolucionando, alcanzando nuevas tomas de conciencia y constelando de un modo cada vez más sobrio y potente.

En sus talleres, el deseo de Hellinger es transmitir sus conocimientos sobre la herencia familiar, el amor, la felicidad, la paz, la salud y el éxito en los distintos campos de la vida. Su anhelo es que las «nuevas Constelaciones familiares», basadas en la sintonía con la vida como es y la entrega del terapeuta a algo más grande, expandan  su ámbito de sanación, pacificación y crecimiento.

En diciembre 2010 Bert Hellinger celebra su 85 cumpleaños al término de un entrenamiento internacional en Badreichenhall, Alemania.  En la comida homenaje, Bert estaba sentado con Herta a su izquierda y Sophie a su derecha. Era la primera vez que aparecía en público su primera mujer desde que se había casado con Sophie. Unos mese más tarde en la Ciudad de México, anunció, en el entrenamiento internacional que dirigía bajos los auspicios del CUDEC, que cedía la dirección de las Constelaciones Familiares a su esposa Sophie.

Desde entonces interviene cada vez menos, respetando la nueva orientación que Sophie imprime a las Constelaciones Familiares.

Sin embargo son de señalar dos momentos en los que resurgió el Gran Hellinger, deseando, con vehemencia, abrirnos a otra dimensión, para que dejemos de practicar las constelaciones primeras y nos entreguemos a las nuevas constelaciones. Uno fue en 2013 y otro en 2016. En 2013, durante unos meses, vuelve a mostrar la conexión de las nuevas constelaciones, a las que llama constelaciones Mediales, con otro nivel.

En 2016, en Viena, en un entrenamiento a las nuevas constelaciones, una meditación nos muestra a donde nos lleva de nuevo durante ese año: Cerrad los ojos. Miramos una situación específica en nuestro trabajo de constelaciones. Sin intención, simplemente dejándonos llevar con amor hacia otra dimensión.

Hellinger ha penetrado, con rigor, en el campo del conocimiento, lo que le permite elaborar una nueva filosofía y una nueva visión coherente de todos los aspectos de la vida. Entre ellos, una nueva visión sobre la felicidad, el éxito, el amor. La era renacentista del Individuo, solo frente a su destino, frente a sus decisiones individuales y su «cogito ergo sum» han muerto; está naciendo – desde principios del siglo XX – la era del Campo, que se llame cuántico, morfogenético, sistémico, Conciencia familiar o Conciencia del espíritu.

El campo creado por Bert Hellinger no cesa de crecer y enriquecerse. La fuerza de la resonancia mórfica orienta a miles de consteladores, aparentemente desconectados los unos de los otros, hacia una misma dirección al servicio de la vida.

Bert Hellinger ha escrito 64 libros traducidos a 25 idiomas.

 

El círculo
“Después cuenta que lo que hicimos en el tiempo,
Con el tiempo se nos escapa,
Como si perteneciera a otro tiempo.
Donde creíamos actuar,
Tan sólo éramos levantados como una herramienta,
Usados para algo que va más allá de nosotros,
Y luego, puestos a un lado de nuevo.
La despedida nos encuentra concluidos.

 

Justo cuando la fruta madura cae, suelta aquello que sirve al futuro. Cuando la saboreamos tal vez olvidamos que sólo es la cáscara que rodea aquello que sigue teniendo un efecto. Y así en ella se condensa aquello que fue antes y aquello que aún está por venir.”

 

Brigitte Champetier de Ribes

Sintonía con la Vida

La sintonía con la vida es un hecho natural. Proviene de reconocer lo que hay, de ver las cosas como son.
¿Y qué es un ser humano? El hijo de su padre y de su madre, los haya conocido o no, estén vivos o estén muertos. Es una evidencia, tan simple que parece una perogrullada decirlo. Las cosas esenciales suelen ser simples.
El padre y la madre engendraron una vida a la que se llamó hijo o hija. Un hijo o una hija es una vida concebida por unos padres. Todo ser humano es hijo, por tanto es vida.
Reconocernos como hijo o hija de nuestros padres, simultáneamente nos hace reconocernos como vida engendrada por ellos. Somos una vida, con su principio y su fin. Somos vida, hasta que llegue la muerte. Reconocernos como “hijo de” nos sintoniza con la vida, somos la vida misma.
Y cuando llega la muerte, la filiación permanece y se transmite genéticamente a todos los descendientes. Soy “hijo de” me hace pertenecer para siempre. En la vida y en la muerte seguiré siendo “hijo de”.
Las actuaciones y vivencias emocionales de la persona se memorizan en los genes de los familiares vivos de un modo particularmente intenso en el momento de la muerte a la vez que la energía vuelve a su primer estado, anterior a la concepción. La energía pierde la densidad de la vida humana, recobrando su primera vibración.
Soy “hijo o hija de” significa que por ahora soy una vida, soy vida. De un modo natural soy vida, mientras esté vivo. No necesito buscar la vida más allá de mí. Soy vida, y ¿Dónde reconozco esta vida? En el instante presente, soy vida ahora. Soy ahora.
Uno está en sintonía con la vida, cuando acepta o reconoce ser hijo de sus padres.
La extraordinaria fuerza de la concepción nos transforma en energía de vida. Energía de hijo es energía de vida. Soy la vida creada por los padres, soy vida.
En mi todo el pasado se ordena y toda mi fuerza vive en el momento presente, dirigida hacia el futuro.
Reconocerme como “hijo o hija de” me sintoniza simultaneamente con la vida y con Algo más grande. Permite que nuestra vida fluya espontáneamente en el respeto de la jerarquía natural, de la pertenencia y del equilibrio entre dar y recibir.
En efecto, soy “hijo o hija de” me coloca en mi lugar y me permite pertenecer.
Reconocer que soy “hijo o hija de” me impulsa a vivir y ayudar a vivir. No puedo no hacerlo, mi deuda hacia mis padres es tan grande que sólo puedo querer vivir la vida regalada por ellos y ayudar a los demás a vivir. Así, de un modo instintivo equilibro lo que recibí de mis padres con mis ganas de vivir y lo que doy a mi entorno.
No reconocernos como “hijo o hija de” tiene como consecuencia inmediata cortarnos de la vida y de su fuerza. Nos corta del respeto instintiva de los Órdenes del amor.
En efecto, no reconocerme como “hijo o hija de” es causa o consecuencia de mi rechazo de la jerarquía natural.
No reconocerme como “hijo o hija de” me aleja de mi grupo de pertenencia, provocando en mi exclusión de otros y de mí misma.
No reconocerme como “hijo o hija de” me impide desear devolver la vida recibida de mis padres. No puedo cumplir con “el equilibrio entre dar y recibir”.
Sólo reconocemos los órdenes del amor por la consecuencia dolorosa de su transgresión. Como dice Bert Hellinger, sólo conocemos los órdenes del amor por sus efectos. Si hemos tomado a nuestros padres, estos órdenes son respetados de un modo implícito. Es el rechazo a los padres, por ende a la vida como es, lo que provoca los desórdenes y la necesidad de conocer estos órdenes del amor.
Reconocernos como hijo o hija nos sintoniza con la vida. Sintonía que nos permite fluir con los órdenes del amor. Porque esta sintonía es la matriz de los órdenes en el amor.

Brigitte Champetier de Ribes

Separación temprana de la madre


La observación que he hecho es que en la mayoría de los seres humanos ha habido una separación temprana de la madre y el efecto es que después de eso la criatura se aleja de la madre. Muchas veces la criatura está llena de rabia, e interiormente se separa y ya no se acerca a la madre. Es decir, la separación no tiene nada que ver con querer o no querer. Es la consecuencia de un trauma de separación y esta vivencia tiene un efecto sobre todas las relaciones posteriores, sobre las relaciones de pareja, y también tiene consecuencias en nuestra profesión. En la configuración lo podemos observar cuando colocamos enfrentados hombre y mujer y uno de ellos o ambos se quedan detenidos, no se acercan al otro, se mantienen esperando a que el otro se acerque. Y si éste se acerca, el otro se retira. Y todo está en relación con esa separación de la madre.

Entonces se da la pregunta, ¿cómo podemos superar esa separación temprana? ¿Cómo podemos volver a retomar el movimiento hacia la madre para volver a sentir la unidad? Es un proceso muy complicado y está relacionado con un profundo temor, y si lo logramos tiene efectos sobre todas nuestras relaciones posteriores. Ahora me desvié, me perdí. Porque yo quería quedarme con las enfermedades, pero aquí pudimos ver que también tenía un papel importante. Ahora me pregunto, ¿sigo con las enfermedades o lo llevo en dirección hacia la madre? Lo segundo. ¿Ok?

Entonces voy a explicar algo con respecto a esto. Después de la separación, después de esta experiencia, cambia en nosotros la imagen que tenemos de la madre. Habíamos tenido y hecho experiencias tan bellas contenidas por ella, acariciadas por ella. La miramos a los ojos y nos encontramos felices. Y ahora pruébenlo en ustedes mismos.

Cierren los ojos.

¿Cuántas imágenes guardan de su madre? ¿Y cuáles son las emociones ligadas a estas imágenes? Según mi observación, la mayoría no tiene más que cinco imágenes de su madre. Cinco recuerdos. Todos negativos. Todos ligados a un rechazo o un reclamo. Y si ahora me imagino y si solo observo cómo las madres se ocupan de sus hijos y muchos de ustedes que tienen hijos, ¿Cuánto amor se entregó a los niños? Y lo mismo vale para el padre. ¿Y ahora solo le quedan a la criatura cinco imágenes negativas? ¿No es extraño eso? ¿Y cómo estas pocas imágenes y estas emociones envenenaron toda nuestra vida y envenenaron todas nuestras relaciones? Ok.

¿Lo comprendieron ahora? La pregunta es, ¿Cómo superamos eso?

Ahora voy a hacer un ejercicio con ustedes.

Cierren los ojos.

Ahora regresamos al tiempo antes de esa vivencia de separación, de división. Regresamos a la felicidad temprana.

Por ejemplo, regresamos al útero materno, totalmente uno con ella. Respiramos con ella. A través de su respiración, respiramos. Cuando ella exhala, también nosotros exhalamos. A través de la misma sangre, lo que siente también lo sentimos nosotros. Si está contenta tal vez nos movemos en su regazo. Y ella siente que nosotros compartimos esta alegría. Y si tiene temores también lo sentimos. En todo sentido somos con ella un corazón y un alma.

Luego nacemos. De pronto separados de ella y por primera vez respiramos por nosotros mismos. Inhalamos el aire, y nuestros ojos buscan los ojos de la madre. De inmediato la reconocemos. Le tendemos las manos y ella las toma y nos acerca al pecho. Finalmente de nuevo con ella. Nos da su pecho, nosotros tomamos y continuamos. La miramos a los ojos, protegidos y seguros en todo sentido junto con ella.

Y luego siempre está ahí presente.

Solo necesitamos gritar y de inmediato está ahí. Así vamos creciendo, jugamos con ella, ella con nosotros y nos sentimos felices ligados a ella en todos los sentidos. Y ahora nos detenemos y nos aferramos a estas imágenes hermosas. Nos llenamos de las imágenes y, mientras nos dejamos iluminar por ellas, nos sentimos felices. Las imágenes negativas se desplazan hacia el fondo y las emociones ligadas a estas imágenes también se desvanecen. De pronto nos sentimos uno con nuestra madre.

Y ahora nos imaginamos así como nos encontramos ahora, estar frente a nuestra madre a cierta distancia, la miramos a los ojos continuamente.

Y ahora con esas imágenes en el corazón y con la mirada de sus ojos, damos un pequeño paso hacia ella. Y sentimos los temores, el temor de dar ese paso. Los temores y dolores antiguos vuelven a resurgir, pero con las imágenes hermosas y felices frente a nosotros y con la mirada a sus ojos damos el primer pequeño paso hacia ella. Este paso lo logramos y esperamos.

Nuevamente enfocados en los recuerdos felices y, cuando notemos que hay suficiente fuerza en nosotros, damos el siguiente pequeño paso. Y entonces el tercer paso y el cuarto y volvemos a esperar. Ya se hizo más ligero y más fácil acercarnos a ella. Respiramos profundamente y nos alegramos del recorrido logrado de habernos acercado a ella.

Luego el siguiente paso. Cada vez se hace más fácil.

La miramos a los ojos y nos alegramos. Y ella se alegra de que finalmente nos acerquemos. Otro paso más y otro más. Ahora ya nos encontramos muy cerca, la miramos a los ojos y le decimos, “Querida mamá”. Y nos entregamos a sus brazos. De nuevo con ella. Finalmente de regreso a casa.

Y ahora sentimos lo diferente que se siente todo nuestro cuerpo, cómo nos ampliamos interiormente. Por fin de nuevo completos.

Bert Hellinger

La Enfermedad

Muchos de los que llegan a constelaciones familiares buscan ante todo sanación y, a través de las constelaciones familiares, los trasfondos de las enfermedades en muchos sentidos surgieron a la luz.

Es extraño que nosotros apenas percibamos una enfermedad en nosotros. Hacemos los intentos más diversos para deshacernos de la enfermedad. En constelaciones familiares sin embargo salió a la luz que las enfermedades son mensajeros de otro poder y, si nos queremos deshacer de las mismas, no tenemos posibilidad de descifrar el mensaje. Y nuestros intentos de deshacernos de la enfermedad en muchos sentidos nos ocasionan un daño, y no solo a nosotros, sino también es un perjuicio para nuestra familia.

Representar a un excluido

Por ejemplo, como Sophie y yo ahora comúnmente lo hacemos, si colocamos un representante para la enfermedad, surge a la luz. Y la enfermedad muchas veces representa a un miembro de la familia al que se ha rechazado, al que se ha excluido, y al que no se da el derecho de pertenencia dentro de la familia. Esto es, una persona excluida. Es decir que levanta la mano y quiere decirnos algo a través de la enfermedad. Si entonces logramos reincluir a esta persona y darle un lugar en nuestro corazón y reintegrarla en nuestra familia, la enfermedad se puede retirar porque ha cumplido con su servicio. Esto es una parte.

“Yo te sigo”

Luego otra cosa importante salió a la luz. Hay dos frases que llevan a una enfermedad. Una frase es: “Yo te sigo”. Y entonces se enferma, y muchas veces esta enfermedad está relacionada con el género, con el sexo y ante todo con el vientre. Y la mujer no sabe de dónde proviene esta enfermedad. Pero ese hijo perdido da su mensaje a través de esa enfermedad, y si ahora está reintegrado tanto en el alma como también en el cuerpo, la enfermedad se puede retirar. Esta es una de las frases. Pero también lo vemos si la creatura ha perdido a su madre durante el parto. Es decir, la madre falleció durante el parto. Cuando la madre muere en el parto, entonces la criatura quiere seguir a la madre. Eso se ve muy a menudo y la criatura enferma y muere. Esa es una de las frases.

¿Me pueden seguir?

Porque esto es fundamental, es otra comprensión de la enfermedad.

“Yo por ti”

Ahora la segunda frase. Y esta frase es la responsable de la mayoría de las enfermedades. Cuando una criatura percibe que su madre quiere morir, entonces la criatura dice a su madre, “Yo por ti”, “A cambio de que tú vivas, mejor muero yo”. Y así la criatura enferma o muere, y detrás se encuentra otra frase. Muchas veces también la madre dice y en relación a ello también padre, “Tú por mi”, “Muere por mi”, “Enferma tú en mi lugar”. Es decir, es un doble movimiento, la madre o el padre desplazan las consecuencias de su culpa a su hijo. Y el hijo dice, “Sí”. Obviamente aquí tenemos que considerar lo que ya comenté acerca de la culpa y la expiación. Estos movimientos se dan en los ámbitos de la consciencia del bien y el mal y tenemos que crecer más allá de ello. Tenemos que superar la culpa y ante todo tenemos que crecer más allá de la expiación por la culpa.

Quiero añadir algo acerca de las religiones.

Y aquí, ante todo, en el cristianismo. Toda la religión del cristianismo se basa en la frase, “Yo por ti”. Toda la concepción de la salvación de nuestros pecados significa que decimos o que esperamos que el otro en nuestro lugar expíe la culpa. Por ejemplo, Jesús a cambio de que nosotros encontremos la muerte, él murió por nosotros. Y en la Biblia se encuentra una frase: “un amor mayor no tiene más que aquel que entregue su vida para otros”. Esta terrible frase que causa tanto daño en nuestro ámbito familiar, ese “Yo por ti” se convierte en una ejecución religiosa con la cual alcanzamos o merecemos el cielo.

¿No es terrible esto? ¿No es totalmente loco? Y ese concepto de que Dios quiere esos sacrificios sangrientos para reconciliarse con nosotros. ¿Y cómo podemos sanar todo esto? ¿Cómo nos podemos mantener sanos? ¿Cómo podemos mirar a la enfermedad si a ese Dios lo enfrentamos y le decimos “Tú eres el erróneo. Tú no puedes ser el Dios de la creación. Tú fuiste creado según nuestra imagen.” ¿Y quién tiene fuerza para decirlo? Más bien morimos con el concepto: yo soy un salvador. Puede tener una connotación más loca, pero, ¿quién tiene fuerza de crecer más allá de esto? ¿Qué sucede con la persona que lo hace? Pierde el derecho de pertenencia a su grupo. Es decir, vive un movimiento del espíritu, crecemos hacia otro nivel de consciencia. Ese nivel de consciencia es la base de la sanación.

Ahora sí hablé demasiado, pero fue importante lo que aquí expresé.

Bert Hellinger