El grifo pierde agua
A veces los padres tienen problemas cuando sus hijos se hacen pis en la cama aunque ya sean mayores. Se puede ayudar a éstos niños contándoles historias que conocen y a las que se introduce un acontecimiento nuevo. Por ejemplo, la historia de un grifo que pierde agua y se cierra o la historia de una gotera que se arregla.
Tomemos Caperucita Roja: llega delante de la casa de su abuela y a punto de cruzar el umbral de la puerta se da cuenta de que la gotera pierde agua, entonces se dice a sí misma: “Lo voy a arreglar”. Va a por una escalera, herramientas y un poco de resina. Se sube a la escalera, repara la gotera para que ya no caiga agua y después entra en casa para ir a saludar a su abuela.
O también la historia de Blancanieves. Un día, uno de los siete enanitos vino a quejarse de que había un agujero en el tejado y entonces se despertaba con la cama mojada. Blancanieves le dijo: “Ahora mismo lo voy a arreglar” y mientras los siete enanitos están trabajando ella se sube al tejado. Se da cuenta que sólo se trata de una teja mal puesta y la vuelve a colocar en su sitio.
Por la noche, cuando el enanito vuelve de su trabajo, está tan cansado que se olvida de preguntar por el agujero del tejado. Al día siguiente se olvida también de hablar de ello, ya que todo estaba de nuevo en orden, arreglado.
Un padre tenía una hija que se hacía pis en la cama y le contaba historias como éstas por la noche cuando se acostaba. En seguida esas historias dieron sus frutos. Al día siguiente la cama de la niña estaba seca. Pero se había dado cuenta de otra cosa que le pareció sorprendente, cuando antes le contaba a la niña algún cuento de hadas cuando estaba en la cama, ella se preocupaba de que el padre le contara siempre la historia de la misma manera, sin añadir nada y sin quitar nada. Pero las variantes terapéuticas que él había añadido fueron aceptadas sin ninguna protesta, como si fuera de común acuerdo.
Eso nos muestra cuanta lucidez tiene el alma de la niña cuando está aliada con el padre. El alma, el inconsciente, desea ir hacia la solución sin que se le haya dicho abiertamente, y de éste modo, por esa toma de consciencia tácita y animada por el padre, el hijo puede acceder a algo nuevo. Por supuesto, el hijo se había dado cuenta de lo que el padre había dicho sino el resultado no se habría producido. Pero como el padre había renunciado a nombrar el problema, había mostrado respeto con el problema y con el pudor del hijo. La dignidad del hijo se siente respetada y la hija puede entonces reaccionar libremente. La hija sabe bien que se hace pis en la cama, no necesita que se lo recuerden.
Ella sabe que no está bien hacerse pis en la cama, nadie tiene que decírselo otra vez. Si le damos un consejo o si insistimos en su problema ella se siente herida o inferior. Si sigue el consejo de sus padres,éstos se confirmarán en su importancia mientras que la niña habrá perdido entonces toda su dignidad.
Se protege contra esa pérdida de dignidad rechazando el consejo. Precisamente el hecho de darle un consejo es lo que hace que ella actúe en contra del consejo para preservar su dignidad.
Lo más importante para cada ser humano es la dignidad, y también para los niños. Sólo cuando un hijo siente un amor profundo en nuestro consejo lo puede seguir a gusto.
¿Qué hace felices a los niños?
– ¿Qué es lo que hace felices a los hijos?
Que los dos padres se alegren de ellos.
– ¿Y cual es la condición para que ambos padres se alegren de sus hijos?
Que respeten y quieran en el hijo a su cónyuge.
Hablamos mucho de amor pero, ¿Cuál es la manifestación más bella del amor?
El alegrarse del otro exactamente tal y como es; y alegrarse del hijo exactamente tal y como es.
En ese momento los padres que de un modo natural tienen un poder sobre sus hijos, sobretodo las madres son las que realizan esa experiencia, ya que viven un momento muy profundo en simbiosis con el hijo durante un largo periodo. Empiezan a vivir ese poder como una misión, pero no como un poder personal, sino como un poder temporal al servicio del hijo. Hace un tiempo una mujer participaba en un seminario con su hijo deficiente de cinco meses y lo llevaba en brazos. Estaba sentada a mi lado y le dije: “Mira más hacia allá de tu hijo, hacia algo que está detrás de él”.
Lo hizo y de repente el hijo tuvo una larga respiración, me miró y sonrió. Empezó a tener una apariencia feliz.
Cuando se ponen en relación con algo que está más allá de ellos, padres e hijos son más libres. Es más fácil para ellos estar en acuerdo con su destino, alegrarse de su destino, y se hacen capaces de dejar al otro libre en la medida en la que necesite.
¿Qué era esa lejanía hacia la que la mujer había mirado? Era el destino de cada uno de ellos, el suyo y el del hijo. Existe incluso algo más allá del destino pero eso es algo que permanece escondido a nuestros ojos y frente a esa realidad permanecemos humildes.
Bert Hellinger