PARTICIPANTE: ¿Puede usted decir algo sobre cómo continuará este trabajo en los próximos dos años?
HELLINGER: Te voy a contar una historia. Una vez hice en Holanda una constelación familiar con un hombre joven. En ese momento constelamos al cristianismo y al judaísmo, aunque en realidad no pudimos ir muy lejos. Después este joven fue a los Estados Unidos donde organizamos diversos workshops y en una constelación él trabajó como representante. En esa constelación se trató el caso de una familia judía que vivía en los Estados Unidos y él fue elegido para representar al hermano del cliente. En aquel entonces nosotros trabajamos con el trasfondo del Holocausto y fue muy evidente que él se identificaba con los perpetradores. Esta situación me resultó muy curiosa. En ese momento por primera vez me di cuenta que en las familias judías los perpetradores están presentes y que si en la familia se intenta excluirlos ellos serán representados por descendientes de la generación del Holocausto en la familia.
Después me olvidé del hombre – hasta que un par de meses atrás él me envió una carta en la cual me relataba un acontecimiento excepcional. Él escribió que durante el mencionado workshop había conversado conmigo durante la pausa – de lo que yo ya no me acordaba- y decía que yo le había dicho entonces que debía –como ejercicio- descender al reino de los muertos, allí buscar a los perpetradores, tenderse a su lado y decirles: “Yo soy uno de ustedes”.
Como segundo ejercicio él debía imaginarse que la muerte no estaba delante, sino detrás de él y que diariamente debía pedirle su bendición. En tercer lugar yo le habría dicho: “¡No debes hacer ninguno de estos ejercicios!”. “No debes hacer ninguno de estos ejercicios, sino que debes esperar hasta que tu alma se haga cargo de ese trabajo”. Este también habría sido un ejercicio. Tres meses más tarde mientras dormía este hombre tuvo la siguiente extraña experiencia: Mientras estaba acostado y dormía fue vencido por algo así como un sueño, algo que sin embargo era más que un simple sueño: Él formaba parte de un pelotón de fusilamiento que ejecutaba a personas – evidentemente judías- y él mismo de esa manera había matado también a judíos. Luego él fue llevado a un tribunal y tuvo que defenderse frente al juez. Y dijo: “Sí, es cierto, yo soy un asesino. Yo asesiné a personas, a pesar de todo en mi defensa debo decir que yo soy una persona y que depende de las circunstancias si alguien se convierte en un criminal o en una persona decente. Toda persona es capaz de cualquier cosa”. Entonces fue condenado a muerte.
Sin embargo, entre la condena y el día del fusilamiento pasaron muchos meses en los cuales él se despidió de sus familiares y sus seres queridos. Se sentía muy tranquilo y concentrado, con una afilada capacidad perceptiva. El día de su fusilamiento fue llevado a una habitación de la cual sería llevado a la silla eléctrica, pero primero debía esperar algunas horas. Finalmente apareció alguien con la información de que la ejecución había sido aplazada y que aún debía esperar un poco más.
No obstante, todo el tiempo él permaneció interiormente tranquilo y preparado para morir. Entonces le dijeron que el juez había cambiado la sentencia; él no sería condenado a la muerte sino al destierro. Se le había dicho que él mismo podía elegir el lugar donde quisiera vivir en el destierro alejado de todas las personas. Entonces salió de la cárcel.
Todavía en el sueño él dijo las palabras: “Sobreviví a la muerte y me he convertido en una persona completamente nueva. Para mí no existe más la culpa ni la inocencia”. Escribió que después de despertarse se sintió totalmente cambiado y agregó: “En mi percepción los colores se habían vuelto más brillantes y mis movimientos más lentos, porque seguí todo lo que sucedió con gran atención”.
Él simplemente había querido informarme de esta experiencia. Yo la cuento porque estas cosas son posibles cuando confiamos en nuestra alma y dejamos que ella nos guíe.
Bert Hellinger