Imagina o piensa en los padres de la persona que está delante de ti, o de quién tengas en la mente.
Piensa en ellos hasta sentir una emoción placentera. A partir de este momento la persona estará experimentando un cambio hacia mejor, sin saber por qué. Para que ese cambio produzca un cambio significativo en la vida de la persona, mantendrás tu atención en sus padres durante unos 3 minutos.
Puedes conectar con los padres de cualquier persona. Aquí todos tenemos permiso de hacerlo con cualquier otra persona.
Por ejemplo, cuando vas al dentista, al mecánico o al juzgado, si conectas con los padres de estos profesionales, de inmediato estarán en su mejor saber hacer.
Cuando sentimos que una persona no nos respeta, que esta persona esté aquí o lejos, que la conozcamos personalmente o no, conectarnos con sus padres le va a hacer cambiar de actitud.
Lo podemos hacer con una persona o con todo un grupo, e incluso con toda la humanidad. Cuanto más personas, más tardaremos en sentir la conexión. Y la sanación empezará a operar a partir del momento en que percibamos la conexión compasiva con los padres.
Para todos los seres humanos la conexión con los padres es la conexión base, es lo que de inmediato nos coloca en nuestro lugar al servicio de la vida. Es LA conexión con algo más grande por excelencia.
Y da lo mismo que nos conectemos nosotros mismos o nos conecte otra persona. La resonancia creada es la misma.
Paulatinamente, veremos que esta conexión con los padres de los demás es una actitud ante la vida, es la conexión con algo más grande, materializada en nuestra vida cotidiana. Y se va trasformando en una apertura compasiva hacia la vida misma, una pura actitud de amor a todo como es, en la que sentimos nuestra parte de responsabilidad.