La fidelidad
Existe frecuentemente en una pareja el concepto de que la pareja debe mantenerse junta. Yo no cultivo este concepto. En la medida en que observo como los individuos están vinculados a la diversidad y al mismo tiempo viven una vocación propia, se me hace claro que a veces la relación de pareja hace obstrucción al crecimiento personal y que entonces es preciso renunciar a ella por fidelidad a uno mismo. Sí, esto se da.
Suelo pedir a los miembros de la pareja que digan interiormente una frase. El hombre la dice internamente a la mujer y la mujer la dice al hombre. Esta frase es:”Te quiero y quiero lo que te guía y lo que me guía tal y como nos guía.” Aquí acaba la necesidad de control sobre el otro y también el temor a ser acaparado. Porque ambos miran entonces más allá de la pareja y ven algo mayor.
Crecer en un destino común
Cuando el hombre encuentra a la mujer, ella se transforma en su destino y él en el destino de ella. Literalmente, la familia de origen de la mujer se vuelve destino para la familia de origen del hombre. Aparece una red densa de enlaces en la cual los individuos están atados. Porque tienen un destino común. El hombre comparte la carga del destino de la mujer y la mujer comparte la carga del destino del hombre.
También se da que el destino del uno se opone al desarrollo y a la vocación del otro, de forma que uno se tiene que separar. Sólo cuando ambos crecen en un mismo destino, es benéfico para los dos. Pero cuando uno es obligado a hacerse cargo del destino del otro, se ve impedido en su propio crecimiento. Entonces tiene que alejarse, por fidelidad a su propio camino. El otro no tiene derecho a retenerle.
La tolerancia
¿Cómo lograr una buena pareja? Cuando uno se aleja un poco de la moral. Yo aconsejo a las parejas un regalo mutuo que es tolerarle al otro por lo menos diez pecados. Cuando surge uno, pues borrarlo de la lista. Quedan aún nueve. ¿Observan cuanto más profunda se siente la relación? Así son los seres humanos. Estos pequeños pecados les hacen simpáticos.
Nos necesitamos mutuamente
¿Quién en la pareja necesita menos al otro? Es una pregunta importante. La relación de pareja se logra cuando ambos se necesitan. Esto se opone a la idea moderna de autonomía y al “cada uno hace su vida y lo puede bien”, pero somos humanos porque nos necesitamos mutuamente. Somos humanos en la medida en que nos necesitamos- y lo podemos reconocer. Aquí acaba la libertad y empieza la felicidad.
Lo nuevo
A lo largo de los años me ha venido una intuición importante acerca del matrimonio. Un sólo matrimonio es insuficiente. Tiene que repetirse. Desde el principio, con enamoramiento, noviazgo y boda. Pero suele lograrse sólo cuando el primer matrimonio se ha terminado. En lo concreto quiere decir: uno no vuelve a empezar con lo pasado. Ni siquiera en el pensamiento. Nada es más aburrido que pensamientos obsoletos.
Algo más quiero decir acerca de la desilusión en la pareja. ¿Cuál es la decepción mayor en una pareja? Que el otro no sea igual que la propia madre. Esta es la mayor desilusión.
Pero la pareja es- y mejor.
La relación de pareja como relación de grupo
La relación de a dos no existe. ¿Habéis visto alguna vez una relación de a dos? No existe. Es una ilusión. En cada ser humano nos encontramos con muchos seres humanos. En el pasado dije de manera distraída: cada uno es un grupo. En la relación de pareja pues, se trata de una relación de grupo, de la relación entre dos grupos, dos grupos potentes. Uno de los grupos está al servicio del otro. Cada grupo se busca otro grupo, para poner en orden algo propio. A veces se logra.
Vivir con nuestras limitaciones
Nuestro tiempo de vida es, obviamente, preestablecido. Nadie puede alargar el que le es otorgado. Tampoco lo puede acortar.
Cuando alguien se preocupa por otro, por ejemplo por una pareja, se puede imaginar simplemente, a modo de imagen interior: ¿Cuánto tiempo le queda? Cuando alguien está enfermo, incluso si es un niño, uno se puede imaginar: ¿Cuánto tiempo de vida tiene por delante aún? Entonces surge una sensación particular al respecto. A veces, el tiempo que queda es corto. Sin embargo, no se debe emprender nada. No tenemos el poder de cambiar el destino del otro. En cambio podemos inclinarnos ante el tiempo corto, igual que para nosotros. No ayuda resistirse. Asintamos a nuestro tiempo limitado.
A veces existe la ilusión de que el tiempo es limitado, sin que sea así. Entonces nos esperan sorpresas. Alguien vive más de lo que se esperaba. Es bonito cuando se da esto. Para nosotros se trata en realidad de una actitud interior. Al conseguir abstenernos de inmiscuirnos en el destino de una pareja nuestra, ganamos en fuerza y quedamos centrados.
Puede que alguno haya cargado con una culpa. Esta culpa tiene consecuencias. La consecuencia de la culpa puede ser una separación. Está determinada por la culpa. Las consecuencias son parte de la culpa. No podemos interferir para ahorrarle a uno las consecuencias de su culpa ni debemos cargar con ellas, como lo hacen a veces las parejas.
He observado lo siguiente: cuando una persona cree que debe morir, su pareja le dice “muero en tu lugar”. Para el que quiere morir, esto representa por una parte un alivio y por otra una carga. Naturalmente, estos movimientos están vinculados con algo mayor. Aquí sólo hablo de lo aparente. Cuando insistimos en exigirle a alguien que asuma las consecuencias de su culpa, por ejemplo su culpa hacia nosotros o cuando nos proponemos asumir las consecuencias de nuestra culpa hacia él, tal como él lo hace, entonces aflora un sosiego en la relación y ésta se alza a un nivel superior. Exige una renuncia a la vez que la penetra algo del espíritu, que antes no estaba. Porque el espíritu es imparcial frente a todo. Entramos entonces en un movimiento con el espíritu creador. Él está dedicado a todo de modo igual y libre de todo también. Es una faz del amor que se brinda a todo sin estar encadenado.
Bert Hellinger