¿Es posible transformar este estado de preocupación, de desolación y de pérdida y sentir que también se nos devuelve una oportunidad? ¿Es posible encontrar un sentido más profundo a este momento?
Una vez más, la vida nos vuelve a poner a todos frente otro gran “no”. El tiempo por venir regresa empoderado de urgencia, de restricción y de encierro. ¿Es posible transformar este estado de preocupación, de desolación y de pérdida y encontrar un sentido trascendente a este tiempo?Estoy segura de que sí, por eso me atrevo a escribir estos párrafos, ahora y en este lugar.
Bien lejos de los slogans de moda un poco pervertidos por el abuso y la banalización, hay personas que tienen la palabra y la transmisión de saberes autorizados, por la maestría y la coherencia que les da su trabajo personal.
En ocasiones, tengo el privilegio de compartir conversaciones profunda con ellas y los privilegios son para compartir. Este tiempo, me encontró hablando en profundidad con Sara Levita sobre el propósito mayor de este tiempo inédito que parece no tener fin. Como muchos saben, Sara es la mayor referente de constelaciones familiares en Argentina. Además de ser psicóloga con orientación junguiana, tiene un amplio bagaje de saberes legitimados por la Academia, y otros, por la enseñanza espiritual a la que tuvo acceso desde muy joven. Estoy segura de que su palabra y su explicación sobre el sentido trascendente de este tiempo, puede acompañar a muchos y a muchas más.
“El sentido trascendente de este tiempo, está relacionado con el llamado urgente al despertar de la conciencia. Sin embargo, a cada uno de nosotros, todo este movimiento casi obligado, nos encuentra posicionados en un lugar diferente. Por eso lo trascendente, para cada uno, se va a vivir de una manera única de acuerdo a cual sea nuestro punto de partida” explica Sara.
“Es un proceso que todos podemos elegir hacer, para ampliar y profundizar nuestra visión, y nuestra perspectiva.
Desde hace más tiempo del que puedo recordar se habla mucho de este despertar. Ahora es un concepto que se ha naturalizado en ámbitos insospechados, pero muchas veces, “el despertar” se llena de brillantina espiritual y la confusión se acrecienta. Muchos lo utilizan para justificar lo que sea que suceda y evadir así cualquier compromiso con el proceso, que en realidad, necesita de nuestra activa participación. Entonces, la pregunta se precipita con urgencia. ¿En qué consiste, en realidad, el despertar de la conciencia? ¿A qué nos convoca? ¿Cómo se experimenta?
Qué entendemos por “despertar”
“Es un proceso que todos podemos elegir hacer, para ampliar y profundizar nuestra visión, y nuestra perspectiva. Si logramos recordar y sentir que somos mucho más que lo que ahora creemos podremos ir alcanzando nuevas comprensiones, expandir nuestro corazón y reformular nuestro sistema de creencias. Ahora, se propicia otra vez, la posibilidad de estar más tiempo en contacto con nosotros mismos y en nosotros. Podemos usar estas circunstancias a nuestro favor, tomar la oportunidad y dejar de resistir el contacto íntimo con quienes somos para permitirnos empezar a cambiar lo que este presente nos hace sentir y sobre el sentido más profundo de este tiempo, que nos convoca a hacer un proceso individual y colectivo de transformación”, explica Sara Levita quien también dirige el centro de Constelaciones familiares Athy.
Estamos todos atravesando un canal de parto. “Este ciclo, también es similar a un momento de nacimiento. Previamente, al nacimiento existe un proceso de parto que es muy doloroso. Así llegamos a la vida, a través de los dolores de parto. Nacer es un hecho traumático. Llegar a la vida implica que toda una vida intrauterina que en ese instante queda en el pasado, para poder vivir lo nuevo que espera por nosotros”.
Sara no tiene dudas. Ella está segura de que hoy estamos viviendo, todos, un parto colectivo. “Cada uno de nosotros está atravesando ese canal de parto, de forma individual a partir de la conciencia y del desarrollo espiritual que este tiempo nos encuentra. El canal de parto es muy doloroso y traumático. Aunque la conciencia no lo tenga todavía presente y en la mayoría de las personas este saber no termine de encarnar en su cuerpo, el alma si sabe que todo este movimiento tiene que ver con poder llegar a lo nuevo, un nuevo estado de la conciencia.”
Para explicar este tiempo, Sara sigue con la analogía con el nacimiento: “Nosotros no tenemos memoria de lo que sentimos cuando de pronto nacemos por parto natural y encajamos en el canal de parto. Es un espacio de máxima estrechez en el que nos sentimos mal, si cabe la palabra mal, urgidos en seguir hacia adelante porque ya no podemos volver hacia atrás y sabemos que si en ese lugar permanecemos, lo que nos vino dando vida durante 7, 8 o 9 meses nos la puede terminar quitando. Entonces en ese instante somos todos empujados a seguir hacia adelante hacia un lugar desconocido, nuevo, donde no tenemos control, donde no tenemos una imagen previa, pero sin embargo sabemos que hay algo que hacia ahí nos conduce. Yo entiendo que algo semejante está sucediendo en este momento. Estamos encajados todavía en esa suerte de canal de parto, donde todo es estrecho, donde todo es limitante, donde hay poco espacio para moverse, de hecho nos piden que nos quedemos en casa, donde no tenemos control sobre nada, no nos podemos anticipar a nada, donde cada día la información es diferente, y por ende cada día las recomendaciones son distintas. Ya no estamos haciendo identidad en todo lo que antes de la pandemia nos daba sentido a nuestra vida tal como la estábamos experimentando, pero tampoco todavía llegamos a lo nuevo. Por eso este es un tiempo muy difícil para el aspecto egoico de cada uno de nosotros que en general, pretende vivir con certidumbre, vivir con seguridad y aferrado a lo conocido en donde sosteníamos la ilusión de que nuestra vida se podía controlar, de alguna manera”.
¿Cómo saber si lo estamos haciendo bien?
Si bien somos muchos los que sabemos que cuando este tiempo termine y dejemos de vivir en una eterna turbulencia y obligados a nueva forma para todo, habremos llegado a un mejor lugar, el tránsito hacia lo nuevo, nos trae dolor, apatía, sin sentido. Una pregunta inquietante y fundamental es ¿cómo saber si lo estoy transitando bien? ¿Cómo saber que estamos yendo hacia algo mejor, si en realidad muchas veces nos sentimos peor?
El despertar de conciencia tiene que ver con la mirada que cada uno de nosotros nos permitamos tener en este momento sobre el propio proceso personal.
“La clave de esta experiencia está muy relacionada con el ego. No somos solamente ese Yo. Somos algo mucho más grande. Esto es, en parte, lo que estamos siendo obligados a trabajar. Por más que queramos darle al ego supremacía, nada conspira a favor de que eso pueda resultar. Cuando insistimos en hacer identidad en lo que ya no somos y en lo que ya no es, el miedo, la inseguridad y la angustia se acrecientan. El despertar de conciencia tiene que ver con la mirada que cada uno de nosotros nos permitamos tener en este momento sobre el propio proceso personal. Hay un momento, en la vida de cada uno donde los golpes que el ego recibe son tantos que finalmente podemos decir ‘suficiente’. Es entonces cuando finalmente nos podemos inclinar ante lo que es, con ese movimiento también se produce la posibilidad de honrar a este destino colectivo que nos está invitando a ofrecernos al servicio de él. Por eso este es un tiempo de atravesar otro umbral bendito, aunque en un nivel, solo nos traiga dolor. Nuestra lección va a estar dada por la conciencia. Una comprensión más profunda de lo que sucede, nos va a permitir entrar y salir de los estados que estamos obligados a atravesar con mayor facilidad. No vamos a poder evitar entrar en las emociones y en los pensamientos caóticos. Lo que sí podemos trabajar con todas las herramientas, saberes y comprensiones que tengamos en este momento, es cuánto tiempo vamos a permanecer en ese lugar. De acuerdo a ese tiempo serán los costos personales y emocionales que vamos a pagar. Es ahí cuando nuestro libre albedrío y nuestra responsabilidad emergen de forma más evidente y todo se manifiestan de forma más clara como una real oportunidad”, sostiene Sara.
Este proceso, y este tiempo, también nos provoca tristeza y cierto ensimismamiento. Para ir a buscar ese nuevo destino, esa nueva conciencia, cada uno de nosotros tiene que dejar morir certezas y aspectos de la personalidad que ya no son. Estamos también, haciendo un duelo de nuestro antiguo ego. Es semejante a ese momento que comparten todas las historias de héroes con las que hemos crecido. Llega el tiempo en el que el protagonista tiene que hacer una ofrenda a los dioses. Para dar el siguiente paso, está obligado a hacer un sacrificio.
“Entiendo que llegó ese tiempo, en el que todo lo que está sucediendo está al servicio de reconocernos como parte de un destino colectivo. ¿Para qué? Para que, a partir de los que quizás pudieron andar estos pasos antes, sumado a los que están dándolos ahora, y a quienes quizás los van a dar un poco más adelante, confluyamos todos, al fin como humanidad y podamos alcanzar una expansión en nuestra conciencia. Esta expansión, nos permitirá recuperar una certeza necesaria y otra pertenencia para vivir la vida de una nueva forma. Necesitamos reconocer que somos parte de una red y que la red está al servicio de un propósito que es la Vida Misma, con mayúscula. No es casual que, en este tiempo estemos priorizando y revalorizando la vida personal, la del prójimo y la de toda la humanidad. Sin dudarlo, hay una nueva vida que espera por nosotros”, afirma Sara.
Que así sea.