Mi otra yo: Constelaciones Familiares en Netflix

Si vivimos algo una y otra vez puede que nosotros rompamos el círculo. Y el pasado, aunque lo olvidemos sigue afectándonos.

Así es como comienza Mi otra yo, una serie turca de 8 episodios que se emite en Netflix en la que tres amigas se reúnen cuando una de ellas tiene cáncer y ha recaído a pesar de los tratamientos alopáticos recibidos. Se embarcan en una aventura hacia el autodescubrimiento de forma voluntaria en unos casos y más forzada en el caso de Ada con una herramienta llamada “Expansión de familia de origen” que claramente es un trabajo sistémico de Constelaciones familiares.

Esta serie se basa en la búsqueda del origen espiritual de la enfermedad, los problemas o el carácter cuando nos atrapan. La protagonizan Tuba Büyüküstün, Boncuk Yılmaz y Seda Bakan que son tres amigas que viajan a un pequeño pueblo (Cunda) en Turquía para que una de ellas se recupere del cáncer, pero en ese viaje hay recorridos interiores para todos y todas con una invitación común: encontrarse y sanar su pasado.

Como dice el tráiler en su inicio: Nuestro objetivo es llegar al fondo de nuestros problemas nuestras preocupaciones y miedos y las espirales que nos atormentan.

La sanación llega cuando se conecta con la parte espiritual, se ordena el pasado liberándolo de secretos, mentiras, no dichos y miedos y se concilia el perdón más profundo con los ancestros, con uno mismo y con todo lo que se vive o se ha vivido.

Pero no todos piensan de la misma manera y cuando la razón prima y se protege bajo el paraguas de la ciencia no se puede entender como las personas mejoran radicalmente cuando sencillamente conectan con su ser profundo y son coherentes con sus propias necesidades. Siendo lo más básico en la vida no siempre es lo más aceptado. Incluso aunque una madre ve que su hija mejora física y relacionalmente (la protagonista) se queja del trabajo del terapeuta cuando lo que hace es estar bajo el miedo de que su hija “despierte” y se marche de su lado o se entere de un secreto familiar guardado bajo el peso de los años.

El acompañamiento sistémico

La serie muestra en pantalla el trabajo de un acompañante terapéutico, Zaman (Firat Tanis) que ayuda a las personas a ser mejores versiones de sí mismas y comprender las profundas razones de sus malestares, enfermedades o bloqueos entendiendo que no solo se producen por causas ajenas a la persona, sino que esta puede tener responsabilidad en la aparición de la misma ya sea por la manera de vivir o por la forma de estructurarse en la vida.

Es lo que puede vivir cualquier terapeuta cuando alguien ha realizado el camino de la medicina alopática y necesita abrirse a su mundo emocional para poder encontrar el origen de un dolor y recuperarse. Todo suma y nada resta cuando se juntan los dos lados y se deja de polarizar o estigmatizar lo que no está acorde con nuestras ideas.

Netflix apuesta por una serie sistémica

Por primera vez se ve muy claramente y de forma respetuosa el trabajo de las Constelaciones familiares, de la psicogenealogía y transgeneracional. Todos los diálogos y explicaciones han sido muy estudiados y están alineados con una forma respetuosa de trabajar. No hay una sola frase fuera del marco teórico del trabajo sistémico lo que se agradece enormemente ya que la difusión a través de la plataforma de Netflix es altísima y se hace de una manera correcta.

Incluso como referencia bibliográfica aparece el libro Este dolor no es mío de Mark Wolynn cuyo subtitulo es “Identifica y resuelve los traumas familiares heredados”. Libro que os recomiendo si os interesa conocer más sobre el trabajo sistémico.

Si te interesa saber o aprender sobre Constelaciones Familiares y cómo se trabaja, esta es una gran serie de ejemplo para que descubras cómo se realiza una constelación, a qué información podemos a través de nuestro inconsciente y qué cambios podemos experimentar si sanamos la historia familiar.

Reflexionar sobre la vida

“Mi otra yo”, te hará reflexionar sobre los temas humanos más profundos desde el valor de la amistad a la importancia de sanar errores y traumas del pasado, sobre todo ocasionados en el entorno familiar. Solo así podemos dejar de estar atrapados por un pasado que pilotea de manera automática sin dar margen a una nueva construcción. Prisioneros del pasado vivimos de manera reactiva dejando un margen escaso a la creatividad, a lo nuevo o a una apertura a lo diferente.

Esta serie deja un intenso mensaje sobre la vida como único momento para vivir y hacerlo con la tranquilidad de ser uno mismo y no una copia absurda que satisfaga solo al ego. Lo más grande es el amor y eso se refleja en cada camino personal.

El camino a la Abundancia

Muchos proyectos de vida no se logran concretar, porque transgredimos «los órdenes de la abundancia». Existen familias en donde el éxito y la prosperidad parecen algo natural y en otras se vive en la pobreza y la carencia. ¿En qué se diferencian unas familias de otras?

Hay quien dice que se debe a que una de ellas ha nacido en «jaula de oro». ¿Quieres saber qué tienes que hacer para que tanto tú como tus descendientes tengan prosperidad y abundancia?

En algunas familias los antepasados han tenido poco o nada de dinero. Sin embargo, cada quien ocupaba su lugar y por lo tanto sus descendientes han estado con menos cargas para lograr sus metas y objetivos. Por ejemplo, cuando se realiza una constelación familiar se observa que los proyectos o las metas de una persona se encuentran ligados a sus antepasados y no a ellos mismos. Es decir, se recogen las proyecciones del sistema y estamos dirigidos al pasado y no al presente, lo que trae carencias a nuestra vida.

Existen leyes de la abundancia, que pueden predecir o asegurar la prosperidad en tu vida.

¿Cuáles son los órdenes de la abundancia?

  • Ocupar nuestro lugar ante nuestros padres y ancestros, cuando queremos ocupar un lugar que no nos corresponde transgredimos los órdenes del amor. Y llegado el momento tenemos que despedirnos en nuestro corazón de ellos para poder crecer y construir algo con lo recibido de ellos. Sólo así los honramos verdaderamente.
  • Agradecer lo recibido, sólo una persona que sabe agradecer puede recibir más. Indiferentemente de la situación en la que te encuentras disfruta de ello, sin resistirte, sin ser avaro o mezquino. Sólo un corazón agradecido está en sintonía con la prosperidad.
  • Dar un poco más.
  • Respetar nuestro lugar de llegada, en una empresa como empleados o bien en nuestro propio negocio, tenemos que respetar el lugar a los que han estado antes que nosotros. Ellos abrieron espacio para nosotros por lo tanto siempre serán los primeros.
  • Colocar tus dones al servicio de la vida, el «amor ciego» hace que sigamos los sueños de los demás miembros de nuestro sistema, a costa de que no son talentos y por eso se nos hace más difícil tener éxito, porque en el fondo estamos haciendo algo por los demás y no por nosotros mismos. Cuando entierras tus dones te encuentras en la carencia.
  • Tanto el hombre como la mujer deben verse con respeto y agradecimiento al uno por el otro, porque de lo contrario esto marcará un déficit en la prosperidad y la abundancia del hogar. Cuando uno de los dos infravalora o humilla al otro, suele acarrear no sólo carencia emocional en la familia sino carencia de dinero.

¿Qué aspectos transgeneracionales afectan la prosperidad?

El observar las relaciones que han tenido nuestros antecesores con el éxito y la prosperidad, la manera en que nuestra familia percibe la vida da forma a nuestro sistema de creencias. Reflexiona sobre ¿Qué piensa tu familia del dinero? ¿De ganarse la vida haciendo aquello que amas? ¿Quién ha tenido éxito? ¿Qué pensaban del éxito? ¿Qué me decían de los ricos? Todos estos aspectos puede afectar negativamente a nuestra relación con la prosperidad. Primero hay que identificar cuáles son tus creencias para que luego puedas modificarlas.

Las lealtades familiares influyen de tal manera que te niegas el éxito, porque inconscientemente nadie en la familia lo ha tenido y nuestra “buena conciencia”, nos lleva a tampoco tenerlo de manera inconsciente para seguir siendo “parte de la familia, para permanecer en ella”. En esos casos la “mala consciencia” puede hacer ayudar a salir de la dinámica.

Accidentes o ruinas que afectaron negativamente a todo el sistema y por eso se crea el mandato de que es un «peligro» luchar por nuestros sueños o metas.

Herencias conflictivas o dónde se ha dejado a alguien fuera, estas herencias suelen desencadenar desgracias, adicciones o bien la propia ruina. Pueden convertirse en un «regalo envenenado».

¿Qué puedo hacer para conectar con la prosperidad?

  • Investigar qué ha ocurrido en tu sistema familiar, realiza tu árbol genealógico. Profundiza en las historias que te han contado y si es necesario realiza una constelación familiar.
  • Agradecer sin resistir todos los dones que te han heredado en todo el sistema familiar.
  • Tomar la fuerza para tus proyectos de tus ancestros y caminar con entereza, guiado por su luz hacia adelante.
  • Confíar en que todo es perfecto y todo se está configurando para que puedas realizar tus sueños.
  • Colocar tus dones al servicio de la vida, dejar de enterrarlos y tu vida se verá bendecida.

Taller del Enojo – 26/09/2021

La ira es un elemento de las relaciones humanas y como tal suele hacer acto de presencia en los conflictos. El origen de la ira puede depender de varios factores, y los científicos, que durante decenios habían definido la ira en términos más o menos dicotómicos –emoción vs cognición-, empiezan a rechazar esa idea.

Como suele ocurrir con muchos elementos o conceptos que intervienen en la vida de las personas, con la ira es importante intentar tener en cuenta su parte positiva, aquélla que nos puede ayudar a resolver los problemas. Recordemos lo que ocurre cuando, en algunas disciplinas deportivas –tales como las artes marciales-, la violencia del ataque que nos está dirigido lo podemos aprovechar en nuestro favor. Se trata, en definitiva, de dominar la situación o, por lo menos, de gestionarla adecuadamente.

No hay que pensar en la ira como algo a eliminar a toda costa. Su aparición nos puede dar un aviso sobre una necesidad insatisfecha o sobre algo que requiera ser atendido. Para gestionarla de manera eficaz, debe abordarse su estímulo subyacente y poner atención a sus componentes, tanto fisiológicos como cognitivos.

Enfermedad y necesidad de Compensación

Quiero decir algo sobre la enfermedad. Solemos considerar la enfermedad como algo físico, y tratamos al cuerpo. Pero si observamos las enfermedades ¿cuál es la primera reacción?: queremos deshacernos de ellas. 

Lo primero que aparece es: «quiero deshacerme de ti». Y esto es un movimiento fundamental en la familia. Las enfermedades surgen cuando uno quiere deshacerse de algo, cuando queremos deshacernos de una persona. A veces también cuando queremos sacarnos de encima una responsabilidad. 

El movimiento sanador es precisamente el contrario: tomamos a la enfermedad en nuestra alma, asentimos tal cual es, le damos un lugar en nuestra alma, espíritu y cuerpo. Y, a veces, cuando un hijo enferma y los padres quieren deshacerse de la enfermedad por el hijo, se da una situación similar en la familia: uno de los padres quiere, o quiso, deshacerse de algo, en especial, de alguien de su familia. El ejemplo más impactante es el aborto. Y todo niño abortado sigue presente. No se pueden deshacer de él. Eso tiene un efecto en los hijos. En todos los hijos, simultáneamente en la familia.

Y la pregunta es: ¿cómo tratamos esto ahora?

En una situación así, en el alma se produce una necesidad de compensación, que es un movimiento de la conciencia. 

En los movimientos de la conciencia sucede que, por un lado, dentro de unos límites, estos movimientos están al servicio de la vida. Pero continuamente vamos más allá de esos límites y ocurre lo que se da en otros movimientos de la conciencia: ese movimiento al servicio de la vida lleva también a la muerte. 

Existen dos movimientos de la conciencia, y cuando el movimiento de la conciencia es una necesidad de compensación lleva a la muerte. Porque va más allá de los límites de la conciencia, y lo curioso en esto es que cuando nos ponemos en el movimiento de la conciencia que lleva a la muerte, tenemos la conciencia tranquila: la buena conciencia lleva a la muerte. En la familia los hijos están intrincados en ese movimiento. Es decir, que si uno de los padres está queriendo compensar de una manera que lleve a la muerte, un hijo lo hará por él; por ejemplo el hijo enferma y muere.

La necesidad de compensación es una necesidad fundamental y a menudo tiene un buen efecto; por ejemplo en la pareja cuando el hombre le regala algo a la mujer, lo regala con amor, y ella tiene la necesidad de compensar y también le quiere regalar algo. Si no compensa, si solo toma sin dar, tendrá mala conciencia. Si tiene mala conciencia le regala algo al marido, le regala un poquito más y él también tiene mala conciencia y le regala algo a ella, también con amor. Es decir, que esta necesidad de compensación está al servicio de la vida y del amor, en este contexto.

También existe la situación en la que no podemos compensar, por ejemplo con respecto a nuestros padres. Dan tanto que nosotros jamás podremos compensarles. Pero entonces transmitimos lo que hemos recibido de ellos, por ejemplo a hijos propios y entonces también nos sentimos bien, es decir, que compensamos al transmitir, y así vemos que es un buen movimiento.

Ahora, si el hombre le causa algún daño a la mujer, algo que le duela, ella también quiere compensar haciéndole algún daño a él. Y cuando lo haya hecho, los dos se sienten mejor; él estaba esperando a que se le compensara. Pero en general, por ejemplo cuando el hombre le causó un daño a la mujer, ¿cómo reacciona ella en el alma?: ella quiere que él muera.

Cuando alguien nos causa un daño queremos venganza; si realmente lo comprobamos en nuestra alma, vemos que queremos que muera. Cuando queremos justicia por algo que nos han hecho, ¿qué queremos?: que muera. Y si le pedimos a Dios que sea justo, ¿qué queremos?: que deje morir a alguien, que lo mate, por así decirlo y además que por siempre lo mande al infierno.

Todos éstos son movimientos de la conciencia.

Y si yo le causo algún daño a alguien, por ejemplo cuando las madres abortan a un hijo, o si por ejemplo, en un accidente de coche alguien mató a otro, sin intención, ¿qué ocurre en su alma?: quiere sufrir en la misma medida. ¿Qué ocurre el en alma de una madre que abortó a un hijo?: quiere morir como el hijo. Se puede observar. A veces enferman para expiar y cuando enferman ¿cómo se sienten?: mejor. Están compensando.

Pero sin amor. Al hijo no lo toman en la mirada. La necesidad de compensar es muy individual, pero la necesidad de compensar luego es transmitida a otros en la familia. Entonces expía un hijo, que enferma y quizá muere, con la conciencia tranquila. Está al servicio de la compensación. Es decir, que la necesidad de compensación en este contexto, es el movimiento contrario a la vida. Lo podemos ver entre los pueblos. Cuando un pueblo le causó un daño a otro, el segundo quiere vengarse para compensar y entonces mueren miles de inocentes, solo por la necesidad de compensación. Es el trasfondo de muchas guerras. Todo con la conciencia tranquila.

Y en esta necesidad estamos prisioneros, dentro de la conciencia. Dentro de la conciencia nos volvemos inhumanos para con nosotros y los demás. Ahora, tenemos que tener en cuenta que aquí lo he dicho de una manera muy fuerte. 

Si alguien ahora es ayudador, psicoterapeuta o constelador y se encuentra dentro del marco de la conciencia, ¿qué hace? Se vuelve dependiente de la conciencia, al servicio de la muerte. Ahora, este nuevo movimiento, moverse con el espíritu, nos ayuda a ir más allá de los movimientos de la conciencia, nos conectamos con el movimiento de espíritu ante el cual no existe culpa ni inocencia, ni el bien ni el mal. Este movimiento mueve a todos tal y como es. Por eso tampoco nadie sufre daño en ese movimiento, porque, en definitiva, abarca a todos en la misma medida. Y esto ahora es una declaración muy arriesgada: cualquier otro enfoque es equivocado. Desde lo que podemos vivenciar en el interior, todo otro movimiento es equivocado. Con este movimiento todos son iguales y todos en la misma medida son reintegrados a ese amor del espíritu, están contenidos, cuidados en él.

Bert Hellinger

Taller de Constelaciones 11/09/2021

«El orden viene primero, luego el amor», nos dice Bert Hellinger

“Todos los hijos son buenos y sus padres también”

Pero si observamos, hay niños difíciles y hay padres difíciles. Y padres que se preocupan por sus hijos e hijos que se preocupan por sus padres. ¿Cual es en realidad el trasfondo de este tipo de preocupaciones? ¿Cómo puede ser que los hijos se tengan que preocupar de sus padres? ¿Y cómo puede ser que padres necesiten preocuparse por sus hijos? Y son preocupaciones con amor.

Sin embargo esas preocupaciones se oponen a la sintonía en la familia. Hay que observar que cuando los padres miran a sus hijos, ¿realmente ven a sus hijos? Y cuando los hijos miran a los padres, ¿realmente ven a los padres?

¿O sería útil ver más y comprender más lo que se manifiesta? A eso vemos que algo se opone. El hijo dice: ¿yo? y a los padres ¿tú? Y los padres dicen: ¿yo? Y a los hijos, ¿tú?

Pero los padres alguna vez fueron hijos con padres propios, por los que ellos se preocupaban y con padres que se preocupaban por ellos. ¿Y cómo puede ser? Porque esos hijos dijeron ¿yo? y a sus padres ¿tú? Y los padres dijeron ¿yo? Y a los hijos ¿tú?

Ahora una de las grandes experiencias de las constelaciones familiares, es que estamos unidos a muchas personas al mismo tiempo. Cuando los padres miran a sus hijos y dicen tú… no ven con quien está unido ese hijo con amor, mucho más allá de los padres. Por ejemplo, el hijo está unido con un amor muy profundo con los hermanos que no viven, que han sido olvidados…. El hijo está unido también con amor profundo a los hijos abortados y está unido con amor profundo a otras personas de la familia de los padres, a quienes tampoco recordaron los padres. De repente los padres al mirar al hijo deben ver aquí que hay muchos al mismo tiempo. Y el hijo es uno de muchos con quienes está unido.

Los niños adoptados – Meditación

Cierren los ojos.

Me imagino que ahora hay un niño adoptado y ese niño me dice que fue dado por los padres, y ese niño está enojado con los padres. Siente que fue dejado de lado y en cierta manera también rechaza a los padres.

Yo le digo al niño, mira a tu madre tal como es, ella te dio la vida, solo ella. Tú tienes la vida a través de ella. Pero esta madre está al servicio de una fuerza superior, de la que surge toda la vida y esa fuerza ha determinado que ella es para ti tal como es. Solo, porque es como es, pudo ser tu madre y ella te ha regalado la vida. Toda la vida, no faltó nada, tú has recibido todo de ella, porque estaba al servicio de esa fuerza. Y te dio la vida a un precio alto. Y que te haya dado la vida a ese precio la va a acompañar durante toda una vida, y ella paga un precio alto por tu vida.

Y ahora la miras y miras por encima de ella, más allá de ella, a esa fuerza y le dices: tú me has dado esta madre, como mi madre, para que yo pueda estar vivo. Yo tomo la vida a través de esta madre, tal y como es y a todo el precio que a ella le costó y que a mí me cuesta.

Y ahora miras a tu madre y le dices: “Querida mamá ”, «tú me has sido regalada como mi madre, tal cual eres. Solo porque eres tal como eres yo fui tu hijo y así lo tomo de ti, con todo lo que acompaña y me vale el precio alto que estoy pagando y hago algo bueno con eso, para tu alegría. Debes saber, que de todo esto que tú me regalaste, algo grande va a surgir y siempre vas a seguir siendo mi madre y siempre te llevo en mi corazón, con amor. Gracias».

Y ahora miras a tu padre de la misma manera, tal y como es, tal cual es. Miras por encima de él, hacia esa fuerza grande, que lo ha determinado a él como tu padre. Y le dices «gracias, te tomo a ti como regalado por esa fuerza, solo a través de ti tengo mi vida, solo porque eres tal como eres yo estoy vivo. Gracias. Y lo tomo al precio completo que a ti te costó y que a mí me cuesta. Y hago algo bueno con ello, para tu alegría».

Y luego miras a tus padres adoptivos y miras más allá por encima de ellos. A esa fuerza grande. Esa fuerza grande los eligió para ti, para que te mantengan con vida, y los miras tal como son, tal cual son. Y les dices a ellos, «gracias. Tomo todo lo que ustedes me han regalado, a todo el precio que a ustedes les costó y que a mí me cuesta. Y hago algo bueno con ello para vuestra alegría».

Y ahora miras a tus padres y a tus padres adoptivos, por encima de ellos, a esa gran fuerza y dices: “yo lo tengo todo. Ahora soy libre. Ahora vivo, y vivo totalmente, y transmuto lo que me fue regalado con amor”.

Sobrepeso y Trastornos de Alimentación

La conciencia del cuerpo nos acerca a la Vida y la relación que tenemos con el alimento indica cómo nos sentimos emocionalmente. Por eso es importante escuchar las señales que nos llegan a través de nuestras conductas alimentarias que muchas veces se dan de forma automática y escapan al control o a la fuerza de voluntad, como ingerir ciertos alimentos de forma compulsiva, con ansiedad, y en algunos casos, rechazar el alimento hasta llegar a la inanición.

La comida es una metáfora del amor emocional en nuestra vida, aún más cuando se trata del “dulce”. Comer compulsivamente es buscar el amor de la madre en la comida para llenar ese vacío que sólo puede ocupar el amor de una madre. Biológicamente estamos programados para nacer y ser amamantados por nuestra madre. Ella nos nutre durante todo el embarazo a través de sus emociones y de todo lo que ella ingiere, y al nacer, el vínculo afectivo que se refuerza entre madre e hijo/a durante la lactancia, ya es indiscutible. De ahí que la relación con la comida nos remita a nuestro vínculo afectivo con la madre.

Detrás de la ansiedad por la comida, suele haber un rechazo a la madre. Al rechazarla la persona no ha tomado el amor de su madre, porque en el fondo le exige que sea de otra forma a como es y a como puede ser. Por eso el primer paso para solucionar muchos de los problemas con la alimentación, es el trabajo interior de “tomar a la madre”, que consiste NO en que ella cambie o en que ella nos trate como uno quisiera, sino en aceptar incondicionalmente a la madre tal y como es, sin esperar a que ella cambie, ocupando nuestro lugar de hijos/as, porque es el único lugar que nos corresponde respecto a ella. Lo contrario sería un desorden sistémico. Ésa es la forma de llenarnos de su amor y de transformar nuestra historia con ella.

La solución está en llenarnos del amor de nuestra madre mediante esa aceptación incondicional, para no necesitar llenarnos de forma compulsiva de comida, y poder tener una relación sana con ésta.

En Constelaciones Familiares vemos que hay personas que no han tomado a su madre, porque inconscientemente están remplazando a ancestros anteriores, y ese remplazo no les permite estar en su lugar de hijos con respecto a sus padres, por eso, a un nivel profundo, no les pueden ver como a sus progenitores.

Por otro lado, también encontramos personas que tienen una alimentación equilibrada pero igualmente están por encima de su peso saludable habiendo intentado diversas dietas, con la consiguiente frustración que esto conlleva. Esto es porque nuestro cuerpo guarda las memorias de todo lo sucedido en nosotros y también nos es transmitida la memoria de ciertos sucesos relacionados con nuestros ancestros de conflictos que quedaron sin resolver.

– Un ejemplo de los dos supuestos anteriores sería el estar vinculado de forma inconsciente a abortos del sistema familiar que han sido olvidados o excluidos. El cuerpo recuerda estos abortos a través de acumular grasa en determinadas zonas del cuerpo como el vientre. Éste podría ser el caso de personas que engordan fundamentalmente en la zona del abdomen (donde se desarrollan los embarazos), y es una de las causas subyacentes que hay también tras la obesidad, desde el punto de vista sistémico, la fidelidad a los abortos del sistema.
– Además, se puede observar que muchas personas que tienen fidelidad a abortos del sistema, no identifican la figura materna con su madre biológica, sino que la imagen interna que tienen de una madre tiene que ver con las madres de todos esos abortos a los que esa persona está reemplazando. Ése es uno de los motivos por los que la persona no ha tomado a su madre, no consigue verla, porque primero es necesario sanar esa fidelidad o identificación con esos abortos, para que pueda girarse a mirar a su madre y a toda su vida tal como es. Por supuesto todo esto sucede de modo inconsciente y se puede observar en la constelación de esas personas.

OBESIDAD

Al igual que en el sobrepeso, los kilos de más pueden ser una forma de ponerse a salvo, una barrera alrededor de la persona que le protege de que le puedan hacer daño.

En la obesidad, hay varios factores:

  • Suceso traumático en la vida de la persona que actúa de desencadenante de la obesidad, por el cuál cree que necesita protegerse del exterior y se esconde detrás de la grasa
  • Fidelidad a una o varias desgracias familiares, que aún no se han digerido, y cuya carga emocional está llevando la persona sobre su cuerpo.
  • No se ha tomado a la madre.
  • Fidelidad a abortos del sistema.

ANOREXIA Y BULIMIA

La bulimia y la anorexia, pueden ser las dos caras de la misma moneda. Una anorexia mal curada puede desembocar en bulimia, y la persona parece que se ha “curado”, porque se le ve comer, pero coger peso no significa necesariamente que la persona se haya sanado a nivel profundo. Por eso es importante tener en cuenta la sanación que la sistémica nos puede ofrecer, puesta en práctica en las Constelaciones Familiares.

Desde esta perspectiva, se puede observar como la persona con anorexia, lo que busca inconscientemente, la mayoría de las veces, es morir en lugar del padre. En la negación del alimento se está negando la propia vida. A través de la enfermedad le dice a su padre “yo muero en tu lugar”. Salvo excepciones, es una fidelidad al padre que está mirando a la muerte de una u otra forma por cómo éste se siente o por algo que sucede en su vida.
Sanación: Poder decirle al padre internamente “padre, yo me quedo en la vida”.

Anorexia con vómito

Cuando la persona con anorexia comienza a comer mejor, al tomar el alimento está tomando la vida. Eso puede suponerle culpa, por dejar de ser fiel a su padre en la muerte, y al no sostener esa culpa, se produce el vómito, como una mirada de nuevo hacia la muerte.

Bulimia

En la bulimia, donde se intercalan atracones con episodios de vómitos, se suele observar en la mayoría de los casos, que la madre rechaza al padre y le dice a su hijo/a, implícita o explícitamente, “toma sólo lo que te viene de mi, no tomes lo de tu padre”. Entonces el atracón cumple la función de la fidelidad a la madre, y en el vómito se vuelve de nuevo a la fidelidad al padre.
El hijo cree que si toma de uno no puede tomar del otro, y pensar en tomar a los dos le produce una culpabilidad inmensa.

La sanación viene de poder decir a los padres e integrar:

“Papá, mamá, dejo vuestra vida privada con vosotros, vuestros asuntos son sólo vuestros, a mi no me incumben. Ahora elijo preferiros por igual y tomar de los dos por igual (Visualizándolos como una unidad) Vosotros sois los grandes, y yo soy la pequeña/o. Papá, te doy un lugar en mi corazón como a mi padre. Mamá, te doy un lugar en mi corazón como a mi madre”.
El cuerpo y el inconsciente son uno, por eso es tan común somatizar conflictos sin resolver a través del cuerpo.

Las Constelaciones Familiares ayudan a liberar parte de esa energía bloqueada de nuestro sistema familiar que hace que nuestro cuerpo somatice a través de la alimentación y de nuestro cuerpo. No es necesario saber conscientemente lo que está produciendo el trastorno o el desequilibrio en la alimentación, ya que la constelación hará su trabajo sin necesidad de saber de forma consciente, pues toda la información está en el inconsciente.

Reflexiones: La grandeza

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¿Dónde radica mi grandeza? En mi servicio a la vida, tal vez incluso en el servicio de la vida para muchas personas. ¿Pero qué o quién aquí sirve la vida? ¿Seré yo, desde mi fuerza, desde mi comprensión, por encargo propio, en mi interés? ¿De dónde me vienen mi fuerza y mi tarea? ¿Acaso me las puedo atribuir, como si yo estuviera al origen de ellas y como si estuvieran a disposición de mi juicio, de mi humor y de mi buen placer? Cuando percibo cuánto proviene de mí personalmente en lo que hago, ¿qué es lo que queda de mí? ¿Acaso no se encoge mi grandeza si me la atribuyo, reduciéndose a poco, incluso a nada?

Otro tema es lo que, en sintonía con fuerzas más grandes, me sale logrado, porque otros también lo experimentan como grande e importante, y por eso permanece grande. No obstante, hace una diferencia si ellos, igual que yo, lo experimentan y lo toman como viniendo de lejos, desde otras fuerzas o si, de lo contrario, miran hacia mí, tomándolo de mí, sintiendo necesidad de agradecerme, como si yo lo hubiera hecho y completado solo. Si ellos lo viven como viniendo de otras fuerzas, de aquellas que actúan potentemente detrás de toda vida, lo toman de estas fuerzas, como un obsequio de ellas. Entonces, en aquel instante, se transforma en algo que les pertenece tanto como a mí. Tienen el permiso para prescindir de mí, incluso olvidarme. Tanto más se mantendrá y actuará esta grandeza, sin resistencias internas, al servicio de sus vidas.

Esta grandeza ha hecho también algo para mí, algo grande. Si reconozco que me he puesto al servicio de otras fuerzas, tengo el permiso para llevarla a mi vida y a mi amor. ¿Cómo? Humildemente. Precisamente porque actúa tan grande y ampliamente, yo reconozco que sobrepasa mis capacidades, mis deseos y voluntad, mis miedos. Reconozco que siguió un movimiento y que yo sólo fui llevado por ella.

¿Me puedo alegrar por esta grandeza? Si me alegro por ella y por mis éxitos, ¿qué me pasa? ¿Me mantengo aún en sintonía con este movimiento? ¿O se aleja ella hacia otro lado y sin mí, hasta tal vez, de alguna forma, voltearse en contra de mí, por ejemplo a través del rechazo al que se confrontan estos éxitos, sean cuales sean?

¿Cómo escapo a las consecuencias de alegrarme por mis logros? Dejo los éxitos atrás y permito que un movimiento aún mayor me lleve hacia un nuevo hacer al servicio de la vida, aquí también sobrepasando mis deseos, mis ilusiones y mis miedos.

¿Cómo se queda pues, mi grandeza? Se queda, pero sin el “mi”.

 

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Bert Hellinger

Historia de Sanación

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Existe una frase de Rilke, donde él dice:” ¿Quién vive la vida? ¿La vives tú, Dios, la vida? ” ¿Será que otra fuerza vive nuestra vida y que nosotros solamente nos debemos entregar a ella y confiar? ¡Os cuento una historia, muy simple, lejos de lo profundo y de lo lejano y del karma! Es una historia de sanación. Se encuentra en el Antiguo Testamento. La tomo sin más de la Biblia. Por cierto, me he permitido pequeños cambios, pero es una historia bíblica. ¿La queréis oír? Cuando la escucháis, olvidad lo que habéis oído sobre las enfermedades y sobre los esfuerzos que muchos hacen para deshacerse de ellas.

La exigencia
En el país de Arán, ahí donde se encuentra Siria hoy en día, vivía en tiempos antiguos un general, que amaba a su rey y le era fiel, habiendo conseguido por él ya muchas victorias importantes. Pero algo fallaba con él. No podía más entrar en contacto con nadie, ni siquiera con su mujer, porque padecía lepra.

Un día, oyó una esclava comentar que en su país existía un hombre que conocía el remedio para su enfermedad. Entonces, organizó una importante escolta, cogió unos diez talentos de plata, seis mil piezas de oro, diez trajes de fiesta más una carta de recomendaciones de su rey y emprendió camino. Después de un largo viaje y algunos desvíos, el hombre alcanzó la morada del curandero. Ahí delante se encontró, con toda la comitiva y sus numerosos tesoros, llevando de la mano la carta de su rey. Llamó para que lo dejaran pasar. Pero nadie hizo caso de su presencia. Se empezó a intranquilizar y a sentirse irritado. De pronto, se abrió una puerta, salió un servidor y le dijo:”Mi amo te manda decir que te bañes en el Jordán y esto te sanará”.

El general pensó que se burlaban de él y se sintió ridiculizado. “¿Qué? dijo, ¿éste se pretende un curandero? ¡Habría podido venir a atenderme, habría podido llamar a su dios y celebrar algún ritual, habría tenido que tocar con sus manos cada herida de mi piel! ¡Esto me habría quizás ayudado!”Enfurecido, se dio la vuelta y se fue para casa.

¿Os suena esto? A mí me suena. El curandero acababa de perder a otro cliente. ¿Sigo con la historia?

Habiendo viajado ya un día entero de vuelta a su país, los servidores del general se le acercaron y le trataron de convencer buenamente: “Amado padre, si este brujo te hubiera pedido algo inhabitual, como por ejemplo, que te subieras a un barco para alcanzar algún reino lejano, si te hubiera exigido prosternar ante dioses desconocidos, y si hubieras perdido tu fortuna en ello, por cierto lo habrías hecho. Pero ahora, te ha pedido algo de lo más sencillo y habitual.” El general se dejó convencer. Desalentado y malhumorado, se dirigió hacia el Jordán, se lavó de mala gana en el agua- y ocurrió un milagro. Eso era una terapia ultra corta, por supuesto.

Al llegar a su casa de vuelta, su mujer quiso saber cómo le había ido. “Ay, dijo, estoy bien otra vez. Pero en realidad, no pasó nada en especial.”

¿Queréis que lo aplique a nuestra situación aquí? Claro que sé a quién representa el Jordán. Lo sé de experiencia. Siempre lo mismo. Se vuelve casi aburrido ya, a la larga, hablar de lo mismo. Pero existen tantas variaciones que se vuelve interesante otra vez. Entonces, el Jordán en el que nos adentramos, por el que nos dejamos tocar y sanar, es nuestra madre. Ahí comienza la sanación.

Desalentados y malhumorados, igual nos acercamos y entonces, nos volvemos pequeños. Ante nuestra madre, nos volvemos pequeños y humildes. Esperamos lo que ella nos brinda. Lo tomamos en nuestro corazón con amor, la vida.

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Meditación: sanación gracias a la madre
Nos acercamos con humildad hacia nuestra madre, tal como es. Así como es, nos ha regalado la vida. No tuvo que ser diferente. Porque era como es, nuestra vida llegó a través de ella hasta nosotros.

Ahora nos bañamos en esta vida, en este amor, hasta ser puros, purificados de nuestros reproches, de nuestras imágenes que le hacen injusticia a ella, injusticia a la vida.

Abordamos la orilla, purificados. De esta manera puros, empezamos nuevamente nuestra vida, con amor, con salud, llevados por fuerzas más grandes, y de pronto estamos en el amor, el amor completo.

 

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Bert Hellinger

Enfermedad y karma

karma

Las enfermedades sacan a la luz algo inconcluso. Nuestra gestión habitual de la enfermedad impide que esto ocurra porque, lo que buscamos en la mayoría de las veces, es deshacernos de ella. Podría decir incluso: de esta misma manera, nos queremos deshacer de un karma. Y cuando nos hemos librado así de la enfermedad, el karma sigue su camino. Esa forma de tratar la enfermedad se eleva en contra de la salud en su totalidad. Sobre todo, se eleva en contra de un amor más grande.

En las enfermedades, podemos observar que ellas representan a personas que han sido excluidas. Estas personas, a través de la enfermedad, piden la palabra. Si les permitimos manifestarse, puede a continuación iniciarse en nuestro interior un movimiento hacia estas personas excluidas. Entonces, la enfermedad cumple con su propósito. Está al servicio de un amor más grande.

A veces, sabemos quiénes son las personas excluidas. Por ejemplo, sabemos si un hijo ha sido dado o si ha sido abortado. A veces, sabemos si alguien en la familia ha sido condenado por ser un criminal, llevando a que nadie más quiera meterse con él. No obstante, él sigue perteneciendo a la familia y se manifiesta en una enfermedad. Por lo tanto, se trata en caso de enfermedad sobre todo de asentir a ella, tal como se presenta. Sólo con este asentimiento, puede la enfermedad empezar el movimiento que incluirá nuevamente a los excluidos.

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Meditación: Sanación a través de otra consciencia
Nos adentramos ahora en nuestro cuerpo y sentimos dónde algo duele, dónde algo perdió su equilibrio, dónde algo dejó de funcionar enteramente, y lo miramos. De cerca, con precisión, siguiendo nuestro sentir. Luego, creamos una distancia entre eso y nosotros, de modo que pueda estar fuera de nosotros, de pie, tumbado o en movimiento.

Con este mayor distanciamiento, nos exponemos a ello. Nos exponemos como personas. Entonces, nos elevamos a una dimensión del espíritu, más allá de ello, y sintonizamos con una consciencia abarcadora. Esta consciencia mira a nuestras enfermedades y a nuestros dolores, los ve en otro contexto y contempla la totalidad con un amor creador. A la luz de este amor, algo sanador se pone en marcha, juntando en su movimiento las partes separadas, para que puedan encontrar la calma y tumbarse para dormir.

Entonces, nos retiramos de aquello que pasó y dejamos que, por si mismo, se ordene.

Regresamos a nuestro cuerpo, en sintonía con estas otras fuerzas y con esta otra consciencia, y decimos: gracias.