El comienzo del amor

Nuestra vida comenzó con el amor de nuestros padres. Ellos se amaron antes de que nosotros naciésemos y en ese amor se convirtieron en hombre y mujer – del modo más profundo. De ese amor surgimos nosotros. Nosotros los miramos como pareja y miramos su amor de hombre y mujer.
Nuestros ojos comienzan a brillar. ¿Qué podría ser para nosotros y para ellos más bello y más grande, y profundo y rico y tener mayor consecuencia? Abrimos nuestro corazón a ese amor y le respondemos con alegría y esperanza.
De ese modo comenzó también nuestro amor, a través del amor de esos padres, nuestros padres. Nosotros le respondemos a ese amor tomando esa vida de ellos – tomándola toda, así como nos viene de ellos. No se trata de su vida, solamente viene a través de ellos. Pues detrás de ellos están sus padres y los padres de ellos y también los de ellos, por muchas generaciones. A través de todos ellos esa vida ha fluido, pura, sin que nadie haya podido quitarle o agregarle nada. Esa misma vida fluye a través de ellos hasta nosotros. Todos lo hicieron bien. Nadie fue peor, nadie fue mejor. En la transmisión de la vida todos fueron perfectos y todos fueron buenos.
Así miramos ahora a nuestros padres, tal como ellos son, y los vemos perfectos, perfectos al servicio de la vida. Independientemente de lo que ellos hayan hecho o pensado, y más allá de lo que fue su destino; como nuestros padres todo lo hicieron bien. En la transmisión de la vida ellos fueron perfectos. Así, como esos padres perfectos que todo lo hicieron bien, los tomamos en nuestro corazón y les respondemos con la vida y con el amor que a través de ellos comenzaron para nosotros.

Junto a nuestros padres también tomamos a sus padres y a todos nuestros antepasados, y a todos con quienes estamos en sintonía y ellos con nosotros, más allá de lo que esto pueda exigir de nosotros y regalarnos. Los miramos a todos y a cada uno le decimos “Sí”. También a cada uno le decimos: “Gracias”. Junto con ellos nadamos en la gran correntada de la vida, dondequiera que ella nos lleve. Y a esa correntada le decimos: “Nado contigo, dondequiera que tú me arrastres, lejos o cerca. Yo nado contigo. Yo me dejo llevar”.

Bert Hellinger

Confiar en el alma

PARTICIPANTE: ¿Puede usted decir algo sobre cómo continuará este trabajo en los próximos dos años?
HELLINGER: Te voy a contar una historia. Una vez hice en Holanda una constelación familiar con un hombre joven. En ese momento constelamos al cristianismo y al judaísmo, aunque en realidad no pudimos ir muy lejos. Después este joven fue a los Estados Unidos donde organizamos diversos workshops y en una constelación él trabajó como representante. En esa constelación se trató el caso de una familia judía que vivía en los Estados Unidos y él fue elegido para representar al hermano del cliente. En aquel entonces nosotros trabajamos con el trasfondo del Holocausto y fue muy evidente que él se identificaba con los perpetradores. Esta situación me resultó muy curiosa. En ese momento por primera vez me di cuenta que en las familias judías los perpetradores están presentes y que si en la familia se intenta excluirlos ellos serán representados por descendientes de la generación del Holocausto en la familia.
Después me olvidé del hombre – hasta que un par de meses atrás él me envió una carta en la cual me relataba un acontecimiento excepcional. Él escribió que durante el mencionado workshop había conversado conmigo durante la pausa – de lo que yo ya no me acordaba- y decía que yo le había dicho entonces que debía –como ejercicio- descender al reino de los muertos, allí buscar a los perpetradores, tenderse a su lado y decirles: “Yo soy uno de ustedes”.
Como segundo ejercicio él debía imaginarse que la muerte no estaba delante, sino detrás de él y que diariamente debía pedirle su bendición. En tercer lugar yo le habría dicho: “¡No debes hacer ninguno de estos ejercicios!”. “No debes hacer ninguno de estos ejercicios, sino que debes esperar hasta que tu alma se haga cargo de ese trabajo”. Este también habría sido un ejercicio. Tres meses más tarde mientras dormía este hombre tuvo la siguiente extraña experiencia: Mientras estaba acostado y dormía fue vencido por algo así como un sueño, algo que sin embargo era más que un simple sueño: Él formaba parte de un pelotón de fusilamiento que ejecutaba a personas – evidentemente judías- y él mismo de esa manera había matado también a judíos. Luego él fue llevado a un tribunal y tuvo que defenderse frente al juez. Y dijo: “Sí, es cierto, yo soy un asesino. Yo asesiné a personas, a pesar de todo en mi defensa debo decir que yo soy una persona y que depende de las circunstancias si alguien se convierte en un criminal o en una persona decente. Toda persona es capaz de cualquier cosa”. Entonces fue condenado a muerte.
Sin embargo, entre la condena y el día del fusilamiento pasaron muchos meses en los cuales él se despidió de sus familiares y sus seres queridos. Se sentía muy tranquilo y concentrado, con una afilada capacidad perceptiva. El día de su fusilamiento fue llevado a una habitación de la cual sería llevado a la silla eléctrica, pero primero debía esperar algunas horas. Finalmente apareció alguien con la información de que la ejecución había sido aplazada y que aún debía esperar un poco más.

No obstante, todo el tiempo él permaneció interiormente tranquilo y preparado para morir. Entonces le dijeron que el juez había cambiado la sentencia; él no sería condenado a la muerte sino al destierro. Se le había dicho que él mismo podía elegir el lugar donde quisiera vivir en el destierro alejado de todas las personas. Entonces salió de la cárcel.
Todavía en el sueño él dijo las palabras: “Sobreviví a la muerte y me he convertido en una persona completamente nueva. Para mí no existe más la culpa ni la inocencia”. Escribió que después de despertarse se sintió totalmente cambiado y agregó: “En mi percepción los colores se habían vuelto más brillantes y mis movimientos más lentos, porque seguí todo lo que sucedió con gran atención”.
Él simplemente había querido informarme de esta experiencia. Yo la cuento porque estas cosas son posibles cuando confiamos en nuestra alma y dejamos que ella nos guíe.

Bert Hellinger

Hombre y mujer

Para nosotros el mayor misterio de la vida es el hombre y la mujer. Sólo a través de ellos la vida de la humanidad puede continuar. Puede continuar porque en cierto sentido el hombre y la mujer son completamente distintos, tan distintos que un hombre jamás podrá ser una mujer y una mujer jamás podrá ser un hombre. Por el otro lado ellos se atraen mutuamente y consideran al otro como su meta principal, saben que solamente juntos podrán trasmitir la vida que ellos mismos recibieron de un hombre y una mujer a aquellos que seguirán vivos cuando su propia vida se haya cumplido y acabe.
Sus hijos también podrán trasmitir esa vida más allá de la suya propia solamente como hombre y mujer, para que ella los sobreviva. Todo en el hombre se refiere a la mujer como lo muestra nuestra mirada frente a la publicidad cotidiana, y todo en la mujer está al servicio de agradar al hombre para que este la tome como esposa y a través de él se convierta en madre.
Aquí se hace visible una ley que en infinitas variaciones vale para todo lo que vive: Solamente donde se une lo que está separado puede la vida desarrollarse creativamente hacia algo nuevo y hacia una diversidad que le ha sido establecida. Un secreto de cada proceso creativo quedará a la vista y se convertirá en realidad porque en la continuidad de la vida debe interactuar lo que es diferente. En ese proceso no hay repeticiones, todo el tiempo sucede algo nuevo, solamente hay futuro.
Unir lo opuesto, como en este caso las diferentes apariencias del hombre y la mujer y la pulsión de vida que se da en ellos, es una manifestación de aquella fuerza creadora y del espíritu que actúa en ella que nos obliga a reconocer y encontrar el todo en lo opuesto. Aunque solamente sea de forma transitoria, como precisamente sucede con el niño que en sí mismo reúne a ambos padres como hombre y mujer, siempre aparece en la vida una nueva contradicción, otra vez como hombre o mujer.
Los opuestos se hacen visibles aquí y en muchas otras cosas de modos muy diversos. Por ejemplo en los sentimientos de mejor o peor, culpable o inocente y de bueno y malo.
Estos antagonismos actúan en el interior de muchas relaciones de pareja. Ellos agudizan la antítesis hombre y mujer. Ellos sobrecargan el amor del hombre y la mujer y conducen a separaciones que a su vez crean nuevos antagonismos y ponen en marcha un nuevo proceso creativo.
También esas contradicciones confluyen finalmente en aquella oposición creadora de vida del hombre y la mujer. De esa manera ellas también serán superadas. ¿Cómo? Lo aparentemente contradictorio se une sin por ello anular la oposición y de esa manera impulsa la creación y la vida.
¿Particularmente cómo? A través del amor. ¿Qué clase de amor? A través del amor del espíritu creador que engendra las contradicciones, tanto para unirlas como al mismo tiempo volver a establecerlas como contradicciones. Es decir, ese amor que reafirma las contradicciones y las unifica, aceptando ambos lados de modo tal que de ellos surjan nuevas contradicciones para luego poder volver a
superarlas. En sintonía con ese amor creador también le damos nuestro consentimiento a esas contradicciones, las superamos, las volvemos a percibir -aunque con otra forma- y volvemos a superarlas. En sintonía con ese movimiento creador, en la aprobación de la interacción de las contradicciones que mantienen a la vida y al mundo en marcha con nuestro último esfuerzo, en esas contradicciones seremos uno.
Cuando en una relación de pareja las familias de origen pertenecen a religiones diferentes, la mujer debe reconocer que la fe y la religión de su marido tienen el mismo valor que la suya propia. En contrapartida el hombre debe también reconocer que la fe y la religión de su mujer tienen el mismo valor. Pero si lo hacen tendrán una mala conciencia. Por esa razón ellos deberán poder acceder a un plano superior. Sin embargo, con frecuencia se desencadena en la nueva familia una pelea por cuál creencia y cuál sistema de valores posee más fuerza. A menudo uno de los lados toma la conducción, resulta más fuerte que el otro – y entonces se inicia un proceso muy particular.
Los hijos se sienten leales a ambos padres y a ambas familias. Cuando uno de los padres impone su visión del mundo y su creencia, los hijos se alían en secreto con la parte paternal que ha quedado relegada. Ellos lo hacen para mantener la dinámica de su lealtad y el equilibrio del sistema. Por esa razón no existe un triunfo de una parte sobre la otra. Más bien se mantendrá activa por generaciones la tendencia a compensar el desequilibrio – con el resultado de que el perdedor más tarde, en la segunda o tercera generación, vencerá.
Yo me refiero aquí a constataciones que se basan en observaciones propias. Exactamente lo mismo lo pudimos ver aquí. Ellas adquieren una dinámica especial cuando uno de los miembros de la pareja es de ascendencia judía. Queda en evidencia que las raíces judías son más profundas que las cristianas porque el destino de los judíos es mucho más pesado que el de los cristianos, y porque los cristianos cometieron muchas injusticias con los judíos. Estas influencias no pasan desapercibidas. En las familias donde hay creencias mixtas existe la tendencia a encontrar un equilibrio. En estos casos no hay otra solución posible a que ambas familias sean reconocidas como independientes y del mismo valor y como tales sean honradas.

Bert Hellinger

La esperanza

La esperanza nos mantiene con vida si no nos damos por vencidos. ¿Qué esperanza es esa que nos mantiene con vida? La esperanza en nuestra propia fuerza y en una guía que estamos dispuestos a seguir hasta las últimas consecuencias. La seguimos con nuestra vida porque queremos esa vida hasta el final y estamos dispuestos a entregar todo para salvarla.
¿Es esa esperanza nuestra esperanza? ¿Es esa esperanza la respuesta a otra voluntad que quiere llevar nuestra vida más allá de los límites que nuestro propio miedo le fija? Nuestra esperanza saca fuerzas de esa fuerza. En sintonía con esa fuerza nuestra esperanza se volverá irresistible y estará siempre satisfecha.
De ese modo ella le hace frente a las objeciones, vengan de donde vengan, de otros y especialmente cuando vienen de nosotros mismos. Esas objeciones vienen de los otros porque ellos mismos han renunciado a sus esperanzas. Por sobre todo, ellos han renunciado a la voluntad de
luchar hasta el último aliento para ver realmente realizadas esas esperanzas.
Esa esperanza es la esperanza de la vida, de la vida plena, de la vida toda, ligada a la decisión de entregar lo último por ella, cueste lo que cueste.
Esa esperanza es amor a la vida, todo el amor a la vida toda.
¿Cuándo termina la esperanza? Cuando la depositamos en los otros, por ejemplo en los así llamados portadores de esperanza. Nosotros solamente podemos ver satisfecha nuestra propia esperanza, nunca la esperanza de los portadores de esperanza. Sólo con la esencia de nuestra esperanza seguiremos siendo uno con nosotros mismos.
Esa esperanza aparece, sobre todo, cuando la situación se torna peligrosa. Aquí ya no valen las excusas. Actuar se hace ineludible. Todo está preparado para la próxima necesaria intervención.
Esa intervención se convertirá en esperanza puesta en práctica. En la acción ella será el presente.

Bert Hellinger