Quiero decir algo desde mi experiencia de la taquicardia.
El corazón va galopando detrás de alguien por el que no tenemos permiso, no porque no lo queramos sino por estar prohibido y por imágenes internas propias.
Cuando vamos al nivel de los movimientos del espíritu, un movimiento dirigido hacia todos en igual medida, tanto hacia aquellos con los que nos sentimos culpables como hacia aquellos que se sienten culpables con respecto a nosotros, hay una señal inequívoca, en el cuerpo, que nos dice si estamos en ese movimiento dedicado a todos por igual, a todo tal como es, o si nos defendemos de ello. Eso es un movimiento del corazón. En sintonía con ese movimiento dedicado a todos de manera igual, nuestro corazón late con calma, lento, relajado, en sintonía.
Cuando nos alejamos del movimiento del espíritu, el corazón lo percibe de inmediato. Existe una buena consciencia espiritual cuando estamos en armonía con este amor. Esto se revela en el latido del corazón. Si nos alejamos de este movimiento, por ejemplo sintiéndonos mejor que otros, o incluso tal vez secretamente deseando el mal al otro, el corazón sale de su ritmo. La taquicardia, en el sentido negativo, se convierte en el ángel que nos anuncia algo bueno, un ángel que nos dice: todo es amado de la misma manera.
¡El ángel de la revelación era un ángel con «sex apeal»! Su resultado fue una concepción…
Bert Helliger, Barcelona, II Entrenamiento Intensivo, septiembre 2009