El amor ciego

Di una vez un curso en una escuela grande de México. Había allí un alumno, entre 12 y 14 años, su maestra y sus padres. El joven tenía dificultades con la escuela y ya no quería seguir estudiando. Coloqué pues, a la maestra, al lado de ella puse al muchacho y en frente, a los padres. Miré al joven y le dije: “Estás triste”. Le saltaron las lágrimas de los ojos y su madre también se echó a llorar. Se pudo ver en seguida que su tristeza tenía que ver con la madre. Pregunté a la madre: “¿Qué pasó en tu familia?” a lo que respondió ella:”Mi hermana melliza murió en el parto”. Fue el elemento decisivo, es algo que uno siente en seguida. Coloqué a un representante para la hermana melliza, un poco al costado, con la mirada hacia fuera y con la madre del joven a sus espaldas. Le pregunté a la madre cómo se sentía en ese lugar y contestó:”Aquí me siento bien”. Eso demuestra claramente que quiere seguir a su hermana en la muerte.

Luego la puse otra vez en su lugar inicial y coloqué al joven detrás de la hermana melliza. Le pregunté qué tal estaba y contestó:”Aquí me siento bien”. Le pregunté también a la madre cómo se sentía al ver al niño allí. Su respuesta:” Me siento mejor ahora”. Esto nos muestra que el niño estaba dispuesto a morirse en su lugar. A nadie le asombra que no quiera seguir estudiando. ¿Para qué, si su deseo era morirse? Esa era la situación.

Detrás de muchas enfermedades y problemas de comportamiento de los niños yace esta dinámica precisamente. El niño dice en su corazón: “Te sigo en la muerte” o “Muero en tu lugar” o “Me enfermo en tu lugar” o “Expío en tu lugar”. El niño lo hace por amor. Es frecuente observar que los padres miran al niño pero no ven en absoluto que el niño ama ni ven cómo ama. El niño no puede cambiar nada. Tan sólo si los padres dan un paso, puede el niño también hacer algo.

En este caso, la solución era sencilla. Coloqué otra vez al joven en su sitio y a la hermana melliza al lado de la madre de él. De esta forma, ella fue reintegrada en el seno de la familia. Así, se encontraba la familia de nuevo entera.

¿Es necesario armar algo como un altar familiar, es decir materializar la presencia de la muerta, o basta con la pequeña constelación? Claro, no hay foto de la muerta que se pudiera exponer. ¿Debo hacer un lugar para ella en la casa o debo simplemente hacerle un lugar en mi corazón, o lo uno implica lo otro?

Hellinger: En el corazón, eso es lo esencial. En la constelación, la madre y su hermana estaban cara a cara para empezar, se miraron con mucho amor y se abrazaron muy fuertemente. Luego se colocó la melliza al lado de la madre. Formaba ya parte de la familia.

Pueden imaginarse cómo le va al marido cuando su mujer dice interiormente:”Me muero”. ¿Qué posibilidades existen aún en la relación de la pareja y qué puede hacer él? Pues nada, no puede hacer nada, está entregado al destino de su mujer. En esta constelación, pedí a la mujer que girase hacia su marido y que le dijese:”Ahora me quedo”. Esa fue la frase sanadora. Pudieron abrazarse con amor. Luego la madre giró hacia su niño y le pedí que le dijera: “Ahora me quedo y tú también puedes quedarte”. Al oír esto, su rostro se iluminó. Esa era la solución: la persona que había quedado excluida estaba reintegrada, permitiendo que se completara lo que estaba incompleto.

Bert Hellinger

El conocimiento

Existen dos tipos de conocimiento. El primero es: conozco algo que existe. Por ejemplo, puedo contar el número de participantes aquí presentes. Tengo el conocimiento de cuántos han venido. Para eso, ellos tienen que estar ya aquí, para que los pueda contar y saber algo de ellos. Eso es el modo de conocimiento del que habitualmente hablamos. 

El conocimiento del espíritu en cambio es siempre nuevo, no se refiere a nada que ya esté aquí. Es siempre nuevo. 

Además, los movimientos que nos mantienen en´la vida no son establecidos una vez para siempre, sino que se renuevan en cada instante. Siempre nuevos. Todo lo que transcurre en nosotros es siempre nuevo. No hay nada viejo. Todo lo que se mueve lo hace alejándose de algo ya existente hacia algo nuevo. De esta manera, estamos continuamente mantenidos en movimiento y en vida por este espíritu. 

Este conocimiento del espíritu por ser nuevo es primero. Es conocimiento creador. Nos podemos adentrar en el movimiento del espíritu con un conocimiento creador y eso se llama mística natural. 

Al sintonizar con este movimiento creador, al pensar en modo creativo, nuestro pensamiento se alinea con el movimiento del espíritu. Entonces, conocemos de modo directo lo nuevo que a su vez sirve a la vida y al amor. 

Asimismo, todo lo que pensamos tiene efecto. Pero no siempre está en armonía con el movimiento del espíritu. Mucho de ello se encuentra en oposición, por decirlo así, al movimiento. Pero eso no tiene importancia. Si pensamos errado, esto sirve para educarnos, porque nos tocará sentir los efectos. Y así, maduramos y aprendemos. Sin deslices y sin errores no puede haber desarrollo. Todo crecimiento se basa en fallos. La infalibilidad es lo peor que hay, porque todo se detiene ahí. 

Eso constituye la mística, una mística muy corriente, surgida de la observación directa de lo que hay. 

Bert Hellinger

Un nuevo despertar de la conciencia: el sentido trascendente de este tiempo

¿Es posible transformar este estado de preocupación, de desolación y de pérdida y sentir que también se nos devuelve una oportunidad? ¿Es posible encontrar un sentido más profundo a este momento?
Una vez más, la vida nos vuelve a poner a todos frente otro gran “no”. El tiempo por venir regresa empoderado de urgencia, de restricción y de encierro. ¿Es posible transformar este estado de preocupación, de desolación y de pérdida y encontrar un sentido trascendente a este tiempo?Estoy segura de que sí, por eso me atrevo a escribir estos párrafos, ahora y en este lugar.

Bien lejos de los slogans de moda un poco pervertidos por el abuso y la banalización, hay personas que tienen la palabra y la transmisión de saberes autorizados, por la maestría y la coherencia que les da su trabajo personal.

En ocasiones, tengo el privilegio de compartir conversaciones profunda con ellas y los privilegios son para compartir. Este tiempo, me encontró hablando en profundidad con Sara Levita sobre el propósito mayor de este tiempo inédito que parece no tener fin. Como muchos saben, Sara es la mayor referente de constelaciones familiares en Argentina. Además de ser psicóloga con orientación junguiana, tiene un amplio bagaje de saberes legitimados por la Academia, y otros, por la enseñanza espiritual a la que tuvo acceso desde muy joven. Estoy segura de que su palabra y su explicación sobre el sentido trascendente de este tiempo, puede acompañar a muchos y a muchas más.

“El sentido trascendente de este tiempo, está relacionado con el llamado urgente al despertar de la conciencia. Sin embargo, a cada uno de nosotros, todo este movimiento casi obligado, nos encuentra posicionados en un lugar diferente. Por eso lo trascendente, para cada uno, se va a vivir de una manera única de acuerdo a cual sea nuestro punto de partida” explica Sara.

“Es un proceso que todos podemos elegir hacer, para ampliar y profundizar nuestra visión, y nuestra perspectiva.

Desde hace más tiempo del que puedo recordar se habla mucho de este despertar. Ahora es un concepto que se ha naturalizado en ámbitos insospechados, pero muchas veces, “el despertar” se llena de brillantina espiritual y la confusión se acrecienta. Muchos lo utilizan para justificar lo que sea que suceda y evadir así cualquier compromiso con el proceso, que en realidad, necesita de nuestra activa participación. Entonces, la pregunta se precipita con urgencia. ¿En qué consiste, en realidad, el despertar de la conciencia? ¿A qué nos convoca? ¿Cómo se experimenta?

Qué entendemos por “despertar”

“Es un proceso que todos podemos elegir hacer, para ampliar y profundizar nuestra visión, y nuestra perspectiva. Si logramos recordar y sentir que somos mucho más que lo que ahora creemos podremos ir alcanzando nuevas comprensiones, expandir nuestro corazón y reformular nuestro sistema de creencias. Ahora, se propicia otra vez, la posibilidad de estar más tiempo en contacto con nosotros mismos y en nosotros. Podemos usar estas circunstancias a nuestro favor, tomar la oportunidad y dejar de resistir el contacto íntimo con quienes somos para permitirnos empezar a cambiar lo que este presente nos hace sentir y sobre el sentido más profundo de este tiempo, que nos convoca a hacer un proceso individual y colectivo de transformación”, explica Sara Levita quien también dirige el centro de Constelaciones familiares Athy.

Estamos todos atravesando un canal de parto. “Este ciclo, también es similar a un momento de nacimiento. Previamente, al nacimiento existe un proceso de parto que es muy doloroso. Así llegamos a la vida, a través de los dolores de parto. Nacer es un hecho traumático. Llegar a la vida implica que toda una vida intrauterina que en ese instante queda en el pasado, para poder vivir lo nuevo que espera por nosotros”.

Sara no tiene dudas. Ella está segura de que hoy estamos viviendo, todos, un parto colectivo. “Cada uno de nosotros está atravesando ese canal de parto, de forma individual a partir de la conciencia y del desarrollo espiritual que este tiempo nos encuentra. El canal de parto es muy doloroso y traumático. Aunque la conciencia no lo tenga todavía presente y en la mayoría de las personas este saber no termine de encarnar en su cuerpo, el alma si sabe que todo este movimiento tiene que ver con poder llegar a lo nuevo, un nuevo estado de la conciencia.”

Para explicar este tiempo, Sara sigue con la analogía con el nacimiento: “Nosotros no tenemos memoria de lo que sentimos cuando de pronto nacemos por parto natural y encajamos en el canal de parto. Es un espacio de máxima estrechez en el que nos sentimos mal, si cabe la palabra mal, urgidos en seguir hacia adelante porque ya no podemos volver hacia atrás y sabemos que si en ese lugar permanecemos, lo que nos vino dando vida durante 7, 8 o 9 meses nos la puede terminar quitando. Entonces en ese instante somos todos empujados a seguir hacia adelante hacia un lugar desconocido, nuevo, donde no tenemos control, donde no tenemos una imagen previa, pero sin embargo sabemos que hay algo que hacia ahí nos conduce. Yo entiendo que algo semejante está sucediendo en este momento. Estamos encajados todavía en esa suerte de canal de parto, donde todo es estrecho, donde todo es limitante, donde hay poco espacio para moverse, de hecho nos piden que nos quedemos en casa, donde no tenemos control sobre nada, no nos podemos anticipar a nada, donde cada día la información es diferente, y por ende cada día las recomendaciones son distintas. Ya no estamos haciendo identidad en todo lo que antes de la pandemia nos daba sentido a nuestra vida tal como la estábamos experimentando, pero tampoco todavía llegamos a lo nuevo. Por eso este es un tiempo muy difícil para el aspecto egoico de cada uno de nosotros que en general, pretende vivir con certidumbre, vivir con seguridad y aferrado a lo conocido en donde sosteníamos la ilusión de que nuestra vida se podía controlar, de alguna manera”.

¿Cómo saber si lo estamos haciendo bien?

Si bien somos muchos los que sabemos que cuando este tiempo termine y dejemos de vivir en una eterna turbulencia y obligados a nueva forma para todo, habremos llegado a un mejor lugar, el tránsito hacia lo nuevo, nos trae dolor, apatía, sin sentido. Una pregunta inquietante y fundamental es ¿cómo saber si lo estoy transitando bien? ¿Cómo saber que estamos yendo hacia algo mejor, si en realidad muchas veces nos sentimos peor?

El despertar de conciencia tiene que ver con la mirada que cada uno de nosotros nos permitamos tener en este momento sobre el propio proceso personal.

“La clave de esta experiencia está muy relacionada con el ego. No somos solamente ese Yo. Somos algo mucho más grande. Esto es, en parte, lo que estamos siendo obligados a trabajar. Por más que queramos darle al ego supremacía, nada conspira a favor de que eso pueda resultar. Cuando insistimos en hacer identidad en lo que ya no somos y en lo que ya no es, el miedo, la inseguridad y la angustia se acrecientan. El despertar de conciencia tiene que ver con la mirada que cada uno de nosotros nos permitamos tener en este momento sobre el propio proceso personal. Hay un momento, en la vida de cada uno donde los golpes que el ego recibe son tantos que finalmente podemos decir ‘suficiente’. Es entonces cuando finalmente nos podemos inclinar ante lo que es, con ese movimiento también se produce la posibilidad de honrar a este destino colectivo que nos está invitando a ofrecernos al servicio de él. Por eso este es un tiempo de atravesar otro umbral bendito, aunque en un nivel, solo nos traiga dolor. Nuestra lección va a estar dada por la conciencia. Una comprensión más profunda de lo que sucede, nos va a permitir entrar y salir de los estados que estamos obligados a atravesar con mayor facilidad. No vamos a poder evitar entrar en las emociones y en los pensamientos caóticos. Lo que sí podemos trabajar con todas las herramientas, saberes y comprensiones que tengamos en este momento, es cuánto tiempo vamos a permanecer en ese lugar. De acuerdo a ese tiempo serán los costos personales y emocionales que vamos a pagar. Es ahí cuando nuestro libre albedrío y nuestra responsabilidad emergen de forma más evidente y todo se manifiestan de forma más clara como una real oportunidad”, sostiene Sara.

Este proceso, y este tiempo, también nos provoca tristeza y cierto ensimismamiento. Para ir a buscar ese nuevo destino, esa nueva conciencia, cada uno de nosotros tiene que dejar morir certezas y aspectos de la personalidad que ya no son. Estamos también, haciendo un duelo de nuestro antiguo ego. Es semejante a ese momento que comparten todas las historias de héroes con las que hemos crecido. Llega el tiempo en el que el protagonista tiene que hacer una ofrenda a los dioses. Para dar el siguiente paso, está obligado a hacer un sacrificio.

“Entiendo que llegó ese tiempo, en el que todo lo que está sucediendo está al servicio de reconocernos como parte de un destino colectivo. ¿Para qué? Para que, a partir de los que quizás pudieron andar estos pasos antes, sumado a los que están dándolos ahora, y a quienes quizás los van a dar un poco más adelante, confluyamos todos, al fin como humanidad y podamos alcanzar una expansión en nuestra conciencia. Esta expansión, nos permitirá recuperar una certeza necesaria y otra pertenencia para vivir la vida de una nueva forma. Necesitamos reconocer que somos parte de una red y que la red está al servicio de un propósito que es la Vida Misma, con mayúscula. No es casual que, en este tiempo estemos priorizando y revalorizando la vida personal, la del prójimo y la de toda la humanidad. Sin dudarlo, hay una nueva vida que espera por nosotros”, afirma Sara.

Que así sea.

Sanar a distancia

Imagina o piensa en los padres de la persona que está delante de ti, o de quién tengas en la mente.
Piensa en ellos hasta sentir una emoción placentera. A partir de este momento la persona estará experimentando un cambio hacia mejor, sin saber por qué. Para que ese cambio produzca un cambio significativo en la vida de la persona, mantendrás tu atención en sus padres durante unos 3 minutos.
Puedes conectar con los padres de cualquier persona. Aquí todos tenemos permiso de hacerlo con cualquier otra persona.
Por ejemplo, cuando vas al dentista, al mecánico o al juzgado, si conectas con los padres de estos profesionales, de inmediato estarán en su mejor saber hacer.
Cuando sentimos que una persona no nos respeta, que esta persona esté aquí o lejos, que la conozcamos personalmente o no, conectarnos con sus padres le va a hacer cambiar de actitud.
Lo podemos hacer con una persona o con todo un grupo, e incluso con toda la humanidad. Cuanto más personas, más tardaremos en sentir la conexión. Y la sanación empezará a operar a partir del momento en que percibamos la conexión compasiva con los padres.
Para todos los seres humanos la conexión con los padres es la conexión base, es lo que de inmediato nos coloca en nuestro lugar al servicio de la vida. Es LA conexión con algo más grande por excelencia.
Y da lo mismo que nos conectemos nosotros mismos o nos conecte otra persona. La resonancia creada es la misma.
Paulatinamente, veremos que esta conexión con los padres de los demás es una actitud ante la vida, es la conexión con algo más grande, materializada en nuestra vida cotidiana. Y se va trasformando en una apertura compasiva hacia la vida misma, una pura actitud de amor a todo como es, en la que sentimos nuestra parte de responsabilidad.

Las Mujeres y los genes de la abuela

Pese a que muchas veces no se parezcan nada físicamente entre ellas, el estudio asegura que psicológicamente tienen mucho en común.
Un ensayo del chileno Alejandro Jodorowsky, respaldado por una investigación del Instituto Nacional de Ciencias de la Salud Ambiental, con sede en Carolina del Norte, Estados Unidos, asegura que las mujeres heredan su información genética y el temperamento de sus abuelas maternas.
En su libro titulado “Metagenealogía: autodescubrimiento a través del psicomágico y el árbol familiar”, Jodorowsky ahonda en la influencia genética que las abuelas maternas tienen en sus nietas. De acuerdo a la teoría del chileno, los genes que reciben en el vientre de la madre provienen directamente de sus abuelas.
En esta línea, una investigación publicada por el Instituto Nacional de Ciencias Ambientales, que estudió las contribuciones genéticas de los abuelos para detectar tempranamente las enfermedades hereditarias, pudo observar cómo los óvulos transmiten mayor carga genética y la información mitocondrial de abuelas maternas a nietas. Y, pese a que muchas veces las nietas no se parecen nada físicamente a sus abuelas maternas, el estudio asegura que psicológicamente tienen mucho en común. Además, afirma que a la larga los nietos adoptan ciertos comportamientos y el temperamento de esa parte de la familia.
La teoría de Jodorowsky asevera que desde que una mujer concibe un feto hembra, ya contiene gran cantidad de ovocitos que serán liberados en óvulos en la vida adulta (es sabido que el feto empieza a fabricar óvulos desde las nueve semanas de gestación), de aquí se transmiten los valores genéticos de generación en generación por el lado femenino, siendo siempre la abuela materna la que le transmite a sus nietas la herencia biológica.
Además, el ensayista se anima a arriesgar que aquellas emociones que sufrió su abuela cuando estaba embarazada también traspasan (pueden seguir activas en el ADN) una generación y pueden llegar a las nietas.
Otro estudio, a cargo de científicos de la Universidad de Cambridge, que también investigó el vínculo entre la abuela materna y sus nietos, reveló que esta conexión genética ocurre debido al cromosoma X. “Las abuelas maternas pasarán el 25% de sus cromosomas X a todos sus nietos, lo que les permitirá heredar sus genes”, aseguran los autores en sus conclusiones.

Las imágenes internas, la preocupación

Quiero decir algo sobre las imágenes internas, las imágenes internas que nos hacemos sobre otras personas. Empiezo con las imágenes que nos hacemos sobre nuestra madre y sobre nuestro padre. Todas estas imágenes están atadas a un movimiento de sentimientos internos. Esas imágenes están hechas para justificar algo. Ahora diré algo muy explosivo. ¿Qué queremos alcanzar con esas imágenes internas? ¿Cuál es el verdadero objetivo de estas imágenes? Con la ayuda de ellas, nos queremos deshacer de nuestro padre y de nuestra madre.

¿No es esto increíble, lo que desencadenamos con esto y al final, ¡qué pérdida! Sí, pero ahí no acaba. Más adelante nos encontramos con una pareja y estamos felices, por un tiempo. Luego, empezamos a hacernos una imagen de la pareja y esta imagen, nuevamente, está ligada a sentimientos determinados. ¿Para qué nos fabricamos estas imágenes? Con la ayuda de ellas, queremos deshacernos de nuestra pareja. Esas imágenes tienen efectos: alcanzan su meta. Cuando lo logran, separándonos de nuestra pareja, o ella de nosotros, ¿tenemos la oportunidad de una nueva pareja, o acaso estas imágenes se oponen de entrada a la nueva pareja, de tal modo que nos hemos deshecho e ella antes mismo de tenerla?

¿Dónde se encuentra la solución? En el otro nivel, donde cada quien es igual de bueno, igual de amado. Entonces, llegamos a un movimiento de corazón puro, sin imágenes. ¿Cuál es el efecto de ese corazón puro? Está en sintonía con un movimiento divino que dice: yo hago todo nuevo.

Hay personas presentes que tienen deseos específicos. Se preocupan por un hijo, o sus padres, o por otra persona. ¿Qué pasa con la preocupación? Es una imagen. Nos imaginamos lo que una persona necesita. ¿Qué hacemos con esa persona? Intervenimos en su destino porque tenemos la imagen de que lo que le sucede es algo terrible. ¿Cuál es el trasfondo de la preocupación? ¿Qué hago con esa preocupación? ¿Qué le provoco al otro con ella? Vuelvo a repetirlo con fuerza y determinación: con nuestra preocupación, queremos deshacernos de esa persona.

La preocupación aparece como una imagen de amor pero es el rechazo más fuerte que se pueda tener hacia el otro. ¿Cómo aprendemos a manejar esa situación de buena manera?

Esta mañana, tuvimos un ejemplo al respecto. Además, hicimos una meditación. Vuelvo a señalar los detalles. Había una mujer y frente a ella, dos representantes: una para la vida y otra para la muerte. No sabíamos quién representaba a quién. Ambas fueron guiadas a juntarse por un movimiento del espíritu, igual hacia las dos. No pudimos distinguir quién representaba la vida de quién representaba la muerte. Ambas eran una unidad. Y la mujer se conecto con ambas al mismo tiempo. ¿Cuál fue el resultado? Algo más grande que la vida y la muerte.

Luego hicimos la meditación sobre la vida y la muerte frente a nosotros. Como las representantes, nos dejamos guiar por un movimiento del espíritu.

Cerrad los ojos.

Nos imaginamos a dos personas ante nosotros. Una para la vida y otra para la muerte. Pero no sabemos quién representa a quién. Nos exponemos a las dos en la misma medida y esperamos.

(Silencio)

Esperamos hasta que nosotros y las otras dos nos veamos abarcados por un movimiento y lo acompañamos, siempre todos somos acogidos por un movimiento que nos mueve.

Eso es andar con el espíritu. O más bien, el espíritu nos permite andar con él y esto nos lleva a unas dimensiones increíbles.

¿Quedó claro el trasfondo, el movimiento?

Cerrad los ojos

¿En qué queremos poner la atención, ahora?

Hay una persona por la cual nos preocupamos: un hijo, una pareja, el padre o la madre, un hijo discapacitado. Interiormente la miramos: la colocamos en el alma. Frente a ella, se encuentran la vida y la muerte. Nos mantenemos en la reserva y dejamos que un movimiento se pueda desarrollar por sí sólo, más allá de nuestros miedos y deseos.

¿Cómo os ha ido?

Es un cambio, un cambio total. De nuevo, un ejemplo para acabar con la psicoterapia… Todo tiene su momento y todo tiene su fin.

Quiero ahora trabajar en detalle con alguien que se preocupa, por un hijo por ejemplo.

Cliente: nuestro hijo no toca, no abraza a nadie en la familia. Desde los siete años, tiene picores en el cuerpo, todos los días.

Hellinger: ¿su edad?

Cliente: 18 años

Hellinger: La pregunta aquí sería: ¿qué no está permitido, qué es lo adecuado, qué le ayuda al hijo para ir su camino, qué le ayuda a liberarse de algo que le impide andar su camino? ¿Estás de acuerdo?

Mi mirada va totalmente hacia el hijo, sólo al hijo y lo veo muy alejado de mí, no me acerco a él. Si el hijo se encontrara aquí, se podría sentir seguro de mí, en todos los sentidos. Estoy a su servicio, sólo a su servicio.

¿De acuerdo con esto? ¿Tu corazón también va en esa dirección?

Hellinger busca un representante: ¿habéis visto lo que hice? Me dejé llevar, sin saber adónde.

Tú eres el hijo y vamos a andar contigo hacia donde se encamina la dirección.

Realiza una Constelación multidimensional (Hellinger elige un gran número de personas, no se sabe quién o qué son, cada uno se deja llevar por su movimiento, Hellinger no interviene).

Diré algo acerca de la profundidad.

La profundidad es insondable. Todo lo grande es insondable. Los secretos de la vida son insondables. Algo surgió a la luz aquí, en todo sentido insondable.

Ahora, es importante que lo reconozcamos, sin preguntar, sin querer saber. Es importante que aquí, todos protejamos la profundidad, que lo dejemos así tal como fue. Todo intento de querer comprenderlo tiene como efecto que se retire hacia la profundidad.

Todos lo respetamos, sin hacer preguntas internas y dejamos a los representantes de esta constelación en paz. Mantenemos una distancia total. Entonces, estos movimientos seguirán y tendrán efecto.

¡Te van a esperar algunas sorpresas en casa! Te deseo lo mejor.

Bert Hellinger, Barcelona, septiembre de 2009

La medida del amor

 

No es cosa rara que se den dificultades con el amor. Una de ellas es que existe la idea que el amor tiene poder. Que, por ejemplo, gracias al amor se puede alterar un destino. Esta idea es presuntuosa. En lugar de servir la vida, con frecuencia se opone a ella.
Lo apoyaré con un ejemplo sencillo. ¿Cómo les va a niños cuyos padres se preocupan por ellos? ¿A estos niños, les va mejor o peor? ¿Tienen más o menos fuerza para vivir? Muchos padres piensan que se preocupan por sus hijos porque los aman. Pero si los padres renuncian al poder del amor con el cual se sienten el derecho de interferir en la vida de sus hijos, los niños pueden al fin respirar. Por lo tanto, miramos al amor que sirve la vida en vez de poner la mirada en lo que está cerca y que nos preocupa, y miramos hacia algo más grande.
Una vez estuvo conmigo una madre con su hijo de 5 meses. Se sentó al lado mío, apretando el niño en sus brazos. Le dije: “mira una vez por encima del hijo, a lo lejos”. Eso hizo, miró a lo lejos. Y de repente el niño de 5 meses, suspiró profundamente. Se giró hacia mí y me sonrió.
Quiere decir que el amor tiene una medida. No sólo los padres pierden a veces la medida del amor. Los niños sobre todo la pierden. No la conocen. Entonces se hacen cargo de algo en lugar de sus padres, porque piensan de esta manera salvar a sus padres. Esto es una idea increíble. Pero así son los niños.
Y tiene que ver con que el niño no conoce un orden esencial del amor, o sea que los que están antes tienen la precedencia sobre los que vienen después. Quiere decir que los padres preceden a los niños, el primogénito precede al segundo etc. Existe también un orden de origen. Este orden de origen prohíbe que un niño se preocupe por sus padres o los quiera salvar.
Existen dos dinámicas de fondo en el amor, el amor ciego, que en los niños se opone a la vida. La primera es que un niño que ha perdido muy pronto a uno de sus padres o de sus hermanos, le dice:”yo te sigo”. A menudo por ejemplo, un mellizo quiere seguir a su hermano o hermana en la muerte. Eso es amor, pero un amor que hace peligrar la vida. No es un amor que permite lograr la vida.
Luego se da una prolongación de esta dinámica, cuando el niño percibe que uno de sus padres se quiere ir o morir. Este mismo padre frecuentemente se encuentra en la dinámica de “yo te sigo” y quiere irse o morir. Entonces en su interior el niño dice:” yo en tu lugar”. Esto también es amor, pero un amor que lleva a la muerte.
Aquí corresponde que honremos el destino de cada cual tal y como es, sin interferir, incluso sin tener el deseo de interferir. Esto es otro amor completamente distinto. Es un amor sabio y tiene fuerza. Sabe respetar cierta distancia y dejar que el otro viva su destino así como le viene. También deja que nuestro propio destino de desarrolle sin la presión de preocupaciones exageradas para cambiarlo.
Así vemos que el amor grande, el que sirve la vida, nos exige algo. Nos exige más que todo renunciar al poder.

Relación entre la madre y el dinero

Mother giving money for her daughter as financial support.

¿Cuál de los ordenes del Amor secreto, hemos visto aquí? Un orden del Amor que no fue tenido en cuenta, ni respetado. Había alguien que había quedado excluido del lado de la madre.

¿Quién?, no lo sabemos, quizá una pareja anterior de su marido, también puede ser otra persona, no lo sabemos, ni tampoco necesitamos saberlo. Ella en la empresa ocupaba el rol de la persona excluida. La persona excluida era la más importante, ella ocupaba el primer lugar pero no se lo daban. La empleada también se comportaba como si ocupara el primer lugar, así te comportabas. Lo dejamos aquí.

Lo que hemos visto hoy por ahora, se trata solo de unas pocas leyes. No es nada complicado, es algo fundamental y eso va en consonancia con la Hellinger Sciencia. Es decir, que esas comprensiones que yo he tenido, son una ciencia, una ciencia exacta, universal, que siempre vale y que no es posible no tener en cuenta, parecido a la fuerza de gravedad que siempre está vigente; aquel que piense que podría no tenerla en cuenta se cae de bruces. Y de manera parecida con las empresas. Si no se respetan estas leyes hay un efecto inmediato.

Hay una ley importante. El fundador de una empresa nunca puede ser reemplazado. Si uno intenta hacerlo, la empresa está en riesgo. Tampoco puede estar nadie al mismo nivel que él.

Un ejemplo generalizado: Digamos que cuatro médicos fundaron juntos un consultorio. Ellos son los fundadores. Y ahora quiere agregarse un quinto médico. ¿Puede agregarse?, si se agrega pone en riesgo el consultorio. Solo puede ser empleado en una posición inferior, nunca puede estar al mismo nivel. Ustedes fíjense cómo funciona esto así en conjunto, cuando alguien se agrega y es colocado al mismo nivel. Cuando uno sabe esto es mucho el esfuerzo y el dinero que uno se ahorra. Y así uno garantiza su propio éxito.

La primera vez que comprendí esto, fue cuando vino un asesor a verme a mi consulta, eran dos hombres y una mujer y tenían problemas, le pregunté ¿quién fundó la empresa? Nosotros la creamos y la fundamos, la mujer era colaboradora y porque era muy capaz le ofrecimos parte de la sociedad. Yo le llamé la atención sobre eso. La mujer solo puede ser empleada, jamás puede colocarse en el mismo nivel. Después de cuatro semanas me llamaron por teléfono para verme de nuevo ya que seguían con dificultades. Les dije no. Ya dije todo.

Esas leyes hay que tenerlas en cuenta, eso es el orden jerárquico. Al transgredir esos órdenes en la jerarquía hay efectos muy grandes, consecuencias importantes.

Bert Hellinger

Biografía de Bert Hellinger

Bert Hellinger nace en Leimen, Baden-Württemberg, en Alemania el 16 de diciembre de 1925, en el seno de una familia católica muy ilustrada. Tenía un hermano mayor. Él considera a sus padres y a sus primeros años en casa como la primera y principal influencia en todo su trabajo. Una fe muy personal y una gran cultura alejaron a su familia de las creencias del Nacional Socialismo. Debido a sus repetidas ausencias a las reuniones de la organización de Hitler para la juventud y su participación en una organización ilegal católica, Bert Hellinger estaba vigilado por la Gestapo y fue clasificado como «Sospechoso de ser un enemigo del pueblo”. No fue arrestado gracias a que muy pronto, a los 17 años, fue reclutado por las fuerzas armadas. Vivió la realidad del combate durante un año, luego fue prisionero de guerra en un campo americano de prisioneros en Bélgica. Experimentó la dureza de la venganza ejercida sobre los presos. Al año se escapó y consiguió volver clandestinamente a su casa al cabo de meses de huida. Su madre, que estaba esperando al otro hermano,  al abrirle la puerta le dijo: ¡Ah, eres tú! Su hermano había desaparecido para siempre, engullido por la guerra en la terrible batalla de Stalingrado.

La segunda influencia importante es que, ya en su niñez, con certeza, deseaba ser sacerdote. Sus padres accedieron a que, con diez años, ingresará en un seminario para jóvenes.  A los 20 años, en 1945, inmediatamente después de escapar del campo de prisionero, entró en una orden religiosa católica y empezó un nuevo y largo proceso de purificación silenciosa de cuerpo, mente y espíritu; estudiando, contemplando y meditando.

Estudió Filosofía y Teología en la Universidad de Würzburg en Alemania (1947-1951) y Pedagogía. Decide terminar sus estudios en Sudáfrica para empezar a ejercer su vocación como misionero entre los Zulúes. Obtiene el grado de B.A. en la Facultad de Artes de la Universidad Natal de Sudáfrica (1953-1954). Estudió un año más en la Universidad de Sudáfrica donde obtuvo un grado académico en Educación Universitaria.

Sus 16 años de convivencia con la cultura Zulú también dejaron huellas profundas en su trabajo de Constelaciones Familiares. Allí dirigió un gran internado donde era profesor al mismo tiempo que cura de una parroquia. Comenta con satisfacción que el 13% de todos los negros sudafricanos que eran universitarios en Sudáfrica en esa época, habían sido estudiantes de su escuela misionera. Aprendió la lengua Zulú lo suficiente como para dar clases y dirigir el internado.

El respeto a los mayores que había aprendido en su familia se vio confirmado por la cultura Zulú. Gracias a su convivencia con varias culturas, la suya, la del poder “blanco” de Sudáfrica y la de sus alumnos Zulúes aprende a relativizar los valores culturales y extraer lo esencial para las relaciones humanas y su dignidad.

Observó que muchos de los rituales Zulú y sus costumbres tenían una estructura y una función similar a los elementos de la misa católica, que honraban las experiencias humanas más significativas. De esos años quedó la comprensión de ideas fundamentales: “Hay diferentes maneras equivalentes de hacer las cosas”, y “Lo Sagrado es omnipresente”. Por ejemplo, consiguió integrar la música Zulú y su ritual dentro de la misa.  Podemos resaltar su actitud constante de insumisión a los dogmas y reglas que no respetaran la dignidad de los estudiantes y sus familias y su práctica de los Órdenes del Amor, más de treinta años antes de darles nombre. Ahí también, aprendió la necesidad fundamental de los seres humanos de alinearse con las fuerzas de la naturaleza.

Otra influencia importante fue su participación en un curso inter-racial y ecuménico de dinámica de grupo, dirigido por Clérigos Anglicanos. Ellos trajeron de América una nueva forma de trabajar en grupos, la Dinámica de Grupo, que valoraba el dialogo, la fenomenología y las experiencias individuales humanas. Bert Hellinger experimentó por primera vez la grandeza de la fenomenología aplicada a una nueva dimensión de cómo cuidar de las almas.

Otro hito en la orientación de su misión se debió precisamente a una de las sesiones de dinámica de grupos. Uno de los instructores le preguntó en el grupo, «¿Qué es más importante para ti, tus ideales o la gente? ¿Cuál sacrificarías?» Este ponente les pidió que se hiciesen todos esta pregunta y esperasen al día siguiente para dar su respuesta. Bert  se pasó la noche sin dormir. Hoy dice: «Le fui muy agradecido por haberme hecho esa pregunta. De alguna forma esta pregunta cambió mi vida. Pues esa orientación fundamental hacia los hombres ha dirigido todo mi trabajo desde entonces. Una excelente pregunta digna de todo.»

En una estancia en Alemania, descubre la Gestalt y es el primer cliente de la “Silla caliente”. Explica que gracias a este ejercicio descubrió que el sacerdocio para él había terminado. Entonces decidió esperar, sin prisa, que fuese el momento oportuno de dejar la orden religiosa. Describe cómo gradualmente se dio cuenta de que ser sacerdote no era la expresión más apropiada para su crecimiento interno. Así, en 1970, a los 45 años, consiguió despedirse de 25 años  de compromiso, en paz y de común y amistoso acuerdo.

Volvió a Alemania y empezó su formación psicoanalítica en Viena, Austria.

Conoció a su primera esposa, Herta, psicóloga y ex monja como él. No tuvieron hijos.

El Psicoanálisis fue entonces una influencia importante. Así como lo hacía con todo, se metió de lleno en su estudio psicoanalítico, leyendo la obra completa de Freud y mucha literatura relevante. Pero cuando su instructor le dio una copia del “Grito primal” de Janov que le descubre el trabajo terapéutico a través del cuerpo, se dio cuenta de que un libro no era suficiente y que necesitaba conocer personalmente a Janov y experimentar su terapia del grito primal.

Visitó a Janov en los Estados Unidos, en Los Ángeles, California, y en Denver, Colorado. Se quedó nueve meses para terminar un entrenamiento completo. Cuando volvió a Alemania, la comunidad psicoanalítica de Viena no vio con buenos ojos su praxis de incluir una terapia con enfoque corporal “el grito primal” al psicoanálisis de sus clientes. Y de nuevo se preguntó: “¿Qué es más importante, lealtad a un grupo o el amor a la verdad o a la pregunta?”  El amor a preguntar con libertad ganó, y una separación del Psicoanálisis se hizo inevitable, aun así recibió el título de Psicoanalista, aunque no del instituto de Viena.

La eficacia que consiguió con la psicoterapia con enfoque corporal le orientó profundamente y lo corporal se transformó en un elemento decisivo  de sus terapias fenomenológicas.

Entonces, él y su mujer decidieron ir a vivir a Estados Unidos, donde el mundo terapéutico estaba en plena efervescencia.

Muchas escuelas terapéuticas tuvieron una gran influencia en el trabajo de la pareja.

Se habían especializado en Gestalt con Ruth Cohn e Hilarion Petzold.

Conoció a Fanita English durante este periodo, y a través de ella y con el trabajo de Eric Berne, se introdujeron en el Análisis Transaccional. Su trabajo con el análisis de « guiones » le permitió descubrir que algunos de esos guiones pasan de generación en generación y se manifiestan en las familias. Entonces les dio un enfoque sistémico, viendo que los guiones que actúan en las personas se disuelven junto con la identificación que los promueven.

Junto con su esposa Herta, integró lo que él ya había aprendido de la Dinámica de Grupo y el Psicoanálisis con la Terapia Gestalt, Terapia Primal y Análisis Transaccional.

La pareja se formó a las diferentes terapias breves del momento y sus intervenciones eran cada vez más certeras y breves.

Se acercaron a las formaciones en terapias sistémicas familiares. El libro de Ivan Boszormenyi-Nagy – Invisible Bonds (Vínculos Invisibles), su reconocimiento de las lealtades ocultas y su necesidad de mantener un equilibrio entre dar y tomar en familias, les impàctó.

Se capacitaron en Terapia Familiar con Ruth McClendon y Leslie Kadis. Ahí fue donde por primera vez conocieron las constelaciones familiares. «Yo estaba muy impresionado por su trabajo, pero no podía entenderlo. Sin embargo, decidí que yo quería trabajar sistémicamente. Después empecé a pensar en el trabajo que había estado haciendo y me dije, también es bueno. No voy a renunciar a eso antes de que realmente haya entendido la Terapia Sistémica Familiar. Así que seguí haciendo lo que había hecho. Un año después pensé de nuevo en eso, y me sorprendí al descubrir que estaba trabajando ya de una manera sistémica.»

El leer el artículo de Jay Haley acerca de “El triangulo perverso” les permitió descubrir la importancia de la jerarquía y el orden en las familias. Continuaron el trabajo en la Terapia Familiar con Thea Schönfelder  y en Hipnoterapia y Programación Neurolingüística (PNL) con Milton Erickson, del que Bert tomó el uso de las historias en sus terapias. También se acercaron, con mucho provecho, a la Terapia Provocativa de Frank Farelly y  a la Terapia de Contención de Jirina Prekop.

Bert tiene la fuerza de lanzarse a situaciones totalmente nuevas y de sumergirse en ellas. Cuando ya domina algo, tiene que abrirse a otras cosas. Duda de todo y no acepta nada sin una verificación empírica previa del fenómeno.  Su insistencia en ver lo que realmente es, combinada con la constante lealtad y confianza en su sensación interna, el dolor físico que le provoca lo “falso” y la fuerza que le da lo real, le guían con seguridad.

Su compañero filosófico en este “largo camino” ha sido Martin Heidegger: la búsqueda profunda de Heidegger por las verdaderas palabras que resuenan en el alma, tiene su correspondencia cuando los clientes tienen que decir frases en las constelaciones que anuncian el cambio para algo mejor, señalando el flujo renovado del amor. Otros compañeros son la poesía y la música. Es importante reseñar su vibración con Rilke y su devoción por la ópera de Wagner.

Sus comprensiones y su libertad de pensamiento le permiten descubrir la riqueza de la formula de representar al sistema familiar por otras personas, técnica que estaba ya en uso cuando la empezó a practicar (Jodorowski padre ya utilizaba la representación desde los años 1930) pero que sólo él fue entendiendo el significado profundo de esta representación.

Gracias a su percepción fenomenológica, va tomando conciencia de lo que hay detrás de la realidad aparente, detrás de los conflictos y del sufrimiento, detrás de la paz y de la felicidad. Trabaja en y con los campos morfogenéticos, descubriendo las leyes sistémicas del amor, «los órdenes del amor», el papel de la conciencia moral, la dinámica profunda del movimiento sanador.

Su método está en continua evolución.

A partir de 1999, gracias a su observación fenomenológica descubrió el movimiento del alma o movimiento inherente al campo en busca de su homeostasis, movimiento que se manifiesta a través del inconsciente, del lenguaje corporal y de los efectos que tiene en nuestras vidas. También descubre que los representantes son movidos por una fuerza de reconciliación al servicio de la sanación del cliente.

De vuelta a Alemania con su primera mujer donde trabajan juntos durante varios años, conoce a Marie Sophie, con quien se casa unos años mas tarde. La vida y la visión de Bert toman entonces un nuevo vuelo: acepta escribir, empieza a viajar, inicia formaciones, tiene la comprensión del movimiento del alma, del significado de la conciencia moral y del orden del amor de la Pertenencia (hasta entonces, él pensaba que todos pertenecían menos los asesinos y los que habían abandonado a sus hijos, a partir de ahora, 2002-2003, todos sin excepción pertenecen, la conciencia moral y sus juicios son la manifestación de nuestra energía asesina), y paralelamente del movimiento del espíritu, sus constelaciones dejan de ser psicoterapias y devienen en una herramienta al servicio de la vida, reflejo de su filosofía.

Uno de sus mayores descubrimientos ha sido entender el rol de la conciencia moral.

Este descubrimiento es tan desestabilizador que estuvo varios años estudiándolo, para obtener la seguridad de su comprensión, observando una y otra vez la presencia de la buena conciencia detrás de los conflictos y agresiones, tanto entre individuos como entre grupos y países, antes de sacar a la luz sus conclusiones. Descubrió que la buena conciencia es un órgano fisiológico que sirve de cemento social, evitando las singularidades, separaciones y tomas de autonomía. Uno tiene mala conciencia cada vez que actúa de forma independiente de alguien o de un grupo, por lo contrario siente buena conciencia siempre que refuerza su pertenencia, un vínculo, bien sea de amistad, amor o solidaridad.

De hecho, observó que usamos la justificación moral «estoy en mi derecho» «es mi deber» «eso es bueno, lo otro es malo» cada vez que estamos actuando sin amor con alguien, o sea cada vez que hacemos daño a alguien…

Hacia 2003, Bert distingue entre movimiento del alma y movimiento del espíritu. Los movimientos del alma serían los movimientos de la conciencia, de lo que crea las intrincaciones y compensaciones arcaicas. Mientras que el movimiento del espíritu es la conexión con una energía en movimiento, una energía de amor que procede de fuera, de más allá de lo sistémico y que hace fluir la fuerza sanadora en la Constelación. De ahí nacen las Constelaciones del Espíritu o Nuevas Constelaciones, como le gusta a Bert llamarlas. Son constelaciones en las que el constelador conecta con algo más grande y deja hacer. La eficacia es cada vez mayor y más global.

En 2005 elabora un nuevo corpus científico «la Hellinger Sciencia».

Es la ciencia de la organización de la vida humana, fruto de complejas intrincaciones, solapamientos y fidelidades, siempre movidas por el amor, resultado de las fuerzas sistémicas del Campo. Al Campo pertenecemos todos por igual, vivos y muertos, conocidos y desconocidos. Tal como lo explica la física cuántica, todos estamos interconectados.

La Hellinger Sciencia descubre y describe los principios sistémicos, que tienen prioridad sobre el amor, para que fluya el éxito en todos los campos de la vida.

«La Hellinger Sciencia lleva consigo una dimensión suplementaria, la dimensión espiritual que nos empuja más allá de los conocimientos directamente comprensibles respecto a los órdenes y desórdenes en nuestras relaciones. Únicamente a través de aquella dimensión se puede percibir su sentido universal y los efectos que de ella emanan en todos los ámbitos de la existencia.

¿Qué es este conocimiento del espíritu y cuáles son sus dimensiones? La observación es la herramienta para descubrirlo y detectar sus efectos: nada de lo que existe se mueve por sí solo. Todo es movido por algo que viene de más lejos. Aún si aparentemente algo se mueve por iniciativa propia, al igual de todo lo que vive, su movimiento no puede originarse en sí mismo. Cada movimiento, tratándose de todos los seres vivos, se inicia en un movimiento de afuera y sigue movido por él ininterrumpidamente a lo largo de lo que dure su vida.

Algo más pide un instante de reflexión.

Cada movimiento, sobre todo cada movimiento vivo, es un movimiento consciente. Esto presupone una conciencia presente dentro de aquella fuerza que lo mueve todo. En otros términos: cada movimiento es un movimiento intencional. El movimiento se mueve por ser así la intención de aquella fuerza, obedeciendo a cómo esta fuerza lo requiere.

¿Entonces, qué hay en el origen de todo movimiento?

Un pensar, que lo piensa todo tal como es

Revista Hellinger marzo 2007

En ese pensar está el origen de toda sanación.

Y reconocer las cosas como son, asentir a todo como es,  permiten sintonizar con ese pensar y su fuerza sanadora.

Sus observaciones fenomenológicas, por ejemplo sobre la relación terapéutica y la contra transferencia, aportan mucha luz y eficacia a la psicoterapia, a la vez que desestabilizan y levantan polémica: pronto le echan de la Asociación Internacional de la Gestalt, los psicoterapeutas y psicoanalistas  le temen, es excluido de la intelligentsia europea…

Las Constelaciones Familiares se han extendido por el mundo entero, a la vez que Hellinger siguió evolucionando, alcanzando nuevas tomas de conciencia y constelando de un modo cada vez más sobrio y potente.

En sus talleres, el deseo de Hellinger es transmitir sus conocimientos sobre la herencia familiar, el amor, la felicidad, la paz, la salud y el éxito en los distintos campos de la vida. Su anhelo es que las «nuevas Constelaciones familiares», basadas en la sintonía con la vida como es y la entrega del terapeuta a algo más grande, expandan  su ámbito de sanación, pacificación y crecimiento.

En diciembre 2010 Bert Hellinger celebra su 85 cumpleaños al término de un entrenamiento internacional en Badreichenhall, Alemania.  En la comida homenaje, Bert estaba sentado con Herta a su izquierda y Sophie a su derecha. Era la primera vez que aparecía en público su primera mujer desde que se había casado con Sophie. Unos mese más tarde en la Ciudad de México, anunció, en el entrenamiento internacional que dirigía bajos los auspicios del CUDEC, que cedía la dirección de las Constelaciones Familiares a su esposa Sophie.

Desde entonces interviene cada vez menos, respetando la nueva orientación que Sophie imprime a las Constelaciones Familiares.

Sin embargo son de señalar dos momentos en los que resurgió el Gran Hellinger, deseando, con vehemencia, abrirnos a otra dimensión, para que dejemos de practicar las constelaciones primeras y nos entreguemos a las nuevas constelaciones. Uno fue en 2013 y otro en 2016. En 2013, durante unos meses, vuelve a mostrar la conexión de las nuevas constelaciones, a las que llama constelaciones Mediales, con otro nivel.

En 2016, en Viena, en un entrenamiento a las nuevas constelaciones, una meditación nos muestra a donde nos lleva de nuevo durante ese año: Cerrad los ojos. Miramos una situación específica en nuestro trabajo de constelaciones. Sin intención, simplemente dejándonos llevar con amor hacia otra dimensión.

Hellinger ha penetrado, con rigor, en el campo del conocimiento, lo que le permite elaborar una nueva filosofía y una nueva visión coherente de todos los aspectos de la vida. Entre ellos, una nueva visión sobre la felicidad, el éxito, el amor. La era renacentista del Individuo, solo frente a su destino, frente a sus decisiones individuales y su «cogito ergo sum» han muerto; está naciendo – desde principios del siglo XX – la era del Campo, que se llame cuántico, morfogenético, sistémico, Conciencia familiar o Conciencia del espíritu.

El campo creado por Bert Hellinger no cesa de crecer y enriquecerse. La fuerza de la resonancia mórfica orienta a miles de consteladores, aparentemente desconectados los unos de los otros, hacia una misma dirección al servicio de la vida.

Bert Hellinger ha escrito 64 libros traducidos a 25 idiomas.

 

El círculo
“Después cuenta que lo que hicimos en el tiempo,
Con el tiempo se nos escapa,
Como si perteneciera a otro tiempo.
Donde creíamos actuar,
Tan sólo éramos levantados como una herramienta,
Usados para algo que va más allá de nosotros,
Y luego, puestos a un lado de nuevo.
La despedida nos encuentra concluidos.

 

Justo cuando la fruta madura cae, suelta aquello que sirve al futuro. Cuando la saboreamos tal vez olvidamos que sólo es la cáscara que rodea aquello que sigue teniendo un efecto. Y así en ella se condensa aquello que fue antes y aquello que aún está por venir.”

 

Brigitte Champetier de Ribes

Sintonía con la Vida

La sintonía con la vida es un hecho natural. Proviene de reconocer lo que hay, de ver las cosas como son.
¿Y qué es un ser humano? El hijo de su padre y de su madre, los haya conocido o no, estén vivos o estén muertos. Es una evidencia, tan simple que parece una perogrullada decirlo. Las cosas esenciales suelen ser simples.
El padre y la madre engendraron una vida a la que se llamó hijo o hija. Un hijo o una hija es una vida concebida por unos padres. Todo ser humano es hijo, por tanto es vida.
Reconocernos como hijo o hija de nuestros padres, simultáneamente nos hace reconocernos como vida engendrada por ellos. Somos una vida, con su principio y su fin. Somos vida, hasta que llegue la muerte. Reconocernos como “hijo de” nos sintoniza con la vida, somos la vida misma.
Y cuando llega la muerte, la filiación permanece y se transmite genéticamente a todos los descendientes. Soy “hijo de” me hace pertenecer para siempre. En la vida y en la muerte seguiré siendo “hijo de”.
Las actuaciones y vivencias emocionales de la persona se memorizan en los genes de los familiares vivos de un modo particularmente intenso en el momento de la muerte a la vez que la energía vuelve a su primer estado, anterior a la concepción. La energía pierde la densidad de la vida humana, recobrando su primera vibración.
Soy “hijo o hija de” significa que por ahora soy una vida, soy vida. De un modo natural soy vida, mientras esté vivo. No necesito buscar la vida más allá de mí. Soy vida, y ¿Dónde reconozco esta vida? En el instante presente, soy vida ahora. Soy ahora.
Uno está en sintonía con la vida, cuando acepta o reconoce ser hijo de sus padres.
La extraordinaria fuerza de la concepción nos transforma en energía de vida. Energía de hijo es energía de vida. Soy la vida creada por los padres, soy vida.
En mi todo el pasado se ordena y toda mi fuerza vive en el momento presente, dirigida hacia el futuro.
Reconocerme como “hijo o hija de” me sintoniza simultaneamente con la vida y con Algo más grande. Permite que nuestra vida fluya espontáneamente en el respeto de la jerarquía natural, de la pertenencia y del equilibrio entre dar y recibir.
En efecto, soy “hijo o hija de” me coloca en mi lugar y me permite pertenecer.
Reconocer que soy “hijo o hija de” me impulsa a vivir y ayudar a vivir. No puedo no hacerlo, mi deuda hacia mis padres es tan grande que sólo puedo querer vivir la vida regalada por ellos y ayudar a los demás a vivir. Así, de un modo instintivo equilibro lo que recibí de mis padres con mis ganas de vivir y lo que doy a mi entorno.
No reconocernos como “hijo o hija de” tiene como consecuencia inmediata cortarnos de la vida y de su fuerza. Nos corta del respeto instintiva de los Órdenes del amor.
En efecto, no reconocerme como “hijo o hija de” es causa o consecuencia de mi rechazo de la jerarquía natural.
No reconocerme como “hijo o hija de” me aleja de mi grupo de pertenencia, provocando en mi exclusión de otros y de mí misma.
No reconocerme como “hijo o hija de” me impide desear devolver la vida recibida de mis padres. No puedo cumplir con “el equilibrio entre dar y recibir”.
Sólo reconocemos los órdenes del amor por la consecuencia dolorosa de su transgresión. Como dice Bert Hellinger, sólo conocemos los órdenes del amor por sus efectos. Si hemos tomado a nuestros padres, estos órdenes son respetados de un modo implícito. Es el rechazo a los padres, por ende a la vida como es, lo que provoca los desórdenes y la necesidad de conocer estos órdenes del amor.
Reconocernos como hijo o hija nos sintoniza con la vida. Sintonía que nos permite fluir con los órdenes del amor. Porque esta sintonía es la matriz de los órdenes en el amor.

Brigitte Champetier de Ribes