
Todo lo que hay está en mí. Está presente, tal como es, como era y como será. Puesto que yo estoy aquí, ese todo está también en mí, con todo lo que resulta de él, sin la diferenciación de bien o de mal, de mejor o de peor.
La pregunta es, ¿por qué me siento a veces inferior frente a otros u otro? ¿Por qué intento ser o volverme, de alguna forma, mejor o más que otros o que otro? ¿Por qué enfermo, en vez de estar sano? ¿Por qué busco deshacerme de algo o escapar de ello? Estando unido a todos igualmente, siendo uno con ellos ¿acaso puedo discrepar de otros, sea hacia arriba, sea hacia abajo, incluso cuando al final voy a parar siempre en lo mismo, así como es?
La otra pregunta es, ¿cómo puedo volver a encontrarme con el todo?
Lo encuentro pues, dentro de mi cuerpo.
Hace poco, experimenté en mí que en cada uno de mis dientes se revelaba una persona intrínseca a mí, una persona que alguna vez fui y aún soy. Así como se revela, se hace recordar. Y exige que la reconozca como siendo igual y equivalente, desde antes e incluyendo el ahora. A la vez, me doy cuenta que continuamente me la encuentro en otras personas, benevolente o rechazadora, y yo igual que ella.
Y me pregunto, ¿hacia dónde quiere ir esta persona? ¿Hacia quién debo y quiero ir, para ser el todo, por fin? Debo ir hacia aquellos que se apartaron de mí, y de los que me aparté yo, a sabiendas o no, puesto que hace mucho ellos desaparecieron de mi conocimiento y atención, y yo de la suya. Y sin embargo no se esfumaron de la vigilancia de mi cuerpo y sus síntomas. A través de él y de sus síntomas, aquellos me dan señales, irresistiblemente. Entonces, les ruego a mis síntomas, sobre todo a los que me acompañan hace mucho, “¡mostradme a dónde se os va la mirada! ¿Quién espera desde hace tiempo que yo también le mire a los ojos, le reconozca y le ame?”
De pronto surgen unos cuantos, innumerables, todos muy cerca.
En ese lapso de tiempo ¿dónde me encontraba yo, separado de todos ellos, aunque cada uno es parte de mí? ¿Dónde estaban ellos? ¿ Acaso era yo sólo un cabo de ellos, soberbio y vacío?
Ahora me vienen las lágrimas. Lentamente, a tientas, voy acercándome a ellos, a cómo eran y siguen siendo dentro de mí. Lentamente, les toco y me siento rozado por ellos, por cada uno de ellos, tal como es, por todos ellos porque con ellos me encuentro completo y unido.
Ahora me siento completamente en la vida, sin separación con algo Último, uno con ello. Con ello realizado, humilde, con amor.